“Durante cuarenta años, cada año en la fiesta
de San José le he pedido alguna gracia o favor especial y no me ha fallado ni
una sola vez" (Santa Teresa de Jesús).
Dentro de las representaciones de
la Sagrada Familia siempre ha ocupado un papel secundario incluso en la
devoción del pueblo cristiano, salvo excepciones de algunos santos como pudiera
ser San Vicente Ferrer y Santa Teresa.
Era frecuente, en las primeras
representaciones del nacimiento de Jesús que apareciera San José apartado, o
que en la adoración de los Magos ni siguiera se le considerara. Es a partir del
siglo XVI cuando San José comienza a ganar prestigio y fue apreciado como un
santo modélico. Esto también influyó en su iconografía.
Altar de San José. Catedral de Cuenca |
La Iglesia ha representado a San
José como el símbolo del padre de familia cristiano, como un varón justo,
casto, fiel, afectuoso y discreto. Fue el elegido por Dios para conformar la
familia junto con María en la crianza y educación del hijo de Dios.
San José es desde el siglo XIX
patrón de los trabajadores y desde 1955 a su fiesta del 19 de marzo de añadió
la de San José Obrero, el uno de mayo. Es también Patrón de la buena muerte,
pues murió consolado por el cariño de Jesús y María
Es el Santo del Silencio porque
en la Biblia no se le escucha ni un solo vocablo. Los evangelistas no ponen en
su boca palabra alguna. Como padre adoptivo tuvo que ponerse en su sitio en más
de una ocasión, pero no se le menciona reacción alguna, fue un hombre que
cumplió aquel mandato del profeta: “…sean por tanto pocas tus palabras” (Qo.
5,2). Tal vez sea que Dios ha querido no guardar, de San José, palabra alguna
para hacernos amar el silencio. San José nos enseña a vivir con fuerza nuestra
vida interior a orar, a sufrir y a callar acatando la voluntad del Padre.
Es el Santo de los Sueños, a
través de ellos recibió importantes mensajes del cielo. Su primer sueño fue en
Nazaret, un ángel le contó que el hijo que iba a tener María era obra del
Espíritu Santo. Él fue el elegido entre los doce pretendientes de María. Todos
llevaron un bastón de madera muy seca y fue el bastón de José el único que
floreció (símbolo con el que es representado) por ello fue el elegido para
acompañar a María en su vida.
El segundo sueño fue en Belén,
una vez nacido Jesús. De nuevo un ángel le comunicó que el rey Herodes buscaba
al Niño para matarlo y que debía huir a Egipto. Sin pedir explicaciones, a
medianoche, se levantó cogiendo a Jesús y María y partieron para Egipto.
El tercer sueño le vino estando
en Egipto. El ángel del Señor le comunicó que habiendo muerto Herodes y podían
regresar a Israel, nuevamente sin más explicaciones se volvió a Nazaret donde
instaló su negocio de carpintería.
San José. Santuario de la Virgen de las Angustias. Cuenca |
Para concluir quisiera repasar la
devoción que Santa Teresa tenía a San José, fue la santa que más propagó la
devoción hacia San José. Ella fue curada de una enfermedad que venía padeciendo y que casi la deja paralizada, según los médicos de la época era incurable.
Le rezó con fe a San José y obtuvo de manera milagrosa su curación. Desde ese
momento no dejó nunca de invitar a la gente que se encomendara a él. Sus
palabras eran estas sobre San José: “Otros
santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas, pero
a San José le concedió Dios un gran poder para ayudar a todos”. También
decía: “Durante cuarenta años, cada año
en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia o favor especial y no me ha
fallado ni una sola vez; ante estos hechos yo les digo a quienes me escuchan que
hagan la prueba de rezar con fe a este gran Santo y verán que grandes frutos
van a conseguir”.
Feliz día del padre.
Cuenca, 19 de marzo de 2019.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador
hitórico.
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