Fervor, testimonio y doctrina de los primeros Apóstoles
Dos figuras muy importantes en la
constitución de la Iglesia Cristiana. La imagen de San Pedro es una de las más
representadas, en pintura y escultura, con sus diferentes iconografías. Durante
el Medievo se dio más importancia a la figura de Pedro como fundador y cabeza
de la Iglesia de donde deriva su representación como príncipe de los apóstoles,
por lo que su imagen aparece con tiara y vestidura principesca. Su
representación habitual es con las llaves. Otra de las representaciones que
asume la imagen de Pedro es acompañado de la figura del gallo, y otras, pero en
memos ocasiones, enfrentado a la figura doliente de Cristo flagelado, como si se
tratase de la recreación de una visión de Pedro.
Para analizar la figura de San
Pablo hemos de comenzar cuando tuvo la experiencia mística que lo llevó a
convertirse. Se dirigiéndose a Damasco montado en su caballo, con la intención
de perseguir a los cristianos, cuando una luz del Cielo le hizo caer del
caballo, oyendo una voz que le decía: “Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues? - ¿Quién eres, Señor? Yo soy Jesús a quien tú
persigues. Ahora levántate, entra en la ciudad y allí te dirán que debes hacer”
(Hch. 9,4-6). Desde entonces se usa la expresión caída del caballo, para hacer
referencia al cambio repentino o conversión de una persona.
A San Pablo se le representa,
anterior a su conversión con armadura de soldado romano y posteriormente como
un filósofo de su época, con barba larga, calvo y vestido con túnica y manto,
se suele acompañar un nimbo, símbolo de la cristiandad. La espada es el
atributo de su martirio, siendo un atributo frecuente en su imagen. Fue en la
localidad de “Tre fontane” donde
sufrió el martirio.
San Pedro fue encarcelado y
llevado a Roma, donde fue decapitado en el año 67. Está enterrado en Roma, en
la Basílica de San Pedro de Extramuros. Pasó sus últimos años en Roma liderando
la Iglesia hasta su martirio en el año 64. Fue crucificado cabeza bajo a
petición propia, por no considerarse digno de morir como su Maestro. Fue
enterrado en la colina del Vaticano y la Basílica de San Pedro está construida
sobre su tumba.
La tradición cristiana siempre ha
considerado inseparables la festividad de San Pedro y San Pablo por que juntos
representan todo el Evangelio de Cristo.
El Papa Benedicto, en su homilía
del 2012 por la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, aseguró que en Roma “su vinculación como hermanos en la fe ha
adquirido un significado particular. En efecto, la comunidad cristiana de esta
ciudad los consideró una especie de contrapunto de los míticos Rómulo y Remo, la
pareja de hermanos a los que se hace remontar la fundación de Roma”.
La conmemoración del martirio
conjuntamente de los dos apóstoles, San Pedro y San Pablo, se celebra con toda
solemnidad el 29 de junio. Hasta el siglo IV se celebraba en 28 de diciembre.
En el siglo IV ya existía la
costumbre de celebrar tres misas, una en la basílica del Vaticano, otra en San Pablo
Extra Muros y otra en las Catacumbas de San Sebastián, donde se escondieron las
reliquias de los apóstoles durante algún tiempo. En España esta fiesta de la
conmemoración del martirio de ambos apóstoles es celebrada en numerosas
localidades.
Cuenca, 25 de junio de 2018
José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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