La ley de abstinencia de carne y de caldo de carne nos obliga solamente en los viernes de Cuaresma.
Siempre me ha llamado la atención
que algunos alimentos queden prohibidos unas semanas antes de la Semana Grande
del Cristianismo o Semana Santa. La curiosidad me surgió a temprana edad y como
siempre acudía con las dudas a mi abuelo ya que en casa todos andaban muy
ocupados en sus trabajos cotidianos y como penúltimo de cinco hermanos era como
un “algo que existía” pero que todos pasaban.
Cada mañana cuando nos
levantábamos teníamos preparado el desayuno en el comedor. Una taza de cristal de duralex, (que se
conseguía coleccionando envoltorios del chocolate y que luego se canjeaba en la
tienda del Sr. Parra) nos esperaba llena de leche con malta y unas rebanadas de
pan para mojar, pero esa mañana fue distinta –Hoy es miércoles de Ceniza y es
día de ayuno y abstinencia -Pregonó mi madre-, así que todos mis hermanos y mi
padre se marcharon a trabajar sin llevarse nada a la boca. Cuando marcharon y
antes de irnos al colegio mi madre nos dijo a mi hermana pequeña y a mí –
vosotros sois pequeños y con vosotros no
va esto y debéis desayunar antes de marcharos al colegio.
Aquello despertó mi curiosidad y
me faltó tiempo cuando fui a casa de mi abuelo Sabino para preguntarle ¿Qué era
eso de ayuno y abstinencia? Mi abuelo era sabio y estaba seguro que me
resolvería el enigma. -Josemari coge la Biblia y busca en San Marcos 2, 19-20,
me dijo sin más dilaciones cuando le conté lo sucedido en casa. –Lee lo que
pone- Abrí la Biblia busque la cita y leí: “Jesús
les dijo ¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está
con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en
que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día”.
Basándose en esta cita los primeros cristianos después de la Ascensión de
Cristo, por su fervor, comenzaron a prepararse para la solemnidad de la Pascua,
tomando esta forma de penitencia y como Cristo les había dado ejemplo de un
ayuno de cuarenta días, creyeron que no podían honrar mejor a su Pastor que
imitándolo. De ésta forma nació la costumbre del ayuno cuaresmal.
-¿Cómo ayunaban ellos? -Pregunte.
En aquella época remota el ayuno duraba las seis semanas anteriores a la fiesta
de Resurrección, es decir que nuestros padres en la fe ayunaban 36 días, pues
excluían los domingos, que nunca consideró la Iglesia como días de penitencia y
ayuno.
-Pero mira lo que ocurrió
Josemari. En el siglo IX los cristianos de oriente que siempre han rozado la
perfección, protestaron y reprocharon a los cristianos de occidente el quitar
cuatro días de la Santa Cuaresma, tachándolos de rufianes hacia el ejemplo del
Divino Maestro. Por lo que la Iglesia de Roma, con sabio criterio, determinó
que en lo sucesivo comenzaría la Cuaresma, no el domingo, sino el miércoles
precedente, conocido desde entonces con el dictado de Miércoles de Ceniza
completando los cuatro días que eran restados, cumpliendo así todos los
cuarenta días reglamentarios.
-Enterado de cómo llego el Miércoles de Ceniza no pude dejar de
preguntar. -¿Cómo se guarda la cuaresma? -Sentados los dos en el saliente que
daba al barrio de San Martín, prosiguió mi abuelo: Una sola comida en el
espacio de 24 horas fue siempre la característica de los días de ayuno, a
imitación de los antiguos judíos, retrasaban esta comida única hasta la puesta
de sol. Por mucho tiempo se conservó esta costumbre, aún en tiempo de
Carlomagno estaba generalizada. La sociedad cristiana comenzó a vaguear y a
protestar por las seis horas de la tarde que se hacían cuesta arriba y después
de muchas discusiones se otorgó que la comida única fuera a las tres de la
tarde. Esta modificación originó otras muy importantes modificaciones que vendrían
a transformar la noción esencial que hasta entonces se había tenido acerca del
ayuno.
