El pensamiento
de san Pablo de que una mujer llena de fe puede santificar a su marido y a su
casa, se cumple a la letra en santa Margarita, que fue el ángel tutelar de todo
un reino. Por eso Clemente X la declaro Patrona de Escocia.
Fue nieta de
Edmundo II, Rey de Inglaterra, y su madre era sobrina de san Esteban, rey de
Hungría. En esta corte nació Margarita y pasó sus primeros años. Más tarde pudo
trasladarse a la corte de Inglaterra acompañada de sus hermanos. Aquí la pidió
por esposa Malcolm II, rey de Escocia, quien la amó siempre con locura. No sólo
dejó en sus manos en interior del palacio, sino que la asoció al gobierno del
Estado, consultándola en todos los negocios públicos.
Ella presidía
las asambleas del reino y los concilios, cortando abusos seculares, dictando
decretos de reforma moral y religiosa.
El rey se
sentía orgulloso a su lado, admirando tanta sabiduría y prudencia, tanto celo y
virtud. El manejaba valientemente la espada, pe no sabía leer ni escribir, y ya
era tarde para aprender. Cuando había que dar un decreto, ponía una cruz al pie
y encargaba que se lo llevasen a la reina.
Sabemos de su
perseverante esfuerzo por civilizar aquella Escocia: desde una relativa
urbanidad en la mesa y usos más refinados en el adorno del palacio, hasta la
dulcificación de las costumbres, la piedad y la generosa limosna como hechos
habituales, y la nueva abadía de Dunfermline, al norte del estuario del Forth,
donde vivían los reyes, dedicada a la Santísima Trinidad.
Murió en el castillo de Edimburgo muy poco
después de la muerte de su esposo y de sus hijos en una batalla. Y recibió
sepultura en la abadía que había fundado y cuyas ruinas todavía hoy recuerdan a
la santa patrona de Escocia. Santa a pesar de la ausencia de milagros
comprobados; su santidad estriba en convertir la vida cotidiana de esposa,
madre y reina en un abnegado servicio, tenaz y sonriente, a Dios y a los que la
rodeaban sin que nadie advirtiera nada espectacular, como si aquello fuera lo
más natural y sencillo.
Cuenca, 10 de
junio de 2020.
José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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