Dicen que era
hijo de pastores y que cuidaba rebaños al pie de los Alpes, en el Ducado de
Friuli donde nació, y de él sabemos que era menudo. Por obra del estudio
Paulino se fue haciendo muy grande en saber, y su fama llegó al corazón de la
Europa carolingia, Aquisgran, donde el emperador de la barba florida convocaba
a los hombres más eminentes de su tiempo.
En la corte de
Carlomagno será íntimo amigo de Alcuino de York, otra de las lumbreras, enseña
gramática y maravilla a todos por su ciencia, su piedad y lo afable de su
trato. El gran Alcuino se declara inconsolable cuando le ve partir, su ausencia
es para él como una soledad rota por las cartas que viene de Italia.
Porque acabaron
por nombrarle Obispo de Aquilea, en el año 787, cerca del Adriático, la misma
tierra en que nació, tierra fronteriza de la fe y la cultura que siglos atrás
había devastado el propio Atila. Obispo con función de baluarte, destinado a la
primera línea, “centinela de las puertas de la ciudad de Dios”, según palabras
de su amigo el anglosajón. Participó en los Concilios de Aquisgrán (789),
Ratisbona (792) y Francfort (794). Estuvo involucrado en la reforma de la
iglesia y en la lucha contra la herejía adopcionista que tendía a ver a Jesucristo
como hijo adoptivo de Dios. Sus escritos polémicos lo convirtieron en un
defensor de la ortodoxia.
Paulino
evangeliza a los bárbaros que tenía más próximos, vela celosamente por la
pureza de la fe –él es quien combate el adopcionismo nacido en tierras españolas-
y deja tan buen recuerdo que en su muerte la Iglesia le eleva a los altares.
Quizá su vocación le empujaba a quedarse en la docta y resguardada Escuela
Palatina, entre amigos, aprendiendo y enseñando, pero por obediencia se metió
en el fragor de la actividad pastoral, y volvió como en su niñez a apacentar
turbulentos rebaños, haciéndose maestro en el más difícil de los ejercicios de
esta vida, ser bueno y gobernar bien.
San Paulino de
Aquilea fue uno de los grandes impulsores del Renacimiento Carolingio.
Cuenca, 11 de
enero 2020.
José María Rodríguez
González. Profesor e investigador histórico.
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