BUSCANDO LA SUERTE PARA
EL NUEVO AÑO
Entre uvas y campanas
anda la suerte
Torre de Mangana- Cuenca |
Todos los pueblos, en mayor o menor medida, se dieron cuenta
que el tiempo era cíclico. Trascurrido cierto tiempo los cultivos volvían a
crecer y los períodos de lluvia volvían para fertilizar los campos, de esta
manera el hombre fue consciente que todo volvía a empezar. La luna muere y
renace cambiando su sombra, la serpiente hace lo mismo cuando cambia de piel y
el periodo femenino constituye un ciclo de vida que en sí mismo representa la
sucesión de la vida y la muerte. Es el
poder cíclico de las cosas, fue representado iconográficamente en el Medievo,
por una serpiente que se muerde la cola, la podemos ver en la iconografía
catedralicia, en uno de sus arcos góticos. Este símbolo lo denominaron euroboro.
Euroboro. Iconografía Catedral de Cuenca |
Si nos remontamos en los tiempos para encontrar motivos de
celebración por éste hecho, uno de los primeros ejemplos lo encontramos en el
pueblo babilónico. Hace cuatro mil años, vieron en esta repetición cíclica,
motivo de celebración e instauraron un ciclo festivo que duraba once días, coincidiendo
con los primeros brotes de las plantas en primavera.
En Egipto, se señalaba el principio del nuevo año cuando el
río Nilo empezaba a crecer el caudal, momento propicio para la siembra, celebrándose
con gran algarabía y fiestas.
Como observamos en todas las culturas los cambios de ciclo
han llevado consigo ritos para atraer el amor, la salud y el dinero, tres
pilares esenciales para el bienestar y la felicidad de los hombres. Ritos
encaminados en la búsqueda de la fertilidad y de la abundancia.
En la época romana, Julio César fue el que determinó el
inicio del año el día uno de enero, primer día del mes dedicado al dios Jano. Este
calendario se denominó calendario Juliano, utilizando el movimiento del sol
para la medición del tiempo. Julio César lo estableció hacia el año 46 a.C.
Este calendario se mantuvo hasta que el 4 de octubre de 1582, que el Papa
Gregorio XIII instauró el nuevo calendario, de ahí su nombre, Gregoriano, y fue
adoptado por todos los países católicos casi de inmediato.
Racimo de uva. Iconografía Catedral de Cuenca |
El comenzar el año con el rito de las uvas, es
relativamente moderno. Doce uvas que deben ser comidas una a una, coincidiendo con cada campanada del reloj a
las doce de la noche. El significado de este ritual se relaciona con las
aspiraciones y anhelos de cada persona, siempre con el deseo expreso de que se
hagan realidad los deseos y anhelos. Aflorando la añoranza de un año que
termina y la esperanza de alcanzar los mayores éxitos en el año que comienza.
Hace unos días, buscando en los cajones del recuerdo
di con algo curioso, alguien en los albores del siglo XX, se había tomado la
molestia de buscar y dar un significado a cada una de las uvas. Cada una de
estas modestas uvas tiene su fundamento en el mundo del deseo humano. Desde la
primera a la última están cuidadosamente seleccionadas, se les atribuye un
posible logro o beneficio. Si no son injeridas en su tiempo justo, esto es, a
su campanada, la suerte se vuelve adversa en los distintos meses del año entrante.
Junto con el significado encontré una esfera de reloj con sus manecillas e ilustrado
con doce escenas significativas. Iniciando con la escena del génesis, el pecado
de Adán y Eva; prosigue con monumentos identificativos de ciudades emblemáticas
del mundo; hasta la novena y décima que son ilustradas con dos parejas
renacentistas; la undécima aparecen unos fuegos artificiales; para cerrar
la duodécima, con una vista de Nueva
York. Es de suponer que estas ilustraciones deben de indicar el presagio que se
gana o se pierde según se desarrolle el rito de la toma de las uvas.
Reloj de la suerte. año 1920 |
El significado de cada uva es el siguiente: La
primera, desea una noche inolvidable; la segunda, sorpresa en el mes de enero;
la tercera, regalos apetecibles; la cuarta, feliz acontecimiento; la quinta,
suerte en los negocios; la sexta, nuevas oportunidades; la séptima, noticias
importantes; la octava, suerte en la lotería; la novena, un deseo cumplido; la décima, un veraneo inesperado; la undécima, un encuentro dichoso y la duodécima, la felicidad.
Como vemos son muchas las tradiciones y ritos
para estos momentos, siempre con la esperanza de alcanzar en los meses
venideros los mayores logros en los tres conceptos anteriormente citados, amor,
salud y dinero. Mi consejo particular es que lo pase lo mejor posible en
compañía de sus seres más queridos y entre en el nuevo año con su mejor
sonrisa.
A todos, FELIZ AÑO 2014
José María Rodríguez González
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