miércoles, 30 de junio de 2021
Comencemos el mes con alegría y buen humor.
San Simeón el Loco o el Simple. Festividad del 1 de julio.
Sna Simeón |
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
domingo, 27 de junio de 2021
Hoy, 28 de junio, festividad del Sagrado corazón de Jesús.
jueves, 24 de junio de 2021
Efemérides conquenses. El rey Felipe IV marcha de Cuenca
Felipe IV |
martes, 22 de junio de 2021
Plenilunio del mes de junio. Luna de Fresa en América y Luna de la Rosa en Europa.
El día 24 de junio podremos ver la última superluna del año que lleva el nombre de Luna de la Rosa en Europa por coincidir con la floración de los rosales y el comienzo del verano. También es verdad que en otros lugares de la denomina Luna de Fresa como en América, al coincidir con la recogida de la fresa en ese continente.
La Luna de la Rosa estará a una distancia de nosotros de 361.536 km y podremos disfrutar de ella, si el tiempo lo permite, al atardecer del jueves, 24 de junio. Esta superluna alcanzará su máximo punto de iluminación a la 1:40 horas de la madrugada. Otro momento espectacular para verla sería el lunes 21 de junio ya que se verá acompañada de los planetas Marte y Saturno en la mayor parte de la noche del día 21 de junio. En los días 27 de junio podremos ver a la Luna en conjunción con Saturno y el 28 con Júpiter.
Cuando hablé de la superluna del mes de mayo expliqué el porqué de ese nombre, y lo vuelvo a recordar que es el término que se utiliza cuando la luna se encuentra cerca del perigeo, que es punto más cercano de su órbita alrededor de la Tierra, al mismo tiempo que entra en la fase de luna llena, este acercamiento provoca que lo veamos entrono a un 10 por ciento más grande y brillante que en las lunas llenas de otros meses del año.
Cuenca, 23 de junio de 2021.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
viernes, 18 de junio de 2021
Efemérides. Siete años de la proclamación de Felipe VI.
Ante este hecho y visto lo visto en el Senado, bronca tras bronca me trae a la memoria lo que dijo el último presidente de la Primera República Española, Estanislao Figueras, al despedirse del Consejo de Ministros que lo hizo con estas palabras: “Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco ¡estoy hasta los cojones de todos nosotros! Y se marcho a París” (*).
Cuenca, 19 de junio de 2020
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
miércoles, 9 de junio de 2021
Efemérides conquenses. Avenida de agua del Huécar que inundó la parte baja de la ciudad.
El día 10 junio de 1804, el río Huécar fue el protagonista, vino una avenida de agua que se jamás se recordaba en tiempos pasados. El agua llego a cubrir el Altar Mayor de la iglesia de las monjas Concepcionistas y derribó una casa junto a las puertas del Postigo muriendo dos niños.
La crecida llegó hasta Carretería y cubrió el campo de San Francisco. Cosas raras que pasan. Dicen las crónicas del momento que mientras en Cuenca capital no caía ni una gota el pueblo de Palomera se vio inundado por la gran cantidad de agua de descargo la tormenta.
Dos siglos antes, el 11 de junio de 1605, fue al contrario cayo una gran tormenta en la ciudad de Cuenca con grandes precipitaciones en poco tiempo con rayos y truenos y gran turbulencia que llegaron a incendiar una casa en los extramuros de la ciudad.
Este tipo de tormenta en la primavera era frecuente que ocurrieran. Se hace eco el periódico del Día de Cuenca, de 21 de junio de 1927, que el 11 del mismo mes que a las cuatro de la tarde se desató una gran tormenta en Motilla del Palancar, con gran cantidad de granizo, rayos y fue tan grande la tromba de agua y con unos truenos bestiales que asustaron a los vecinos, los cuales huyeron despavoridos a las lomas de los cerros por temor a perecer en la inundación. Dos niños fueron encontrados muertos en los despojos de la avalancha y un carro fue arrastrado un buen trecho con la caballería enganchada. Ni los más viejos del lugar recordaban una tormenta como aquella.
Cuenca, 10 de junio de 2021.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
lunes, 7 de junio de 2021
Cuenca, una ciudad querida y encantada.
Me acuerdo, como si fuera un sueño de juventud, cuando volvía en período vacacional, por haber estudiado fuera, que al aproximarme a Cuenca, lo primero que se divisaba era el Corazón de Jesús, y más próximo las hoces, ello me llevaba a exclamar ¡Ya estamos en casa!
Cuenca desde el cerro San Cristóbal |
Tal vez al haber permanecido fuera parte de mi adolescencia me haya quedado más marcado el amor por mi tierra y por sus cosas. Una vez en ella me gustaba recorrer la ciudad, paseando a diferentes horas, especialmente al anochecer y en los períodos del año de primavera y otoño.
Subiendo por la callejuela de Julián Romero me gustaba pararme en su mirador a la Hoz del Huécar y contemplar la casa de Federico Muelas, en aquella época completa y con su máximo esplendor, y recordar su poema primaveral. Venía a mi mente esa estrofa que dice:
“Dime, chopo soñador
nazareno de la orilla.
¿A dónde lleva Castilla
su dolor peregrino?
No sólo queremos los conquenses a nuestra ciudad, quienes vinieron quedaron enamorados de ella. Los trabajos de Wingaerde en el año 1563 y los de Juan de Llanos y Masa en el año 1773 y no digamos los de Saura, Torner y Zóbel, estos últimos en nuestro tiempo del siglo XX, son un ejemplo de ello.
Pío Baroja |
Ello es algo parecido a lo que Federico García Lorca dijo sobre Cuenca en su soneto cuando pregunta a su amada:
“¿Viste la grieta azul de luna rota
que el Júcar moja de cristal y trino?”
Las vistas que se aprecian desde los cerros que la circundan: el de La Majestad, San Cristóbal y del Socorro, muestran mil perspectivas diferentes del encajonamiento entre las dos hoces que la elevan como un nido de águilas.
Hay que salirse fuera, asomándose al paisaje circundante y volver a su interior para seguir disfrutando del paisaje que está incluido en la misma ciudad donde la naturaleza se mezcla con el interior y exterior haciéndose patente el verso de Federico: “de peldaño en peldaño fugitiva”.
Quiero cerrar este pequeño homenaje a Cuenca, y a sus gentes que supieron conservar para nosotros una ciudad llena de encanto, ojalá sepamos trasmitir nosotros la magia y el embrujo de aquellos que nos precedieron a las generaciones venideras. Termino con el verso de Florencio Martínez Ruiz, hecho metáfora en su décima titulada: A Cuenca:
“De hoz a hoz a cielo abierto suenas
Cuenca al aire, Cuenca sumergida,
Campaña de la luz, en luz tañida,
Volteada en pensiles y en almenas.
A tu columna de cristal atada,
Lluvia te azotan, te flagela el viento,
En una ruda y bárbara agonía,
Y doblas campanada a campanada.
Dando un sonido a Dios, al diablo ciento,
Crucificada en la alta serranía”.
Cuenca, 9 de junio de 2021.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.