-¿Cómo pasaban sin comer desde
las tres de la tarde hasta la misma hora del día siguiente? ¿Es posible que
hicieran trampa? –Le dije yo a mi abuelo cargado de razón, mira Josemari esta
norma proviene de la Regla de los monjes de san Benito que desde la hora Nona
(entre mediodía y tres de la tarde) en Cuaresma no tomaban nada pasando a los
seglares. Sin embargo como los monjes se dedicaban a las duras tareas agrícolas
concedieron a los religiosos la facultad de beber un poco de vino antes de
Completa, con el fin de restaurar sus fuerzas agotadas por el cansancio del
día. Usaban de ese alivio en comunidad, durante unas lecturas llamadas Confesiones (Collatio en latín) llamándose este refrigerio Colación. Pero como
el vino solo sentaba mal al estómago se añadió más tarde un pedazo de pan.
Los seglares de los siglos XI y
XII juzgaron muy cómodo ese alivio en el rigor del ayuno cuaresmal. En un
principio sólo se le permitía a las personas achacosas. Con todo ésto se fueron
relajando los creyentes y con la bebida añadieron unas pocas conservas, es
decir frutas secas o confitadas ellos decían “a modo de medicina, para
fortalecer el estómago y facilitar la digestión” y más tarde en el siglo XV
aumentó con un “frustulum” o pedacito
de pan, como de onza y media que venía a ser unos 40 ó 50 gramos actuales,
estas se convirtieron en tres onzas en el siglo XVII y algo más cantidad en
tiempos posteriores.
-¿Y lo de la abstinencia donde
fue a parar? Le dije a mi abuelo. Como acabo de contarte no es muy gloriosa la
historia del ayuno. La abstinencia es la privación de ciertos alimentos menos
indispensables para la subsistencia del hombre como pudiera ser la carne, única
reconocida como inherente a la noción del ayuno. Hasta el siglo VI y aun hasta
el VII dejó la Iglesia al libre albedrío de cada cristiano la elección de austeridad y sólo cuando vió a los fieles
que se podría perder tal hábito intervino.
-Trae aquel libro pequeño, con pasta
de piel de becerro, que está encima de la estantería -Sin replicar lo cogí
acercándoselo. -Es el nuevo Código Romano que en la actualidad rige para todo
el orbe católico, en los cánones 1.250 a 1.254 establece sobre el ayuno y la
abstinencia reglas más concretas.
Abriéndolo leyó el canon 1,250
“la ley de abstinencia prohíbe alimentarse de carne o de caldo de carne, pero
no de huevos, de lacticinios y de cualquier condimento, aun de los de grasas de
animales”. También permite ahora la promiscuación, es decir mezclar carne y pescado
en los días y comidas en que se puede comer carne. En España gozamos además de
una ·gracia señaladísima” los fieles que junto a la Bula de la Santa Cruzada se
proveyeren mediante una ligera limosna, del Indulto de la ley de ayuno y
abstinencia, gracia que se resume en los siguientes privilegios consignados en
el mismo Indulto, vulgarmente llamado Bula
de Carne. 1º En cualquier día y en cualquier refección pueden comer
lícitamente lacticinios, huevos y pescado. 2º La ley de abstinencia de carne y
de caldo de carne los obliga solamente en los viernes de Cuaresma, en los de
las cuatro Témporas y en los viernes de Pentecostés, Asunción de la Virgen
María y Navidad. 3º Únicamente en los miércoles, viernes y sábados de Cuaresma
y en las vigilias mencionadas están obligados a la ley del ayuno.
Como ves estas cosas se han ido
relajando año tras año y época tras época. Procuremos suplir lo que no podamos
realizar con otras obras pías no menos eficaces para expiar los pecados por que
la conciencia del hombre es débil y Dios lo sabe.
Aquel día baje a casa con la
lección aprendida y sabiendo que el ayuno y la abstinencia son maneras de
doblegar el cuerpo para estar a bien con Dios y no con los hombres.
Cuenca, 1 de marzo de 2017
José María Rodríguez González. Profesor e investigador
histórico