El grafiti como reivindicador social
La educación empieza en la
familia. No se puede luchar contra una sociedad con gente que sin más van
tirando al suelo cualquier desperdicio, teniendo a pocos pasos una papelera
para depositarlo. Día tras día somos testigos de la acción de gente que se
agrupa en la entrada de los edificios públicos y en las puertas de los bares
fumando, tirando sin ningún miramiento la colilla del cigarro al suelo o lanzándolo
al aire como avión de papel y grafitis que ensucian las paredes de la ciudad
por doquier, de una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad. Ejemplos que
demuestran un problema educativo no
atribuible a los sistemas educativos docentes. Ser educado no es sinónimo de
poseer títulos académicos. La educación es la que un individuo lleva día a día
de puertas adentro de su casa, viéndose reflejada de puertas afuera. Un sistema
poco puede hacer para instaurar normas que los padres han olvidado de practicar
y trasmitir o de exigir a sus descendientes.
La educación es social y en una
sociedad donde las preocupaciones van por otro camino poco se puede hacer, la
educación no es sinónimo de escolarización, lo digo como docente, sino es
sinónimo de ser persona.
D. Lucas Aguirre Parque de San Julián (Cuenca) |
Todo esto viene por que ayer
paseando por el parque de San Julián avisté el busto de D. Lucas Aguirre manchado
de pintura. No es la primera vez que esto ocurre y siempre me acuerdo de una frase
que fue acuñada a su persona: “Todos los
males que padecen los pueblos provienen de la incultura e ignorancia de sus
habitantes”, D. Lucas Aguirre, siendo descendiente de una familia humilde
de esta ciudad, decidió legar su fortuna para la construcción y mantenimiento
de escuelas dedicadas a la educación de los hijos de Cuenca. Creo que esta
acción es un ultraje a su memoria y de la ignorancia de quien lo ha realizado.
Una ciudad como Cuenca,
Patrimonio de la Humanidad, no puede permitir que sus calles estén llenas de
grafitis, ni un solo hueco existe sin manchar. Hay quien piensa que los
grafiteros son como los perros, grafitean las paredes para dejar su marca,
marcando su territorio, ocultando su actuación en la oscuridad de la noche.
Como profesor e investigador soy
consciente de que los grafitis han existido desde el principio de la historia
del hombre, anticipándose a las técnicas de la plantilla y el spray, cuando
grababan en las paredes de las cuevas dibujos con huesos y piedras cortantes.
En la segunda Guerra Mundial, los nazis emplearon pintadas en las paredes para
provocar el odio hacia los judíos y disidentes. También fue empleado por los
movimientos de resistencia para hacer pública su oposición, tenemos el ejemplo del grupo “La Rosa Blanca” en
Alemania, que a partir de 1942 manifestaban su rechazo a Hitler a través de
pintadas hasta que en 1943 fueron detenidos.
El grafitis se inició en 1970 en
Nueva York y Filadelfia con la aparición en las paredes de la ciudad y en las estaciones del metro de
Manhattan, de los nombres de los artistas Taki 183, Julio 204, Cat 161 y
Cornbreal, trasladándose con el tiempo a los trenes de Nueva York. Muchos de
estos artistas buscaban la fama con estas acciones, buscando la comunicación
con el transeúnte, utilizaron los trenes porque viajaban alrededor de las
ciudades y eran vistas sus pintadas, en 1980 no había ni un solo tren que no
estuviera pintado de arriba abajo. Estas acciones se truncaron en 1986 cuando
las autoridades de Nueva York tomaron medidas para protegerse de los grafiteros
montando vallas de separación en las estaciones y limpiando los trenes de
manera regular.
Hoy en día se están dando dos
tipos de grafiteros, unos que atienden a un trabajo “legal” realizando murales
de gran espectacularidad y técnica y los ilegales para los que todo lugar es
válido para dejar su impronta. La opinión de algunos escritores es la que el
grafitis es la lucha en contra de lo establecido, es la libertad de expresión
en estado puro, más allá de las leyes y de las normas establecidas. No sólo es
el hecho del vandalismo realizado en la ciudad sino una agresión en toda regla
a la ciudad que da una mala imagen a sus visitantes. En mi opinión, es misión
del Ayuntamiento velar por la imagen de la ciudad, Cuenca no se merece tener
grafiteadas todas las paredes desde la parte nueva hasta el casco antiguo.
Esperemos que la corporación tome conciencia de la imagen de la ciudad y de
prioridad a estos detalles que dice mucho del comportamiento de sus habitantes.
22 de junio de 2015 y 22 de julio de 2022
José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico
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