viernes, 28 de febrero de 2014

Crónica Real de la Toma de la Ciudad de Cuenca por Alfonso VIII


CRONICA REAL DE LA TOMA DE LA CIUDAD DE CUENCA

El desacierto de una crónica reflejada en la placa conmemorativa

En la parte Norte de la Girola de la Catedral y en la pared posterior de la capilla de los Caballeros hay una placa conmemorativa de la toma de la ciudad donde dice “El rey Alfonso IX ganó a Cuenca, día de San Mateo a XXI de septiembre año del señor de MCLXXVII”. Siempre me he preguntado, al igual que muchísima gente por este texto que es un tanto confuso por ser el rey Alfonso VIII quien la reconquistó.

Placa conmemorativa de la reconquista de Cuenca
Intentemos resolver el misterioso enigma.
El rey Alfonso IX de León, nació en Zamora el 15 de agosto de 1171, era hijo de Fernando II de León  y Doña Urraca de Portugal, a la toma de Cuenca tenia la edad de 7 años, por lo que posiblemente fuera un error del canciller real D. Giraldo al escribir  la crónica de la toma de Cuenca.
La historia que escribió el canciller real D. Giraldo en el año 1212 dice: “Gana Conca el Señor Rey Alfonso IX a 21 de septiembre, día de Santo Matheo, miércoles, en año de nuestro señor Jesucristo de 1177 años” y añade que buscando trazas para conquistarla, el rey juntó sus caballeros que pasaban de tres mil y “cercala en 7  de hebrero de 1176”.
 
Ante estos hechos, queda claro que fue un error de trascripción conmemorativa de la placa, que haciendo uso de la crónica y habiendo trascurrido más de cuarenta años del acontecimiento y muerto el rey D. Alfonso VIII el 6 de octubre de 1214, el tallador de la placa perpetuó el error que el canciller real, D. Giraldo, cometió en la narración de su crónica.
 
La crónica fue escrita en el año 1212. Les sigo trascribiendo porque es altamente interesante todo lo que afirma. “E los moros cada día daban en ellos e mataban muchos homes”, teniendo necesidad de marchar el rey a Burgos para rehacer su gente y traer mantenimiento para ella. Y desde que volvió Alfonso VIII, en 6 de enero de 1177, hasta que se entrega la ciudad pasaron nueve meses.
 
Situación de la placa en los muros de la nave Norte de la girola
A continuación explica minuciosamente la colocación de las tropas. En cuatro partes estaban distribuidos los sitiadores para evitar la salida de los moros; uno en el puente del río Júcar, con 200 caballeros y pedreros al mando de Martín de Sacedón; otro en la loma del cerrillo, con otros tantos guerreros al mando de Hernán Martínez de Ceballos, (el que poco tiempo después tomaba por asalto el castillo de Alarcón) 50 empedradores de caballería corrían de un lado a otro, capitaneados por Alonso Pérez Chirino, y otro puesto, al mando de Andrés de Cañizares, guardaba el real, en la puerta llana, donde estaban las tiendas de Alonso de Castilla y sus caballeros.
 
Debajo de las cuestas de Conca, en un punto que pasa el Huécar, hicieron los moros un muelle e taparon de modo que el agua salía por encima del puente, casi “huyenron los cristianos o se apartaron a seguro e pasaron mucho mal por donde iban las aguas e quedaron pantanos e zanjas e non se podría pasar”. En 12 de julio los moros hicieron una salida y consiguieron avituallarse a costa de grandes pérdidas, pero ya fracasaron los demás intentos que hicieron.
 
Pasemos, sin detenernos, la ingenua relación que se hace del encuentro de Estéfano Burillo, Lope de Salazar y Pedro de la Zagra con unos pastores en las fuentes de la Moratilla que dieron muerte a dos, y que otro, llamado Martín Alhaja, les sirvió de guía para entrar por un portillo y sorprender la ciudad con una patrulla de cien hombres cubiertos de pieles de carnero mandados por Alfonso de Jaraba y su sobrino Mateo.
 
Vino después el asalto general y una horrible matanza, y el miércoles de San mateo, a las siete de la mañana entro “el Rey D. Alfonso en Cuenca, con los sus clérigos y caballeros e estuvo el rey a caballo a diz que traiva en el arzón del caballo su Sta. María, que siempre a par de sí con una banda blanca asida se entró un portillo que abrió el camino de Valencia en la muralla, le traiva el pendón blanco, el obispo de Burgos, que era de tafetán blanco con nuestra señora e se lo dio a Tei Pérez e le puso encima del muro que estaba sobre el río Jucar”.
 
Clavo otro estandarte Andrés de Cañizares en el postigo de San Juan; puso otro más alto, en el muro redondo encima del Júcar, Alonso Pérez Chirino; y aún se mencionan más estandartes que pusieron Alonso Chirino, los Azagras, los Ximenes de Cisneros, el llevaba el guión del Señor Rey D. Alonso; D. Diego López de Haro, el de Vizcaya, “e este le pauso en el castillo de Conca en el fuerte muro que está por hacia el postigo por donde entraron a tomar Conca”.
 
Sería necesario mucho espacio para explicar en qué caso la enseña o señera de la ciudad debe llamarse pendón, bandera, estandarte, guión o grimpola, cosas que define muy bien Mosén Diego de Valera en su “Tratado de armas”. La bandera de los concejos se llamaba “palón” y tenía una forma alargada, como rectangular, con el borde libre cortado en semicírculo.
 
La tradición dice que la enseña que se guarda en la catedral y se entrega todos los años al Ayuntamiento la víspera de San Mateo, es la auténtica bandera de Alfonso VIII. Pero ¿Cuál de ellas? ¿La que llevaba D. Pedro, obispo de Burgos, con la imagen de nuestra Señora? ¿El guión con las armas reales que clavó don Juan Diego López de Haro en el castillo de Cuenca? Sería preciso ver la bandera enteramente desplegada. Es de un tejido de seda muy tupida como los que llaman otomanes y en otros tiempos tafetanes, dobles y dobletes, de color amarillento, como crudillo, reforzado con pasadas de seda amarilla. Todo el campo pudo ser primitivamente de color blanco, pero no nos atrevemos a afirmarlo.
 
Espero que todo esto sirva para esclarecer un poco más los enigmas de los primeros años de la ciudad de Cuenca en tiempos de Alfonso VIII al conmemorar este año el octavo centenario de su muerte.
José María Rodríguez González
1 de febrero de 2014

1 comentario:

  1. En la publicación del artículo por parte del periódico “Voces de Cuenca” ha surgido un comentario sobre la hipótesis de que la placa conmemorativa tenga la asignación de Alfonso IX en vez de Alfonso VIII porque Daña Urraca se caso con Alfonso I de Aragón “El Batallador” se cae por su propio peso y me explico.
    La reina Urraca se casó en primeras nupcias con el conde Raimundo de Borgoña, hijo del conde palatino Guillermo I de Borgoña. Habían estado comprometidos desde 1087, aunque el matrimonio no se celebró hasta 1095 en la ciudad de Toledo. Fruto del primer matrimonio de la reina nacieron los siguientes hijos:
    1. Alfonso VII de León (1105—1157). Sucedió a su madre en los tronos de León y de Castilla.
    2. Sancha Raimúndez (1095/1102—1159).
    Contrajo un segundo matrimonio con Alfonso I el Batallador, rey de Aragón, matrimonio del cual no hubo sucesión y que fue anulado posteriormente a causa de la consanguineidad de los dos contrayentes. La anulación eclesiástica del matrimonio argumentando ante el papa Pascual II que el mismo era incestuoso debido a la consanguinidad de los esposos (ambos eran biznietos de Sancho Garcés III de Pamplona).
    Los últimos años del reinado de Urraca son poco conocidos por la falta de documentos claros. De su estudio se desprende que no cesó la guerra civil hasta su muerte en el año 1126, ocurrida en el castillo de Saldaña. Ese mismo año, su hijo Alfonso, llegado de Galicia, sería coronado también como rey de León como Alfonso VII de León, más tarde llamado el Emperador.
    Todos estos episodios sucedieron antes, incluso del nacimiento de Alfonso (El de las Navas). Hay que pensar que al alcanzar la mayoría de edad en 1170, Alfonso VIII fue proclamado rey de Castilla en las Cortes que se convocaron en Burgos, no como Alfonso IX y es por lo que mantengo que la placa conmemorativa posee un error tipográfico y no de sucesión.

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