San Isidro de Cuenca en el barrio del
Castillo
San Isidro |
Hoy es la festividad de San
Isidro, Cuenca celebra al Patrono de los campos en su ermita del Castillo. La
ermita fue fundada en el siglo XVIII por el prelado D. Juan De Lancaster
Noroña, duque de Abrantes y D. Isidro Carbajal y Lancaster, inquisidor y Corregidor
de la Ciudad de Cuenca en ese momento.
San Isidro es un salto que vivió en
el siglo XII. Fue una persona sencilla a lo algo de su vida no hizo nada
extraordinario y sin embargo llego a la santidad.
Sus días transcurrían en la llanura
del Manzanares trabajando a jornal de Juan de Vargas. Durante su jornada, el labrador
apenas si reposaba ni hablaba; pero es hermosa la obra que de ella se desprende,
un canto de amor a la pródiga mano de aquel que bendice su sudor y le procura
óptimos frutos para su sustento, es también un canto de admiración hacia la
belleza de todo lo creado. Porque su alma sencilla, que ignora la ambición, se complace
solo en el cumplimiento del Divino Precepto y sabe extraer de éste y de los
puros goces que Dios coloca al alcance de todas las criaturas, sus mejores
satisfacciones.
Al dejar su labor, en su casa,
cuando la noche cae sobre el campo le esperan su mujer Santa María de la Cabeza
y su hijo. La vida de los tres trascurren en paz. Sólo el percance del hijo que
se cae al pozo y se ahoga, rompe el equilibrio. Pero San Isidro y Santa María
de la Cabeza rezan con fervor sin atreverse a pedir a Dios que evite el dolor
de la pérdida del hijo. Pero no obstante el hijo les es devuelto sano y salvo
por la Divina Bondad de quien adoran.
En otra ocasión es la hija de
Juan de Vargas, su amo, la que muere y una vez más se manifiesta el poder
milagroso de la intervención de San Isidro el labrador bueno y sencillo: LA
NIÑA VUELVE A LA VIDA.
Así pasan los días, sin que el
bueno de Isidro, sienta otras tentaciones que la de orar en las pausas del
trabajo; buscando en la oración un encuentro con el Creador, para relatarle sus
íntimos pensamientos y el amor que encierra su corazón por los bienes que le
dispensa. Ni él mismo se da cuenta de su fervor religioso y su extremada bondad
hacia sus semejantes le están abriendo el camino de la santidad. Sus manos tienen
poder milagroso: abren manantiales en la roca y cuando la oración le distrae
algo más de la cuenta, su yunta, guiada por otra figura, en todo semejante a la
suya, sigue labrando, según ve su amo que vigila su labor.
Ermita de San Isidro - Cuenca |
Disfrutemos de este día que se
nos brinda y subamos a la ermita de San Isidro como devotos del Santo a
disfrutar del pareja, de los panecillos y de su bendición.
Cuenca, 15 de mayo de 2015
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