EMBRUJO Y MISTERIO EN LAS NOCHES DE LUNA LLENA EN LA CIUDAD
DE CUENCA
Son muchas las experiencias vividas
en los dos años que pasé tras las Luna llena por la hoz del río Huécar que se
vió plasmada en la exposición y libro titulado “Selene. Mitología de la Luna
llena en la hoz del Huécar”. A raíz de esa investigación raro es el mes que en
su Luna llena no se me van los ojos tras de ella, como Selene buscando a
Endimión.
La Luna llena está siempre
acompañada de misterio y Cuenca es la ciudad ideal del ensueño de las lunas.
Pero antes de mis vivencias tras “Selene” ha habido otros conquenses ilustres
que descubrieron su encanto viéndose atrapados por su hechizo como Federico
Muelas y César González Ruano. Este último nos habla de sus sueños de luna:
“Desde el hotel, enclavado en la ciudad nueva, extendida por lo que era el Arrabal
y la Albufera, Cuenca, sobre todo en las noches de Luna, tiene su carácter
irreal y casi fantástico”.
15 de diciembre de 2013
Cuenca en sí es una leyenda viva,
que se repite cada mes con su seducción de luz de luna llena que baña sus tejados,
calles y rincones, llenando a sus gentes de vivencias e historias que día a día
son soñadas y vividas.
Cuenta la leyenda fechada por los
años de la reconquista, cuando fue escondido un tesoro ante la eminente llegada
de las tropas cristianas a la ciudad mora de Qūnka. Y en la última luna del año, a la hora del gallo
y la Luna ve al Sol, sus primeros destellos son los que iluminan la entrada de
la cueva que los guarda y oculta.
¿Qué habrá de cierto en todo
esto? La tradición de los tesoros ocultos no podía faltar en la historia de
Cuenca. Según la leyenda, se encuentran enterrados en el cerro de la Majestad o
cerro de la Mora. Los Tesoros se creen depositados en la cueva del Madero, pero
la verdad es que nadie ha dado con ella. ¿Quién sabia que los moros escondían
sus tesoros en la cueva del Madero? ¿Qué tesoros escondían? ¿Eran las ricas
joyas que adornaban los cuerpos de las moras en los bailes privados con los que
deleitaba a su amor en las noches de pasión bajo el influjo de los rayos de
luna llena? ¿O son las ricas joyas de Zaida, hija del rey moro de Sevilla y
esposa de Alfonso VI las que allí se hallan?
José María Rodríguez González
El rey Alfonso VI de León se
refugió primero en Toledo y luego en Sevilla, al hacerle la guerra a su hermano
Sancho II, el Fuerte; Allí se enamoró de Zaida, hija del rey Abenabeth, la cual
tomó el nombre de María Isabel al bautizarse. Aportó como dote las plazas de
Cuenca, Huete y Uclés (año 1091). AL invadir los almorávides el reino de
Castilla, Alfonso VI manda con el ejército a su hijo Sancho Alfonsín, muriendo
en la batalla de Uclés (1108) y Sagrajes, perdiendo las plazas de Uclés y
Cuenca.
No sabemos, si es que alguna vez existieron, de quien pudieron ser estas joyas
del misterioso tesoro que se cree enterrado. La realidad poco importa, para el
juego que hoy me ocupa. En esta noche fría de diciembre sintiendo la humedad
del río, este Huécar casi oculto que cruza entre las últimas huertas que quedan
en la hoz, próximas a las antiguas murallas que defendieron a esta digna ciudad
eterna. Poco importa quien fuera la mora. El verdadero tesoro es esta noche fantástica,
en que a través de su silencio, también irreal, sentado sin prisa a esperar la
aparición de la luna por el cerro de la Majestad para inmortalizar el momento
de su salida como guardián y amante de la reina de la noche. La ciudad duerme y
sueña con sus antiguas grandezas. Todo
hombre tiene el derecho a soñar, a conquistar la vida ante la muerte, sagrado
derecho del sueño que se ve iluminado por el hechizo lunar. Cuenca sueña, sus
calles llenas de casones con historia, Cuenca encantada ante la majestad de su
templo regio que guarda sus tesoros del tiempo pasado y presente, como el cerro
de la Mora. Y cuando la Luna se esconde, tras las primeras luces de la mañana,
la ciudad despierta a la realidad de su presente que es el mejor tesoro que
posee. El amor de sus gentes a la ciudad del presente. “Cuenca en volandas”
como cantó su poeta.15 de diciembre de 2013
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