Procesión del Arca de San Julián en
el año santo de la diócesis
Un domingo emblemático para los
conquenses al desfilar por sus calles los restos de su Patrón San Julián en el
Arca de plata, Urna que en primera instancia, el prelado D. Alonso Antonio de
San Martín, mandó construir y sufragando los gastos a sus expensas. Obra
realizada con labores cinceladas y caladas, los huecos sobre dorados, y los
perfiles y bocetos de bronce dorado a fuego, con su tapa en la misma
conformidad labrada en forma piramidal, forrada por dentro de tela carmesí, para que -arrumbados la caja de sabina y el
arcón de hierro, que encerraban el cuerpo venerado de San Julián-, fuera el
joyero, elaborado por su piedad, a donde descansaran los restos mortales de
aquel Obispo genial, asombro de su siglo y pasmo de las centurias venideras.
La procesión de este domingo, 17
de junio, ha sido el cierre al Encuentro Diocesano de Hermandades y Cofradías
que se ha realizado en esta jornada y que estaba programado dentro de los actos
del Año Santo Juliano declarado por el Papa Francisco para la diócesis de
Cuenca. La última vez que desfiló el Arca fue para el año de Jubileo de 2008
con motivo del VIII Centenario del Santo.
A las cinco de la tarde salía de
la Parroquia de San Esteban la procesión acompañada de la banda de trompetas y
tambores de la Junta de Cofradías, seguidos de los estandartes, guiones y
cruces, junto a cetros de las hermandades de Cuenca y parte de la provincia
como el Provencio, Las Pedroñeras, Almonacid del Marquesado, Huete, Tarancón,
Belmonte y Motilla entre otras muchas localidades que han querido estar
presentes en este desfile.
Han portado las andas los
banceros de las hermandades bajo las andas del paso de Jesús Entrando en
Jerusalén, cedidas por la Hermandad de Jesús Orando en el huerto.
No han querido faltar los danzantes de Iniesta, que han
bailado al Patrón su tradicional rito de banderas, acompañados de guitarras y
bandurrias. La Danza de Belinchón ha hecho las delicias con sus primaverales
trajes floridos que han dado color el desfile con sus peculiares trajes y sus
bailes. Sobre las siete de la tarde hacían su entrada, de nuevo a la Catedral.
En estos tiempos donde gusta a
cierta gente remover el pasado, sirva este acto de unión, olvido y desagravio de
aquellos tiempo cuando gente sin corazón o llenas de odio, destrozó el Arca de
San Julián y sacó el cadáver del venerado Obispo “obrero”, que no tuvo otro pecado
que el hacer el bien, y que siempre fue el paño de lágrimas de la Ciudad de
Cuenca. Siendo quemado con gasolina en el Jardín del Palacio Episcopal, un día
de octubre de 1936. El Obispo D. Inocencio Rodríguez Díez, hizo levantar en el
sitio de su cremación, una estatua de piedra representando al Obispo “Limosnero”,
en actitud de bendecir a sus profanadores.
Olvidando hechos tan crueles,
este domingo, el pueblo de Cuenca ha rendido honores a su Patrón, flotando en
el ambiente las notas de los vítores entremezclados con los acordes graves y
majestuosos del himno nacional.
Cuenca, 18 de junio de 2018
José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario