El hablar del tema parece que es tabú, es algo que ha
quedado relegado al Día de Difuntos, o en algún momento que nos ha tocado de
cerca. Nos gusta más montar la parodia de monstruos vivientes en el reciente
Halloween.
El miedo nos provoca
desconcierto, rechazo a lo que nos pueda pasar y el sentimiento que nos produce
nos hace huir.
En el Día de Todos los Santos los
cementerios se llenan para rendir tributo a los seres que no están ya con
nosotros. Este día sirve de reflexión para repasar todo lo que hay detrás de la
industria funeraria, que vienen a ser en España unas 1.700, que mueve 1.600 millones de euros al año y
emplean unos 10.000 personas (Datos de la Asociación Nacional de Servicios
Funerarios. “Panasef”) para que estos datos se mantengan es necesario que haya
un gran número de defunciones, en España hay unas 400.000 al año, por lo que
el mercado es goloso.
Las costumbres cambian y las
tradiciones se pierden. En la actualidad el número de entierros en nichos o
tumbas es el 65% mientras que la incineración es de un 35% y creciendo.
Saliendo de los números, vemos que esos entierros pomposos están desapareciendo
en pos de organizar el entierro como una despedida, algo como un homenaje a la
vida del difunto, a los sentimientos, a lo que nos ha dejado en su trascurrir
en el contacto diario con el difunto.
El negocio de la muerte creció entre
2013 y 2014, según Funespaña, en un 5,5% y en 2015 sus ingresos aumentaron un
8.8% en comparación el año anterior. Se pretende para aumentar el negocio que el
Día de Difuntos se le quite realidad y se convierta en fiesta, la gestora de
Funespaña dan conciertos de música y lanzan globos a lo largo del día, explican
la acción diciendo: “Queremos que sea algo más entrañable y emotivo”.
En los últimos años las compañías
ofrecen a los que son incinerados la opción de los columbarios o en su caso el
esparcir las cenizas, en este caso se está pidiendo que se prohíba esparcir las
cenizas en la naturaleza, al no existir ningún reglamento que regule este
hecho, viene a ser una opción frecuente de los familiares del difunto. También
se puede optar por convertir las cenizas en diamante o ponerlas en una urna
biodegradable que enterradas junto a la plantación de un árbol, sirve de abono
para su crecimiento y poderlo ver crecer algo singular.
Quiero terminar este pequeño artículo
con la letra del al canción: “La muerte no es el final”.
Tú nos dijiste que la muerte,
No es el final del camino,
que aunque morimos no somos
carne de un ciego destino.
Tú nos hiciste, tuyos somos.
Nuestro destino es vivir siendo
felices contigo
Sin padecer ni morir.
Cuando la pena nos alcanza
Por un hermano perdido,
Cuando el adiós dolorido
Busca en la fe su esperanza.
En tu Palabra confiamos,
Con la certeza que Tú ya le has
devuelto la vida,
Ya le has llevado a la luz.
Cuando, Señor, resucitaste,
todos vendimos contigo.
Nos regalaste la vida
como en Betania al amigo.
Si caminamos a tu lado,
No va a faltarnos tu amor, porque,
morimos, vivimos
Vida más clara u mejor
Letra y música: Cesáreo Gabaráin.
Cuenca, 28 de octubre de 2018.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador
histórico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario