Un puente y un Canónigo, Juan del Pozo.
El número cinco es el signo de la
acción y la inquietud, es el símbolo de la libertad, la adaptación, el del
espíritu aventurero; así era D. Juan del Pozo, canónigo de la Catedral de
Cuenca en el siglo XVI, cuanta su cronista que era un hombre de pensamientos
más elevados que el mismo puente que mandó construir. ¿Que qué puente? Pues el
que cruzamos con cierta frecuencia cuando subimos hacia el casco antiguo, el que
llamamos de San Pablo, aunque el de hierro se lo debemos al Obispo Wenceslao
Sangüesa en el siglo XX, pero eso es otra cosa. Acaban de cambiarle las tablas y hacer un acceso para minusválidos por eso lo traigo a colación el día de hoy.
Al que hago yo referencia es al
de piedra con cinco arcos. Se inició la construcción del puente de San Pablo en
el año 1534 y se concluyó en 1589, después de fallecimiento de D. Juan del
Pozo. Según constaba en el archivo de los PP. Dominicos de esta ciudad, el
objeto que se propusiera el Canónigo fue el facilitar el paso desde la ciudad
al convento, fundado también por él. Por su construcción pagó la friolera de
63.000 ducados, un precio muy alto para el valor que entonces tenía la moneda.
La altura del puente, según los planos, era de 54 pies castellanos y su
longitud de más de 300 pies (1pie = 0.2957m). Se componía de 5 arcos, cuyos
pilares y principalmente el que subía desde el margen del río parecía una
elevadísimas torre. Un extremo se posaba en el lado en el cerro, cuya cumbre
ocupa el Palacio Episcopal y la Catedral y el otro extremo en el collado del
ante-atrio del convento. Fue construido con piedra labrada toscamente y su robustez
fue calculada en menor proporción a la que necesitaba y por este motivo y la
falta de solidez en la noche del 7 de mayo de 1786 se arruinó parte del primer
machón y del segundo arco del lado de la ciudad. Hay que decir que según
cuentan, desde su construcción comenzó a resentirse y quebrantarse en los
arcos.
Sus constructores fueron Juan de
Gutiérrez de Oceja, vecino de Solorzano en la merindad de Trasmiera, Comarca
histórica de Cantabria. También intervino Juan Palacios, montañés.
Cuenta una pequeña historia de
una apuesta entre dos muchachos en el año 1817, el día de San Antonio,
apostaron dos reales Manuel Sainz y Saiz con otro amigo a que se ponía en pie
en una piedra que sobresalía en el deteriorado machón del puente, y saltando
sobre ella decía “Has perdido”, tanto saltó que cayó la piedra y él detrás
colina abajo hasta cerca del río Huécar. Se creyó que había muerto, pero sanó
de sus heridas y con el tiempo sólo se le advertía renquear de la pierna
izquierda y el hombro del mismo lado le quedé más bajo. Se cuenta que este
mismo fue cura de la parroquia de San Juan Bautista y murió en el año 1837.
Por debajo del puente san Pablo
había otro puente sobre el río Huécar de piedra de sillería para el uso de los
hortelanos, otro puente había al lado del molino llamado de San Martín, situado
debajo de la parroquia del mismo nombre, construido a expensas del Obispo
Pimentel, así mismo había otro en la llamada Puerta de Valencia de igual
fábrica y el puente de Palo, que comunicaba la ciudad con las huertas de la Albufera
y la bajada de Santiago.
Lápida de D. Juan del Pozo en la iglesia del Convento de San Pablo |
Sobre el río Júcar estaba el puente
de la puerta del Postigo y el de la Trinidad o puerta de Huete, estos fueron
construidos mucho antes que el de San Pablo y todos ellos sólo tenían un ojo.
El canónigo Juan del Pozo fue
enterrado en la capilla del convento de los Dominicos y una lápida de pizarra
guarda en recuerdo su figura.
Fue publicado: Cuenca, 5 de marzo de 2019, y 22 de julio de 2023.
Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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