domingo, 28 de octubre de 2018

El negocio de la muerte


El hablar del tema parece que es tabú, es algo que ha quedado relegado al Día de Difuntos, o en algún momento que nos ha tocado de cerca. Nos gusta más montar la parodia de monstruos vivientes en el reciente Halloween.
El miedo nos provoca desconcierto, rechazo a lo que nos pueda pasar y el sentimiento que nos produce nos hace huir.
En el Día de Todos los Santos los cementerios se llenan para rendir tributo a los seres que no están ya con nosotros. Este día sirve de reflexión para repasar todo lo que hay detrás de la industria funeraria, que vienen a ser en España unas 1.700,  que mueve 1.600 millones de euros al año y emplean unos 10.000 personas (Datos de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios. “Panasef”) para que estos datos se mantengan es necesario que haya un gran número de defunciones, en España hay unas 400.000 al año, por lo que el mercado es goloso.

Las costumbres cambian y las tradiciones se pierden. En la actualidad el número de entierros en nichos o tumbas es el 65% mientras que la incineración es de un 35% y creciendo. Saliendo de los números, vemos que esos entierros pomposos están desapareciendo en pos de organizar el entierro como una despedida, algo como un homenaje a la vida del difunto, a los sentimientos, a lo que nos ha dejado en su trascurrir en el contacto diario con el difunto.
El negocio de la muerte creció entre 2013 y 2014, según Funespaña, en un 5,5% y en 2015 sus ingresos aumentaron un 8.8% en comparación el año anterior. Se pretende para aumentar el negocio que el Día de Difuntos se le quite realidad y se convierta en fiesta, la gestora de Funespaña dan conciertos de música y lanzan globos a lo largo del día, explican la acción diciendo: “Queremos que sea algo más entrañable y emotivo”.

En los últimos años las compañías ofrecen a los que son incinerados la opción de los columbarios o en su caso el esparcir las cenizas, en este caso se está pidiendo que se prohíba esparcir las cenizas en la naturaleza, al no existir ningún reglamento que regule este hecho, viene a ser una opción frecuente de los familiares del difunto. También se puede optar por convertir las cenizas en diamante o ponerlas en una urna biodegradable que enterradas junto a la plantación de un árbol, sirve de abono para su crecimiento y poderlo ver crecer algo singular.

Quiero terminar este pequeño artículo con la letra del al canción: “La muerte no es el final”.

Tú nos dijiste que la muerte,

No es el final del camino,

que aunque morimos no somos

carne de un ciego destino.

Tú nos hiciste, tuyos somos.

Nuestro destino es vivir siendo felices contigo

Sin padecer ni morir.



Cuando la pena nos alcanza

Por un hermano perdido,

Cuando el adiós dolorido

Busca en la fe su esperanza.

En tu Palabra confiamos,

Con la certeza que Tú ya le has devuelto la vida,

Ya le has llevado a la luz.



Cuando, Señor, resucitaste,

todos vendimos contigo.

Nos regalaste la vida

como en Betania al amigo.

Si caminamos a tu lado,

No va a faltarnos tu amor, porque, morimos, vivimos

Vida más clara u mejor

Letra y música: Cesáreo Gabaráin.


Cuenca, 28 de octubre de 2018.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.




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