lunes, 21 de agosto de 2017

Manolete, en el 70 aniversario de su muerte

Nadie pasaba ante Manolete sin arrodillarse para dedicarle una oración.

Día 28 de agosto de 1947, muerte de Manolete

Siempre he sentido un gran respeto por el arte del toreo y una gran admiración con aquellos que se juegan su vida cada tarde en la arena del ruedo de una plaza de toros. Mi padre sentía gran pasión por la fiesta nacional y le gustaba ir a las corridas por las ferias y más cuando su padre había sido torero. Mi abuelo, en su vida como torrero fue banderilleo del Gallo. De él poco sé, no llegué a conocerlo, murió tres días antes de que naciera yo del que heredé su nombre y su fecha de defunción.
Manolete

Hoy hablamos de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez, conocido con el sobrenombre de Manolete. Fue uno de los grandes toreros de la década de los años 40. Su muerte en la plaza de toros de Linares, el día 28 de 1947, lo convirtió en un mito para la España de aquella época. Fue un miura de nombre ISLERO, de casi 500 kilos de peso, el que le causo una profunda cornada al entrar a matar.
Fue considerado como el maestro de los maestros en el arte del toreo por su estilo, elegancia. Toreaba frente y citaba al toro de perfil.

Contaba su madre que nunca lo vio torear pero seguía con más atención que nadie las fechas de cada corrida para rezarle a su Cristo mientras seguía las transmisiones radiofónicas. Lloraba de emoción y aplaudía sus triunfos como su estuviera en la plaza.

Cartel de la tarde de la última tarde de Manolete
Cuando esa tarde fatídica del 28 de agosto tupo el percance toreaba en cartel con: Luis Miguel Dominguín y Rafael Vega de los Reyes “Gitano de Triana II”. Fue el miura Islero quien le atravesó el muslo derecho con uno de sus pitones, le destrozó el triángulo de Scarpa causándole una hemorragia incesante falleciendo la madrugada del día siguiente.

Cuenta las crónicas del momento que su cadáver impresionaba en la capilla ardiente. Las orejas y las pestañas parecían más negras, y los labios estaban deformados. En la capilla ardiente no se oía absolutamente nada.

Foto de Manolete realizada por Paco Cano el "Canito"
Los familiares de Manolete no dejaron hacer fotografías al cadáver y para impedirlo se le cubrió el rostro con un velo, pero hubo dos reporteros que lo consiguieron. Cuenta el implicado, de nombre Ricardo, que hubo un momento que la capilla se quedó vacía y diciéndole, Paco Cano “Canito”, que se pusiera en la puerta para vigilar que no viniera nadie, aproximándose al cadáver obtuvo las únicas fotos que se tiene del cadáver de Manolete, que fueron publicadas por todos los diarios del momento.
Se cuenta que las coronas esparcidas por el suelo impedían andar libremente por la casa. Tuvieron que recogerlas y llenaron con ellas una amplia habitación.

Manolete con su madre
Era tanta la gente que quería darse su adiós que dando los últimos toques al cadáver, como poniéndole la cabeza sobre el almohadón bordado de rosas blancas que la tenía inclinada, quitaron el velo y permitieron el paso del público. Abrieron la puerta de las verjas y todos querían entrar a la par. El primero en entrar fue un hombre que se arrodilló llorando. Nadie pasaba ante Manolete sin arrodillarse para dedicarle una oración. Hubo quien echó flores sobre el cadáver. Una mujer se desmayó y tuvo que ser atendida. El desfile duró muchas horas, hasta la madrugada y mientras se desarrollaba, los familiares e íntimos de Manolete llenaban el patio y las habitaciones de la casa.

Han pasado setenta años de aquel velatorio y Manolete sigue en nuestros pensamientos porque con el transcurrió el tiempo no ha empequeñecido su figura, sino que se ha agigantado, hasta convertirse en lo que podía haber sido en vida: El ídolo indiscutible, sin rival alguno, al margen de cuanto pudiera enturbiar su fama de figura máxima y la honradez que le llevó a morir en Linares un día como el de hoy. Descanse en Paz.


José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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