LA
CAPILLA DEL OBISPO CRUZ LAPLANA LAGUNA Y LA FIGURA DEL OBISPO EN LA TOMA DE
POSESIÓN DE LA SILLA EPISCOPAL DE LA DIÓCESIS DE CUENCA.
Capilla del Obispo. Catedral de Cuenca |
Navegando en la
hemeroteca del año 1922, he hallado y he quedado, gratamente sorprendido, al
encontrar el artículo sobre la llegada del prelado a la ciudad. Está sacada del
periódico “La Razón” y que paso a trascribir para disfrute y conocimiento del
acontecimiento y para saber algo más sobre nuestro Obispo Cruz Laplana Laguna,
que sustituyó a Wenceslado Sangüesa y Guía, disponiendo de su propia capilla en
la Catedral de “Santa María” de Cuenca.
El 30 de noviembre de
1921, la Santa Sede le nombra obispo de Cuenca. La consagración tuvo lugar en
la Basílica del Pilar de Zaragoza el 26 de marzo de 1922 por el Cardenal Juan
Soldevilla y Romero, tomando posesión de su diócesis el 10 de abril de 1922.
Así expone el periódico
“La Razón” de 10 de abril de 1922 la toma de posesión del Obispo: “Por fin se ha visto calmada la ansiedad de
los conquenses por conocer a su Obispo, ansiedad justificada en extremo aunque
sólo tengamos en cuenta los grandes elogios que de la virtud, talento, bondad
de carácter y sencillez de costumbres del Dr. Laplana nos habían traído la prensa,
el telégrafo, las cartas particulares y los comisionados del Cabildo,
Ayuntamiento y Diputación que a su consagración acudieron.
Foto del Prelado en la edición del La Razón |
El
sábado y el tren correo que llega a esta capital a las cuatro de la tarde llegó
a Cuenca, siendo recibido en la estación a los acordes de la marcha de infantes
por las representaciones de todas las colectividades: Gobernador civil,
Ayuntamiento, Diputación, Instituto, Escuelas Normales, Cabildo, Clero
parroquial, Delegación de Hacienda, ingenieros de Obras Públicas, comisiones de
los Cuerpo de Correos y Telégrafos, Órdenes religiosas, ingenieros de Montes y
mil más que mezcladas entre un gentío enorme hicieron objeto de una ovación
cariñosa al Prelado desde el momento en que entró el tren en agujas hasta que
fue recibido en la sala que en la misma estación tenían dispuesta para hacer
las presentaciones de rúbrica.
Allí
tuvimos la ocasión de saludar a Su Ilustrísima así como a todas las personas
que habían formado su acompañamiento durante el viaje y que, salvando omisiones
involuntarias, eran el diputado a Cortes D. Joaquín Fanjul, el señor Piniés,
hermano del ministro de la Gobernación que por obligaciones de su cargo se vio
imposibilitado para asistir, familiares del señor Obispo, subdirector del Banco
Zaragozano, penitenciario de esta Catedral, Sr. Olmo presidente de la
Diputación D. José María Arribas, diputado a Cortes por Cañete, los señores
jefes de Obras Públicas y Montes, el señor gobernador militar de esta plaza, D.
Manuel “Bisier” y Julio León.
Todos
ellos se mostraron satisfechísimos del entusiasmo inenarrable manifestado por
los pueblos en masa en todas las estaciones del tránsito correspondientes a la
diócesis conquense pero haciendo sobre todo grandes elogios del recibimiento
dispensado por los pueblos Sta. Cruz de la Zarza, Tarancón, Huete y Chillarón.
Terminadas
las presentaciones de todos los comisionados de la capital se puso en marcha la
comitiva para hacer la entrada solemne en la ciudad. Por expreso deseo del
Prelado se hizo ésta a pie abriendo marcha una sección de Guardia Civil a
caballo; a continuación iba el Sr. Obispo que llevaba a ambos lados a los
señores Gobernador Civil y Alcalde de Cuenca y detrás la muchedumbre de
comisiones seguida de un numeroso gentío.
El
paso de la comitiva por las calles de D. Mariano Catalina, Calderón de la
Barca, Puente de la Trinidad, Subida del Instituto, Andrés de Cabrera y Alfonso
VIII fue saludado con prolongadas aclaraciones que unidas al aspecto
hermosísimo de las mismas, engalanadas con vistosas colgaduras y con los arcos
triunfales construidos por la Empresa del Salto de Villalba, Sucursal del Banco
Zaragozano, Cámara de Comercio, Centro de Acción Católica de San Julián. P.
Socorro y Ayuntamiento constituyeron el recibimiento más clamoroso y entusiasta
que en Cuenca se recuerda.
Gran
número de coches, cedidos espontáneamente por sus dueños seguían la comitiva.
Cuando
ésta llegó al Ayuntamiento, fue recibido el Ilmo. Señor Obispo por la
Corporación en pleno y el Cabildo revestido y acompañado al Salón de actos, vistiendo
el manto de larga cola dirigiéndose inmediatamente a la Catedral, cuya entrada
estaba artísticamente adornada con los ricos tapices pertenecientes a la misma.
Antes
de entrar en la iglesia y en la misma puerta, donde lo mismo que en el salón
del Ayuntamiento se había dispuesto un pequeño altar, vestido el Prelado de Pontifica,
oró brevemente en la Capilla de la Virgen del Sagrario y en la tumba de su
antecesor doctor Sangüesa y entonándose después el solemne Te-Deum y Salve.
Dirigió luego salutación a los fieles sin que apenas pudiera oírse por el
murmullo que producía la muchedumbre que llenaba totalmente las naves de la
iglesia.
Últimamente
las comisiones representativas de las colectividades conquenses fueron
obsequiadas en la Sala Capitular con un espléndido lunch.
Sea
bienvenido a nuestra tierra el Iltmo. Sr. D. Cruz Laplana y quiera el Cielo
concederle todo el acierto y muchos años de satisfacciones y venturas.” (Equis)
Su triunfal entrada y
toma de posesión del Prelado contrasta con su muerte.Tras el fracaso de golpe de estado de julio de 1936, Cuenca fue fiel al gobierno republicado por obra del teniente coronel Francisco García de Ángela. A los pocos días de la llegada de las milicias anarquistas mandadas por Cipriano Mera, empiezan a producirse desmanes en la ciudad. En la tarde de 20 de julio hizo explosión una bomba en la puerta del Palacio Episcopal. El 28 de julio el obispo es obligado a dejar su residencia acompañado de su mayordomo Manuel Laplana y su familiar, Fernando Español. Bajo custodia es conducido al Seminario que era utilizado como cárcel. El 7 de agosto de 1936 es fusilado. Fue beatificado, junto con otros 497 mártires, el 28 de octubre de 2007.
Cuenca, 5 de diciembre de 2013
José María Rodríguez González
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