Este Santo es uno de los más venerados en el mundo, siendo
muy conocido por la tradición de ser invocado para hallar objetos perdidos.
La iconografía lo representa con
un niño en brazos. Se dice que en una ocasión, se le apareció el niño Jesús y
lo sostuvo en sus brazos. Era costumbre el acudir las mozas a San Antonio
pidiendo su intersección para hallar un buen esposo. Es el patrono de mujeres
estériles, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros.
San Antonio nació en Portugal en
el año 1195 en el seno de una familia noble. Se hizo franciscano ingresando en
la Orden en 1221 siendo enviado a predicar a diversas ciudades, obteniendo un
gran número de conversiones.
Muchos son los milagros que se le
atribuyen pero hay uno muy singular. Un día en la localidad de Rimini (Italia),
explicó la realidad de Jesús en la Hostia Consagrada, sin embargo no aceptaron
del Santo el razonamiento que expuso, tratando de desacreditarlo, uno de los hombres presentes le dijo: “Menos palabras y más
hechos, si quieres que crea tienes que hacer que mi mula después de tres días
sin comer y delante de tu Hostia la prefiera a la hierba fresca que le ponga y además se arrodille y adore “Tu Pan”,
entonces yo mismo lo adoraré”. El Santo aceptó el desafío y fue a implorar
la ayuda de Dios por medio de la oración, el ayuno y la penitencia.
Tres días privó de comida a la mula.
Llegado el día indicado, San Antonio fue a la plaza llevando en sus manos una custodia
con el Cuerpo de Cristo; toda la plaza estaba llena de gente deseosa de saber
que resultaría de todo aquello. El Santo encaró a la mula hambrienta diciéndole: “En el nombre de este Señor al
que yo, llevo en mis manos, te mando que vengas y reverencies a tu Creador, de
manera que la malicia de quienes no creen pueda ser confundida y comprendan la
verdad de este Santísimo Sacramento que los sacerdotes llevamos al altar y por
el cual las cual las criaturas están sujetas a su Creador”.
Ante todo esto el propietario del
burro le ponía la comida cerca para que se desviara, ni aún así lo logró. El animal
dobló ambas rodillas ante el Santo que sostenía elevada la Custodia y
permaneció en esa postura hasta que San Antonio le dio permiso para levantarse.
El villano llamado Bonvillo, cumplió su promesa y se
convirtió de corazón a la fe Católica. Tras la bendición a los asistentes, en
procesión volvió a llevar la Custodia a la Iglesia, donde todos
dieron gracias a Dios y la consiguiendo la conversión de todos cuantos presenciaron el milagro.
El 13 de junio de 1231 recibió
los últimos sacramentos el Santo, entonó un canto a la Virgen y antes de partir al Padre Eterno, sonriéndo dijo: “Veo venir a Nuestro Señor”. Fue canonizado al año de su muerte
por el Papa Gregorio IX y declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío XII.
En la Catedral de Cuenca hay un altar dedicado a San Antonio
de Padua, que se halla adosado al muro izquierdo de la Capilla de la Virgen del
Socorro. Es obra de José Martín de Aldehuela. Fue realizado sobre el año 1770.
Cuenca, 13 de junio de 2018
José María Rodríguez González. Investigador histórico
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