domingo, 18 de octubre de 2015

La solidaridad de los unos con los otros.

 El día del Domund

Cuando íbamos a la catequesis en San Esteban, el tercer domingo de octubre después de misa  lo dedicábamos a recorrer Carretería con las célebres huchas amarillas. Se nos explicaba que era el Domund, un día cargado de simbolismo en el que la Iglesia reza por los misioneros y  colabora con ellos en su labor evangelizadora desarrollada entre los más pobres.

Nos decían que la supervivencia de los territorios de misión depende de los donativos, por lo que el día del Domund es una llamada a la colaboración económica de los fieles. Gracias a esas contribuciones se construyen templos, se atienden proyectos sociales, sanitarios y educativos en estos lugares.

Al principio de la semana nos íbamos acercando a San Esteban a recoger las huchas, las había de varias tipos, a mi me gustaban las de cerámica con la cabeza de un chino, un negrito o de un jefe indio, pero por mucho que me adelantaba para coger una de ellas cuando llegaba siempre estaban las de plástico amarillo.

Íbamos con la hucha a todos lados esa semana intentado llenarla, lo primero a las casas de los familiares que era seguro el conseguir que alguna moneda se deslizara por la ranura y en último término recorríamos las tiendas del barrio y asaltábamos a la gente que circulaba por la calle, nunca llegue a llenarla pero era una gran ilusión ver como la gente sacaba de su bolsillo un céntimo y era un motivo de alegría cuando algún atrevido te echaba dos reales, esas monedas que en su centro tenía un agujerito.

Me acuerdo de ese año que no había manera de que nadie echara nada en la hucha y haciendo un acto de generosidad con un cuchillo vacié el cerdito de mi hucha, no era mucho lo que contenía pero fue suficiente para que la hucha no fuera vacía en su entrega a la Parroquia.

Hoy como  en aquella época la necesidad de ayuda es necesaria e imprescindible ante tanta necesidad que se ve y se palpa a nuestro alrededor. Seamos generosos en este día principalmente pero procuremos seguir siéndolo durante toda nuestra vida.


José María Rodríguez González .Profesor e investigador histórico.

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