Para confundir
la vana sabiduría del mundo dispuso la divina Providencia enviar en tiempo en
tiempo algún siervo como el santo de celebramos hoy.
Se llamada
Simón y tenía por apodo “Salo”, que significa Simple. Nació en Edesa, ciudad de
Mesopotamia. No se sabe nada de su niñez, solamente se sabe que fue de familia
distinguida. A los 20 años era ejemplo y la admiración de Edesa por su
sabiduría y pos su virtud.
Sna Simeón |
No hay hombre
tan ambicioso de aplausos como nuestro Santo lo fue de abatimiento y
desprecios. Hecho la risa del pueblo y el juguete de los muchachos, yodo su
gusto eta verse harto de oprobios, y cuando a estos se añadían los palos, que
no eran pocas veces, entonces brincaba de contento y se reina. Tenía esta
insensibilidad por prueba concluyente de su locura, y lo era de su heroica
virtud.
No era su
único fin hacerse despreciable a los ojos de los hombres; pretendía también
ganas almas a Dios por medio de cien invenciones. Algunas veces quedaban todos
admirados oyéndolo entre sus extravagancias muchas verdades importantes que
hacían impresión, y algunos se aprovechaban de ellas. De manera, que aquella
aparente locura, en suma, era un velo con que cubría las gracias que le hacia
Dios, y un artificio variado por una parte para ocultar, y por otra para
asegurar el éxito de muchas buenas obras.
Buscaba
algunas veces a las mujeres perdidas, les daba dinero que recogía, las divertía
con sus graciosos desvaríos, y todo era por hallar ocasión para reprenderlas
por su desordenada vida; medios irregulares y extraordinarios, que en otros
serían perniciosos, y a Simeón le salieron tan bien, que el imaginado loco hizo
cuerdos a muchos, sacando del infeliz estado a la culpa a muchas personas de
todas las clases y edades, y retirando del vicio a no pocos jóvenes disolutos,
y a no pocas mujeres perdidas; pero de nada se guardaba tanto Simeón como de
que llegasen a conocer lo que verdaderamente era.
Pasado dos
días sin que el Santo pareciese, quiso saber el diácono si estaba malo; pero lo
encontró muerto, y cubierto con los sarmientos que le servían de cama. Ya todos
estaban desengañados de lo que verdaderamente era Simeón, manifestaba
visiblemente su heroica santidad, por lo que fue su muerte acompañada de la
pública veneración, y el Señor acreditó sus merecimientos con muchas
maravillas. Fue elevado el santo cuerpo del cementerio donde le habían dado
sepultura; y publicando cada uno lo raro y prodigioso que había observado en
aquel siervo de Dios encubierto, fácilmente se reconocieron los primeros rasgos
de una sabiduría cristiana, escondidos con el velo de una simpleza aparente.
Consagró la
Iglesia universal su memoria con el honor del sagrado culto que le decretó, y
no parece posible suba a más elevado punto el amor y la ansia de los
abatimientos, que el que admira nuestra veneración y nuestra confusión en este
singular Santo.
Publicado en Cuenca, 1 de
julio de 2020.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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