El mes del Sagrado Corazón
de Jesús
Hay una devoción cuyo nombre sólo
es un símbolo de amor y cuya práctica despierta suaves efectos del alma; esta
devoción es la del Sagrado Corazón de Jesús.
Siempre conocida y siempre
practicada por los Santos, aún en nuestros días donde lo religioso parece ser
poco estimado y en parte rechazado, pero parece destinado por su naturaleza a
reanimar el espíritu cristiano, que es todo amor, haciéndonos honrar y servir a
Dios como a un padre y a un amigo.
Dios es amor, dice San Juan; y por ese motivo, añade San
Agustín, no puede ser honrado sino con amor. Luego esta devoción contiene el
culto más digno de Su Divina Majestad.
Esta devoción fue difundida por
Santa Margarita de Alacoque, a quien Jesús se le apareció y le dijo: “Mira este
corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no
recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e
ingratitud, aún en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi
Corazón más desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas
consagradas especialmente de mi servicio”.
Son ciertas estas palabras por
que una de las peores herejías fue la de Jansenio.
El jansenismo fue un movimiento
religioso iniciado por el teólogo y obispo Cornelio Jansenio (1585-1638), que
gozó de cierta popularidad en Europa durante los siglos XVII y XVIII. Éste fue
condenado por herético por la Iglesia Católica debido a sus tesis sobre la
salvación, que negaba el concurso de la libertad humana. Enfatizaba el pecado
original, la depravación humana, la necesidad de la gracia divina que salvará
sólo a aquellos a quienes les fue concedida desde su nacimiento y la creencia
de la predestinación, sin libre albedrío.
En vano pretendieron los
sectarios cerrar el paso a un culto opuesto a sus doctrinas; en vano quisieron
desfigurarlo, y ridiculizarlo, y tacharlo de idolatría, pues nada puede el
hombre contra Dios. Los esfuerzos supremos que hizo la secta en el conciliábulo
de Pistoya le salieron tan mal que con la excomunión de la Iglesia se vino abajo el jansenismo, y triunfó la verdad y fue aprobada al poco tiempo la devoción
al Sagrado Corazón.
La Catedral de Cuenca posee una
capilla dedicada al Sagrado Corazón, entronizado en su altar principal. Hoy
designada con el nombre de Capilla Honda. Es obra del siglo XVI, cuando ocupaba
la silla episcopal D. Diego Ramírez de Fuenlear (1521.1537).
Cuenca se prometió al Sagrado
Corazón de Jesús, en el acto de Consagración de la Ciudad, celebrado el 16 de
junio de 1940, con estas palabras: “Cuidaremos de tus cosas para que Tú cuides
de las nuestras”.
El monumento que fue levantado en
el cerro del Socorro de Cuenca, se inició las obras en 1951, fueron promovidas
por el Obispo D. Inocencio Rodríguez Díez. El proyecto fue trazado por el
arquitecto Eduardo Torallas y ejecutado en los talleres de Bieto, siendo los
talladores José Bieto Masip y Andrés
Rodríguez Escribano, primer oficial del taller. La figura esta coronada con una
aureola de dos metros de diámetro de hierro galvanizado. A los pies del pedestal
se encuentra la imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro, obra del escultor, Leandro Martínez Bueno.
Andamios de la construcción del monumento al Corazón de Jesús.
Foto del archivo de Ángel Redondo Rodríguez
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El pago de su construcción fue
por sufragio universal, aportando también el ayuntamiento la cantidad de 50.000
pts., el resto hasta un millón de pesetas, fue financiada por los conquenses en
donaciones.
Fue inaugurado el 14 de julio de
1957. El monumento tiene una altura total de 30 metros, de ellos 20 son del
pedestal y 8 de la escultura del Sagrado Corazón.
Publicado en Cuenca, 24 de junio de 2019 y 24 de junio de 2022.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador
histórico.
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