sábado, 6 de junio de 2020

Los hermanos Luna


Cuentos populares del mundo (América).



¿Conoces la graciosa historia e los hermanos Luna? ¿No? Sin embargo, los hermanos Luna fueron famosísimos en la ciudad de Beaver Creek, donde vivían, así como en toda Norteamérica; y, hasta hoy, las gentes de por allí no han podido conocer su secreto.

Porque has de saber que los hermanos Luna tenían un secreto y es que nadie pudo saber jamás con cuál de los dos hablaba: si con Joe Luna o con Jack Luna.

Y es que los hermanos Luna eran gemelos, tan igualitos en su cara y figura como en sus gestos y movimiento y vestir.

¿Quién era Jack, quién era Joe?

Con todo, había algo en que los hermanos Luna eran totalmente diferentes; mientras uno de ellos era extraordinariamente inteligente, el otro era necio y torpe. ¡Ah! Pero, ¿quién era el torpe: Joe o Jack, Jack o Joe?

Un día, llegó a Beaver Creek un anciano sabio que buscaba un muchacho muy listo para enseñarle su oficio.

El Luna más torpe, cuando lo supo, preguntó a un vecino:

-Y ¿qué hace un sabio?

-¡Oh, no mucho! –Respondió el vecino-. Lo primero, se hace sabio; y para ello, se sienta a la sombra de un árbol cerca de un arrollo cantarín, se pone a pensar y, así, se hace más sabio. Luego, pone un despacho en la ciudad y las gentes van a pedirle consejos, pagándole mucho dinero. Así, el sabio sé hacer pronto millonario, ¡sólo por saber decir unas cuantas palabras!

-Me gusta el trabajo –dijo Luna el torpe.

Y, después de anunciar a su hermano más listo que iba a colocarse con un sabio, se vistió su traje de los domingos y marchó a entrevistarse con el anciano sabio.

-¿Le sirvo yo para su trabajo? –dijo.

-No es tan sencillo –respondió el sabio-. El muchacho que trabaje para mí, antes tendrá que responder a tres preguntas. La primera pregunta es_ ¿cuántas hojas hay en este sicomoro? La segunda: ¡quién fue el primer hombre de la Tierra? Y la tercera: ¿qué es lo que estoy pensando ahora? Bien, muchacho; vete a casa, piensa en esas tres preguntas y, si puedes contestarlas, vuelve mañana a visitarme.

Luna el torpe volvió a casa muy desanimado y contó a su hermano lo sucedido.

-No conseguiré esa colocación –terminó diciendo-. Porque ¡como podré responder a esas preguntas tan difíciles, si no pudieron hacerlo otros muchos más listos que yo?

-No te preocupes –le animó su hermano-. Yo sabré contestar a las tres preguntas; iré en tu lugar y verás cómo todo sale bien.

-Y ¡de qué me servirá eso a mí? –Replicó el hermano no tonto-. Soy yo quien desea esa colocación y el sabio se dará cuenta de que no soy yo quien le contesta bien.

-No temas: somos tan iguales que ni el sabio podrá distinguirnos – dijo el listo.

Y a la mañana siguiente, el  de los hermanos Luna fue a ver al sabio.

-Veamos –dijo el anciano-: ¿sabrías decirme cuántas hojas tiene este sicomoro?

-Treinta y siete mil cuatrocientas sesenta y nueve –contestó el muchacho sin la menos vacilación -. SI tiene la menor duda sobre ello, puede comprobarlo usted mismo.

-¡Quién fue el primer hombre en el mundo? –fue la segunda pregunta del sabio.

-Yo diría que fue George Washington –dijo Luna el listo-. Pero, contando también a los extranjeros creo que fue Adán.

-Y ¿qué estoy pensando en estos momentos? –preguntó finalmente el sabio.

-Usted piensa ahora que está hablando con mi hermano, que fue quien vino ayer a verle; pero no es así: yo soy su hermano gemelo.

-¡Te contrato! –preguntó finalmente el sabio.

-Usted piensa ahora que está hablando con mi hermano, que fue quien vino ayer a verle; pero no es así: yo soy su hermano gemelo.

-¡Te contrato! –Exclamó el sabio, muy divertido por las ingeniosas respuestas del muchacho-. Dese hoy mismo, empezaré a enseñarte el oficio de sabio.

Y así fue. El más listo de los hermanos Luna comenzó a adiestrarse en el despacho del sabio en atender las consultas de la gente y, algún tiempo después, cuando fue capaz de sustituir en su difícil cometido al sabio, éste se retiró dejándole su negocio.

No tardó en hacer famoso y rico el más listo de los hermanos Luna, que ayudó siempre a su hermano torpe adiestrándole en responder a las consultas más fáciles.

Pero nadie descubrió nunca, ni siquiera el mismo sabio, quien era Jack y quien era Joe. Unos decían que era Jack Luna el más listo y otros que era Joe. Mas, por mucho que las gentes discutieron el asunto, jamás pudieron saber la verdad.



Cuenca, 6 de junio de 2020.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:

-Nuestros cuentos. Publicaciones FHER. Bilbao.1987.

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