Mi agradecimiento a
mis compañeros y alumnos por estos años juntos en la digna tarea de enseñar y educar.
El jueves, día 21 de diciembre
fue mi último día de clase. El viernes fue un día de despedida. Desde el 14 de
septiembre de 1996 he ejerciendo como docente en el IES Fernando Zóbel de
Cuenca, 21 años en este Instituto.
La dedicación a la docencia parte
del principio fundamental de la vocación, siempre desde pequeño me ha gustado
la enseñanza. Esta profesión ha sido para mí, una forma de vida, la resumiría
como una forma de SER.
Paulo Freire, en su libro “La educación como práctica de libertad” menciona que
“la tarea esencial del educador debe es enseñar a los estudiantes a liberar sus
mentes, a ser ellos mismos y a tener opinión propia. Para ello el docente tiene
que ser consciente de su responsabilidad social despertando, en el alumno, el
interés por el descubrimiento de la verdad en todos los campos del aprendizaje”,
misión que he intentado inculcar a mis alumnos a lo largo de mis años como
docente.
Durante estos 36 años dedicados a
la enseñanza, directa o indirectamente, siempre he intentado tener una mente
abierta, en dos vertientes: en el aprendizaje y en la adaptación. Todos los
días han sido un reto al impartir cuatro niveles. Ante esta diversidad uno debe
ser capaz de adaptarse y saber manejar una significativa cantidad de elementos
diversos que se plantean a lo largo de cada jornada.
Hace unos días recibo un correo
electrónico de una alumna de cuarto, que decía: “Buenas tardes Chema, te mando este correo para decirte que el blog lo
creé en la sala de informática pero no lo pude continuar en mi casa. El único
ordenador que tenemos lo utiliza mi hermano para poder estudiar y no me lo
puede dejar porque está en Madrid estudiando. Entonces no pude hacer nada sobre
el blog y quería saber si por no poder hacer estos trabajos que mandaste puedo
llegar a suspender… Muchas gracias. Un saludo”.
No todo en la docencia es enseñar
y hay que tener en cuenta las limitaciones técnicas y económicas de la
Administración y de las familias que nos limitan a la hora de desempeñar
nuestras funciones pedagógicas, como en el caso que acabo de relatar.
La flexibilidad en estos temas es
primordial. Ante una situación especial uno debe de ser capaz de hacer cambios
en las actividades, buscas caminos distintos para llegar a conseguir los
logros, al igual que si los alumnos no llegaran a comprender los conceptos
explicados hay que buscar otras maneras de exponerlos para su comprensión.
Después de un tiempo alejado de
la docencia directa me he dado cuenta de que no existen dos niños iguales. El
ritmo de trabajo, sus comportamientos en clase y todos los factores externos
que pueden afectar a su aprendizaje, provocan desfases en las necesidades
temporales del aprendizaje individual de cada alumno. Hay unos que necesitan
más tiempo para comprender los conceptos explicados en clase. He intentado ser
paciente tanto para los que captaban los conceptos rápidamente como los que les
costaba más, repitiendo las veces que han sido necesarias para que fueran
entendidos.
He intentado ser paciente, tanto
para los que acababan pronto sus tareas como los que eran más lentos que me
obligaban a repetir de nuevo las explicaciones, nada he dado por perdido en
estos años y he intentado no perder la falta de confianza en ellos, aunque a
veces me ha constado muchísimo ser paciente.
Siempre me ha gustado ser
comunicativo y próximo a sus problemas, compartiendo con ellos los malos
momentos, como cuando se les veían decaídos por sus malos resultados, intentado
hacerles ver que todo es recuperable. He compartido con ellos los proyectos de
tecnología e informática, que hemos realizado dándoles a elegir entre varios
para que se sintieran parte integrante en los trabajos, tal vez he sido algo
agobiante por hacerles que comprendieran conceptos técnicos que para mí eran
básicos, pero que para ellos resultaban algo complicados.
Hoy se ha cerrado otra etapa de
mi vida. Me he siento gratamente sorprendido por mis alumnos.
Estaba despidiendo de los
compañeros y mi última fase era el despedirme de los conserjes, cuando un grupo
de alumnos han llegado buscándome. ¡Qué grata sorpresa! Querían despedirse de
mí entregándome un pequeño regalo. Me han hecho que lo abriera, era un estuche
con un bolígrafo PARKER, un gran obsequio cuando sabes que han sido ellos, sin ser
motivados por ningún profesor para hacer tal acción. Para mí ha sido el mayor
obsequio, el reconocimiento de mis alumnos.
Les he dado las gracias y ellos
me han respondido: “Estamos agradecidos
por todo lo que ha hecho por nosotros, por entendernos y sobre todo por
enseñarnos muchas cosas”.
Solo me queda dar las gracias a
todos, a mis compañeros y a mis alumnos por haberme enseñado ellos más a mí que
yo a ellos. Creo que he sido muy afortunado y quiero daros las gracias por todo
lo que me habéis aportado en mi vida.
¡Muchas gracias a todos!
Cuenca, 23 de diciembre de 2017
P.D.Al terminar de redactar esta carta, abro el Messenger y me encuentro con este mensaje:
Buenas noches Chema, bueno ya que no me he podido despedir de ti, quería decirte que gracias por éste año y medio, eres un profesor de los pies a la cabeza, gracias por enseñarme tanto e implicarte en que aprendamos. Dejas un hueco muy grande difícil de ocupar, deseo que disfrutes de tu jubilación que te lo mereces un saludo y un abrazo muy fuerte. Sonia.
Por estas cosas ha merecido la
pena dedicar una vida a la enseñanza.
José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico