domingo, 10 de abril de 2022

Venturas y desventuras de la Semana Santa de Cuenca.

 Cuando las cosas no son como las pintas...

Cuando los franceses invadieron nuestra ciudad, los pasos, milagrosamente salvados, de Jesús Nazareno, Cristo de la Luz, Virgen de la Soledad y San Juan Evangelista, fueron depositados, para su custodia, en la Parroquia de El Salvador. En la Guerra Civil Española, 1330 imágenes fueron destrozadas o quemadas. Este número de imágenes no solo incluyen las de los pasos de Semana Santa de Cuenca, también las imágenes de los 476 templos saqueados y las imágenes de las 278 ermitas, junto con 841 altares destruidos en la provincia de Cuenca.

Es un hecho indudable que las procesiones litúrgicas de la Semana Santa conquense, desde la posguerra, va adquiriendo de año tras año un mayor esplendor, con las tallas de Luis Marco Pérez que desde 1939 hasta 1955, la mayor parte de su obra sería eminentemente religiosa, especialmente procesionales para la Semana Santa de Cuenca.

En 1940 hace las imágenes de Jesús Nazareno de San Agustín. En los años siguientes, destacaría el san Juan Bautista (1942); san Juan de la Palma (1942) y el Cristo Yacente (1943), depositados en la iglesia de El Salvador de Cuenca; Jesús atado a la columna (1941) y la Virgen de las Angustias (1942) depositadas en la iglesia de la Virgen de la Luz. La Oración del Huerto. El descendimiento (1945), la Exaltación (1951) y san Pedro (1946), entre otros muchos que realizó para la Ciudad Real y pueblos e imágenes para iglesias de Cuenca, Madrid, Almadén, Valdepeñas, etc.

Viernes Santo. Procesión Camino del Calvario. 2017

Hay datos curiosos que son dignos de recordar, no sólo el desmadre se ha producido en nuestros tiempos, cuando desde Madrid se incitaban a venir a Cuenca el Viernes Santo a emborracharse. El 22 de marzo de 1778 la Venerable Esclavitud de Jesús Nazareno y el Cabildo de San Nicolás de Tolenteno, sito en el Convento de Religiosos de Ntro. Padre San Agustín, extramuros de esta ciudad de Cuenca, que estaban unidos desde 1707, decidieron solicitar a Carlos III se les autorizara para que, en concurso con el Caballero Corregidor, pudieran prescribir las reglas oportunas a la decente concurrencia de los nazarenos para el más acrisolado y devoto culto a la Divina Majestad. (Como no tiene desperdicio citaré el legajo 1203, del núm. 8 del Archivo Histórico Nacional que cita el Sr. González-Palencia, al núm. 369 de sus fuentes para la Historia de Cuenca).

Ntro. Padre Jesús Nazareno.

““Obedeciendo ello a la repercusión que tuvo en Cuenca la Real Cédula de 20 de febrero del año anterior (1777) por la que se prohibía que en las procesiones concurrieran disciplinantes, empalados y otros espectáculos semejantes, por el desorden que por lo común causaban en ellas, lo cual hizo entibiarse de tal modo el ánimo de muchos conquenses que en el próximo año vencido se experimentó una decadencia de la concurrencia a dicha procesión, por no atreverse a salir con la vestimenta de nazarenos, atendiendo a no ser hora correspondiente de presentarse con la debida decencia con otro traje a un acto tan serio y majestuoso con el que se celebra en dicho día (Viernes Santo) a la hora de salir el sol, bien entendido que adornado con la concurrencia de ambas jurisdicciones eclesiásticas y real con suma paz, unión y reverencia.

Fuerte estaba la Real Cédula que, recogiendo quejas de algunos Prelados, dice en su preámbulo que dichos espectáculos sirven: “sólo de, en lugar de edificación y de compunción, de desprecio para los prudentes, de diversión y gritería para los muchachos y de asombro, contusión y miedo para las mujeres”, así como de las procesiones nocturnas dice ser: “una sentina de pecados, en que la gente joven y toda la demás viciada se vale de la concurrencia y de las tinieblas para muchos desórdenes y fines reprobables que no pueden impedir las Justicias aun siendo celosas”, pero fuerte y todo, no debió dar gran resultado práctico ya que hubo de repetirse la prohibición el 20 de marzo de 1709 y el 5 de abril de 1802, señalando penas a los que andes como disciplinantes, aspados o en hábito de penitente, a quienes, así como a los que les acompañen se castigará con diez años de presión y 500 ducados para los pobres si fueran nobles respectivamente, y con 200 azotes y dos años de prisión si fueran plebeyos.

Es de comprender el temor que causaría en Cuenca la primera disposición real, pues, al no bastar las amonestaciones, se dio cuenta a las Justicias reales a quienes tocaba su castigo en el fuero externo y criminal con las penas temporales prevenidas por las leyes del Reino, que no serían muy distintas de las señaladas.

Trasladada la petición a informe del Vicario y del Corregidor, no encontró aquel inconveniente en acceder a lo solicitado ya que “el traje de que han usado hasta entonces los nazarenos se reducía a una túnica talar y capuz de landilla morada ceñida con cordón muy propio del día y preciso especialmente en los que secan las santas efigies y otras insignias, porque la estrechez y penuria de las calles, no permite llevarlas en otro traje decente, no sin riesgo de padecer los vestidos notable detrimento con la cera y lado que regularmente se encuentra en ellas”.

También el Corregidor informó favorablemente puntualizando que el cordón era “de esparto o hilo” y que, hubo una notable disminución de concurrentes y “vendrá a perderse, a que se añade la deformidad que se presentaba al ver que los sujetos que conducían las santa efigies en próximo pasado año iban vestidos de diferentes colores e indecentes a un acto tan serio, lo que no ocurre con las túnicas, pues con ellas se advierte una suma uniformidad y armoniosa decencia".

Por último al Fiscal no le pareció mal el traje, aunque diciendo salgan con la cara descubierta y cuidando el Corregidor de que no se cometan excesos, lo que le fue comunicado a éste el 16 de marzo de 1779””.

De esta manera quedó definida la vestimenta que debería regir en la procesión del Camino del Calvario, en el Viernes Santo de las seis de la madrugada, lo que hoy son las Turbas. Con túnica pero sin capuz para poder ser identificada la persona.

Cuenca, 10 de abril de 2022.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

 

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