LA NOCHE MÁS CORTA DEL AÑO
El calor templa los cuerpos con
el Solsticio de verano. Hay algo en el aire que mueve la sangre en los cuerpos.
El hombre, la naturaleza y las estrellas se disponen a celebrar una gran fiesta
cargada de poder y magia.
La celebración del Solsticio de
verano es tan antigua como la misma humanidad. Ritos y tradiciones ancestrales
se aglutinan en este 21 de junio. La noche de San Juan ha ido adquiriendo, año
tras año, la magia de las antiguas fiestas paganas que se organizaban en este
día. Los griegos a los solsticios les llamaban “puertas”. Hay dos momentos del
año en los que la distancia angular del Sol al ecuador celeste de la Tierra es
máxima, a esos momentos corresponden con el 21 de junio que era “la puerta de los hombres” y el 21 de
diciembre “la puerta de los dioses”.
La finalidad que tenia estos
ritos era el dar más fuerza al sol, porque a partir de éste día va haciéndose
más débil, es decir, los días se van acortando hasta el Solsticio de invierno.
El fuego es algo especial en
estos días y es por el simbolismo que entraña, al tener una función
purificadora en las personas que lo contemplan. Las vísperas de esta noche
giran en torno al ensalzamiento del fuego. Estos ritos de fuego y hogueras, se
han venido conservando, incluso dentro del mismo cristianismo.
En la actualidad el gran
protagonista de la noche de San Juan viene siendo el fuego, cuyo fin no sólo es
rendir tributo al Sol, sino que también sirve para purificar los pecados del
hombre.
Sirviendo de emulación a los antiguos tiempos,
en la actualidad, en las hogueras se asan patatas y se ofrecen al público
asistente, así como se arrojan a las llamas ropas viejas, papeles con
anotaciones o cualquier objeto que represente un mal recuerdo, así se
exorcizaban los malos sucesos de todo el año vivido.
Es norma que la Iglesia celebre
la festividad de cada santo el día de su martirio, sólo hay una excepción y es
con San Juan, que se celebra el día de su nacimiento. A partir de este día nos
restan seis meses antes de la víspera del nacimiento de Jesús, que es el 24 de
diciembre. La diferencia de tres días entre el solsticio de verano y la de San
Juan, que es el 24 de junio, hizo que ambas festividades se juntaran. La
Iglesia conmemora el nacimiento del Precursor de Jesús y con ella la próxima
llegada del Mesías. Fue una de las primeras fiestas religiosas que se
celebraron en la cristiandad, con ella se nos invita a recordar y a aplicar el
mensaje de San Juan.
Hay costumbres interesantes que
creo que debo de traer a este artículo por la peculiaridad que entrañan. Con la
Noche de San Juan es tradición que los devotos preparen fogatas y con sus
brasas hacer caminos de dos metros de largo por un metro de ancho y caminar
descalzos sobre ellas sin sufrir daño alguno. Estas caminatas sobre fuego son
acompañadas de bailes, comidas y bebidas para celebrar el haber conseguido
pasar sobre las brasas sin sufrir daño alguno.
Muchas son las creencias, más
bien paganas, que se relacionan con ésta mágica noche, al igual que las tradiciones
entre las que destaco las siguientes:
-
Si se echa al fuego un papel donde se haya escrito
aquello que se quiere conseguir, se puede lograr a lo largo del año.
-
Quien se baña en el rocío que cae esa noche
quedará protegido, de mal de ojo y brujería, durante todo el año.
-
Los solteros y solteras que al amanecer del día
24 se asomen por la ventana de su casa verán pasar por debajo de ella el amor
de su vida.
-
Quien se mire desnudo o desnuda y de espaldas a
un espejo en la media noche y con la luz de una vela, verá el momento de su
muerte.
-
Quien madrugue en día 24 no pasará sueño el
resto del año.
Estas y muchas más son las
creencias y supersticiones que el pueblo ha ido pasando tradicionalmente, el
que se cumplan o no depende de las creencias de cada uno y de la suerte que
tenga en el discurrir del día a día.
Feliz Solsticio de verano y
felicidades a los Juanes.
Cuenca, 20 de junio de 2018
José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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