En la ciudad de Asís, llamada “La
perla de Umbría”, se alza sobre una graciosa colina dominando un valle que
ostenta una vegetación exuberante y una riqueza incomparable de productos
agrícolas. Casi a los pies o en la bese de este valle se descubre el Santuario
de Nuestra Señora de los Ángeles, cuna de la Orden Franciscana.
Sus principio parte del año 361
cuando unos piadosos romeros regresaban de Palestina y al pasar por Roma, solicitaron
al Vicario de Cristo autorización para establecerse en la llanura de Asís. El
humilde romero era San Liberio, que obtenida del Papa la licencia debida levantaron
un sencillo eremitorio y construyeron al mismo tiempo una modesta capillita en
la cual depositaron algunas reliquias del sepulcro de Nuestra Señora que se
habían traído al regreso de la peregrinación. Dicho oratorio fue dedicado a
Nuestra Señora en el misterio de su Asunción.
Siglo y medio más tarde, sobre el
año 516, San Benito aceptó el pequeño santuario que se le ofrecía junto con una
reducida propiedad, de donde se originó el nombre de “Porciúncula” (*) que significa “pequeña porción de tierra”.
Una vez en posesión de los
Benedictinos, se convirtió el lugar en centro de peregrinación y más cuando se
hablaba de que bajaban, en ciertos días, una milicia angelical oyéndose himnos
en loor de la Reina de los Cielos, es por ello que cambió el nombre y título el
lugar: Santa María de los Ángeles.
De los Benedictinos de
Montecasino pasó el oratorio a ser propiedad de los monjes de Cluny y luego de
los del Cistes; en fin, cuando el ermitorio estaba ya ruinoso, la capilla
construida por San Benito y el minúsculo terreno a ella adjunta, perteneciente
a los Benedictinos del monte Subasio, permitieron a unas cuantas personas que
se retiraran allí para llevar una vida
piadosa y cuidar de la limpieza y conservación del santuario.
Pasados unos años, Francisco de
Asís, entregado a la oración en la iglesia de San Damián, oyó la voz del Señor
que con toda claridad le decía: “Ve a
restaurar mi casa que yace en ruinas”. Obedeció en el acto el joven y ardiendo su corazón en celo por el
decoro de la casa de Dios, puso en juego todos los medios que aquél le sugería
para restaurar los edificios sagrados que el tiempo y la desidia de los hombres
se había venido abajo.
Uno de los que le atrajo la
atención fue el venerable Santuario de los Ángeles, el cual una vez restaurado,
fue considerado por el Santo como su mansión predilecta, ya que en ella pasaba
prosternado largas horas del día y de la noche, suplicando a la Virgen le diera
a conocer la voluntad divina y el modo de acertar a andar la vía de la
perfección evangélica que deseaba abrazar.
La Virgen se la apareció a
Francisco y este le solicitó que el santuario obtuviera indulgencia plenaria.
Cosa que le fue concedida con la condición que fuera ratificada por el Papa.
A la mañana siguiente, sabiendo
que el Papa Honoro III se hallaba en Perusa fue a la población y arrojándose a
sus pies, le suplicó le concediera al lugar la indulgencia requerida, cosa a la
que accedió el Papa.
Llegado el día se congregó una
muchedumbre inmensa ante la Iglesia de Nuestra
Señora de los Ángeles. San Bernardino de Sena testifica en uno de sus
sermones que en una circunstancia pudieron contarse hasta cien mil personas alrededor
del venerable Santuario, lo cual debió influir para que varios Papas como:
Paulo V, Gregorio XV y Urbano VII extendieran el privilegio de la Porciúncula (*)
a todos los templos u oratorios públicos de la Orden Franciscana con el fin de
que fuera mayor el número de fieles que pudieran beneficiarse con favor tan
insigne. La celebración de la festividad fue fijada el día 2 de agosto.
En Cuenca, la celebración de la
festividad de la Virgen de los Ángeles se lleva a cabo, con toda solemnidad, en
la Dehesa del Hoyo, en el Villa de Cañada del Hoyo, el día 8 de septiembre, con
motivo del hallazgo de la imagen de la Virgen María en ese mismo paraje. La
Ermita fue construida en el siglo XV. Durante el siglo XVIII resurgió la
devoción y ello llevó a su restauración en el arte de la época, siendo inaugura
en el año 1866 de un estilo barroco; la ermita es de planta rectangular con
coro y cubierta de bóvedas rebajadas.
(*) Porciúncula: Con este nombre se denomina la Basílica de Santa
María de los Ángeles y también se denomina con el mismo nombre a la Indulgencia
Plenaria que se pueden ganar los fieles católicos el 2 de agosto. La
Porciúncula basílica fue declarada Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco en
el año 2000.
Cuenca, 2 de agosto de 2017
José María Rodríguez González. Profesor
e investigador histórico
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