Las catedrales como
centros gnósticos.
Para los buscadores de leyendas y
misterios las catedrales despertaron un extraordinario interés en el siglo XIX.
La de Cuenca se ha visto inmersa en ellas, con su ángel sonriente; como las de
Amiens, que con el Dios bendiciendo con la mano derecha mientras con su mano
izquierda sostiene los Evangelios, aplastando con el pie al diablo en forma de
serpiente; como la Catedral de Colonia, que aseguran que los planos fueron
trazados por el mismo diablo; o los bueyes de la de Laon, que aparecieron
misteriosamente para acelerar su construcción. Todo ello nacido por el
desconocimiento de sus maestros constructores y sobre todo por la falta de
documentación de las primeras en el siglo XII y XIII, han dado lugar a los
misterios y fantasías, viendo en ellas una interesante carga esotérica en su
origen, diseño de estos gigantes de piedra con sus chapiteles apuntando al
cielo.
Es evidente que las catedrales
góticas están repletas de símbolos intrincados, pero las interpretaciones
esotéricas que se han dado para tratar de explicar su construcción no están
basadas en pruebas documentales sino en meras especulaciones. Una de esas
explicaciones nace en la misma Jerusalén de un descubrimiento hipotético de los
templarios en Tierra Santa que coincide con la vuelta a Europa de los primeros
caballeros templarios sobre el año 1128, nueve años después de la fundación de
la Orden de Jerusalén, atribuyéndoles la introducción del gótico en Francia. La
verdad es que el gótico nace de una tradición evolutiva del románico al que se
fueron introduciendo mejoras e innovaciones en el siglo XII y de la propagación
de las enseñanzas filosóficas y teológicas, junto con los conocimientos
matemáticos y geométricos que hicieron posible la nueva arquitectura.
Ante la falta de pruebas se ha
especulado con el conocimiento de los textos herméticos (*). En el siglo II
a.C. los textos griegos se tradujeron al egipcio y se custodiaron en la
biblioteca de Alejandría y a través de los árabes, conocedores de ello llegaron
a Europa a finales del siglo X principio del XI desde Al-Ándalus. El monje
Gerberto de Aurillac, futuro Papa Silvestre II, estuvo en Córdoba, en la gran
biblioteca del califa Al-Hakam II, donde pudo leer y aprender en los libros
estos conocimientos de los textos herméticos. El pontificado de Silvestre II duró cuatro años de 999 al 1003
en este tiempo introdujo en la Iglesia nueva percepción de la ciencia que
llegaba de Oriente y gracias a ello se conoció el concepto del cero y se
pudieron hacer nuevos cálculos aritméticos. Al mismo tiempo se introdujeron
nuevas ideas sobre la luz y su comprensión filosófica.
Los amantes de las teorías
esotéricas han saltado más allá de su procedencia de la antigüedad para buscar
paralelismo con el Antiguo Testamento, considerándose las catedrales como la
nueva Arca de la Alianza, una metáfora para recordar que como antaño, en el
templo de Jerusalén, las nuevas Catedrales son los nuevos centros del saber,
así los nuevos templos no contendrían las tablas de la ley sino las fuentes de
la sabiduría.
El Arca de la Alianza se
convirtió en un símbolo al desaparecer cuando Nabucodonosor II de Babilonia, destruyó
el templo de Jerusalén en el siglo VI a. C., desde entonces no se ha sabido
nada de ella. Siendo los templos góticos la nueva Arca de la Alianza vistos los
programas iconográficos de las portadas y de las vidrieras que evidencian el
conocimiento de la Biblia por parte de los constructores.
Lo que los obispos promotores de
las catedrales góticas pretendieron mostrar al pueblo la palabra de Dios y la
Biblia en imágenes, al ir dirigido a un pueblo iletrado en la lectura, lo que
promovió los programas iconográficos, que no eran otra cosa que textos
figurados a través de los cuales enviaban una explicación o mensaje simbólico
de aquello que se quería trasmitir al pueblo.
Una de las cosas importantes a
enseñar era que el mal acecha por todas
partes y está presente en la vida cotidiana de cada uno, de ahí que las catedrales
lo anuncien colocando escenas del Juicio Final en sus portadas y
representaciones del diablo en sus gárgolas, recordando a sus fieles que es
preciso mantenerse en permanente alerta porque el mal siempre ronda cerca.
La catedral se presentó como un campo
de batalla entre el bien y el mal donde siempre triunfan las fuerzas del bien.
Cuenca, 1 de abril de 2019.
José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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(*) https://www.lectura-abierta.com/textos-hermeticos-de-hermes-trimegisto/