El Evangelista del león
San Marcos es el autor del
Evangelio más antiguo. Al comenzar su evangelio haciendo referencia a San Juan
Bautista, el precursor de Cristo. Su iconografía nace por la analogía del desierto con el león, al ser éste el rey del desierto. Se representa, con cierta frecuencia,
sentado escribiendo el Evangelio, otras veces se le acomoda la figura de un
león como protector, como así ocurre en el escudo de Venecia.
San Marcos. Capilla del Espíritu Santo.
Catedral de Santa María de Cuenca
|
Si relatamos su vida diremos que:
San Marcos era de origen judío. Nacido en Cirene, de la provincia de
Pentápolis; posiblemente de familia sacerdotal. Fue uno de los primeros
discípulos de San Pedro después de Pentecostés, es por ello que San Pedro lo
llamaba hijo en su primera epístola. Lo escogió como compañero de viaje,
haciéndose su intérprete, al dominar la lengua griega y también lo tuvo de
confidente, plasmando en su evangelio las vivencias con el Apóstol. Viajando con
Pedro a Roma, donde desarrolló en gran parte, su evangelización.
Teniendo que marcharse San Pedro
de Roma, dejó a su cargo, para que atendiera las funciones de su apostolado a Marcos. En este tiempo fue cuando los
fieles romanos, inflamados día a día del amor de la verdad y penetrando en los
grandes misterios de Cristo le rogaron a Marcos que les dejase por escrito la
historia evangélica para tener el consuelo de conservarla en la memoria y poder
repasar la doctrina que habían oído al Apóstol.
Alentados por los nuevos
cristianos San Marcos escribió lo que había oído a San Pedro en las
instrucciones públicas a los fieles, en las conversaciones familiares y
privadas, observándose una gran exactitud y precisión en los hechos que
refiere, cuidando sobre todo de no omitir cosa alguna de cuantas había oído de
la boca de su Maestro y de seguir fielmente la iluminación del Espíritu Santo,
por cuya inspiración escribía.
Al regresar San Pedro a Roma supo
que Marcos había escrito el evangelio, aprobando el hecho y mandó que se leyera
en la Iglesia. Este Evangelio es como un compendio al de San Mateo, aunque en
algunas cosas en pocas palabras añade circunstancias muy considerables. San
Crisóstomo, en plan anecdótico, dice que San Marcos fue más breve en su
evangelio que los otros tres evangelistas por imitar a San Pedro que le gustaba
poco hablar y acredita que sólo escribió todo aquello que oyó de su Maestro.
Este evangelio fue escrito en griego, por ser la lengua más común en aquel
tiempo, no sólo en el Oriente, sino dentro de la misma Roma, donde todos
hablaban más en griego que en latín. Es más, si hacemos caso a San Gerónimo, se
cree que el estilo de San Marcos predomina en los escritos de San Pedro, por lo
que posiblemente éste le dictara lo esencial.
Al ser expulsados los judíos de
Roma en el año 49 por orden del emperador Claudio, San Pedro mando a Egipto a
San Marcos a predicar el reino de Dios. Llevó consigo el evangelio escrito para
que las naciones a quienes enseñase de viva voz, tuviesen después la misma
comodidad que los romanos. Al haberlo escrito en griego facilitaba su difusión
por ser la lengua comercial de todo Oriente y se usaba, incluso más en
Alejandría que en Roma.
Desembarcó en Cirene, su pueblo y
el número de convertidos fue muy elevado al obras diversos milagros, todo ello hizo
que echaran por tierra los viejos ídolos. Desde allí pasó a otras partes de
Libia, concretamente a las provincias de Marmarica y Amonica, en donde
permaneció 10 años; extendió su predicación hasta el alto y bajo Egipto
cosechando grandes conversiones, ello hizo que en años posteriores diese
grandes santos anacoretas.
Pasó a predicar a la misma ciudad
de Alejandría, que a la sazón era después de Roma la ciudad más importante del
imperio. Al entrar se le descosió una tira de la sandalia y eso supuso el tener que buscar a
un zapatero. Éste se pico con la lezna sangrando abundantemente, exclamando ¡Ay
mi Dios! Esta expresión dio pie a San Marcos para explicarle la realidad del
verdadero Dios, Tertuliano que así se llamaba el zapatero. Después tomando San
Marcos un poco de lodo se lo aplicó a la herida y haciendo la señal de la cruz
sobre ella se curó al instante. Tertuliano asombrado del milagro que se había
obrado en él, le insistió que entrara en su casa, descansara y refrescase en
ella con todos los de su comitiva. Después de instruirlo en la verdad fue
bautizado con toda su familia. La conversión fue tan profunda que dos años
después el mismo San Marcos le ordeno Obispo de Alejandría, siendo el primer
obispo en aquellas tierras.
Después de proveer las
necesidades espirituales de la iglesia de Alejandría, volvió a visitar sus
amados hijos en Cristo de Pentápolis, empleando dos años en recorrer aquellas
provincias y en consolidar a los fieles cuyo número y devoción crecía cada día.
Estando San Marcos en Bucoles, una
localidad cerca del mar, coincidió que se estaba celebrando la fiesta de su ídolo Sérapis,
y comenzaron a gritar furiosos: Busquemos
con toda diligencia, y sea sacrificado a nuestra justa cólera el enemigo de
nuestros dioses. Encontrando a San Marcos se arrojaron sobre él y le echaron
una soga al cuello y arrastrándolo por las calles gritaban: Llevemos a este
buey al matadero. Lo fueron arrastrando por el suelo desde la mañana hasta la
noche, dejando la tierra regada de su sangre. Por la noche lo encerraron en un
calabozo. Esa noche se le apareció Cristo que le consoló y le aseguró que pronto iría con
Él a su gloria. Al día siguiente obraron con él de la misma forma que el día
anterior y consumó su martirio el día 25 de abril del año 68, en cuyo día toda
la iglesia latina y griega celebra su fiesta.
En el año 316 se edifico en aquel
sitio una magnífica iglesia en la cual, en el sexto siglo se conservaba todavía
el manto o pallium de San Marcos, que
los futuros obispos Alejandrinos se ponían antes de tomar posesión de su silla
episcopal.
En el siglo 870 el cuerpo de San
Marcos fue robado y llevado a Venecia y desde entonces el día 25 de abril se
celebra en Venecia la fiesta del Santo Evangelista con solemnidad
verdaderamente majestuosa.
Cuenca 25 de abril de 2019.
©José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario