Las leyendas inundan las
catedrales góticas. Cuando comencé mi estudio sobre la catedral de Cuenca, fueron
mis guías los investigadores de las catedrales de Notre-Dame de París, de Reins
y de Amiens, sus escritos e investigaciones me sirvieron de modelo para
escudriñar en los misterios que encerraba la de Cuenca.
Recoge una de esas leyendas de la
Catedral de Notre-Dame de París que en el año 1233, cuando se estaban labrando
las esculturas de la portada, un joven escultor codiciaba que sus trabajos
fueran los mejores entre las catedrales que se estaban construyendo en ese
momento y lleno de orgullo invocó al
diablo para solicitarle ayuda. Este pronto se manifestó haciéndole firmar con el
pago de su alma, asegurándole que su trabajo sería insuperable. El escultor
aceptó firmando el pacto. Cuando su trabajo pudo ser observado todo fueron
halagos y vítores por su inigualable trabajo escultórico. Entonces el diablo
exigió el cobro de lo pactado con el escultor, éste se negó y el diablo buscó
venganza aprovechando que un día estaba fuera de lo sagrado, es decir, en el tejado,
fue arrojando desde él, dando con sus huesos en el suelo.
Otra leyenda es la que narra la
vida de San Marcelo, que fue el primer obispo de París. En una de su
hagiografía escrita por San Venancio, San Marcelo es descrito como el primer
hombre que se enfrentó con el demonio y lo venció, siendo representado en la
puerta norte de Notre-Dame como ejemplo de la victoria del bien sobre las
fuerzas del mal.
Muchas leyendas como ésta fueron
surgiendo en todas y cada una de las catedrales. La representación del diablo
en estos templos góticos nace en el siglo XIX, especialmente por
Viollet-le-Duc, quien en las obras de restauración de Notre-Dame hizo añadir
varias gárgolas en las que figuras demoniacas amenazan la ciudad desde lo alto
de sus torres. Vicente Lampérez copia de él su portada de la Catedral de Cuenca
y hace su propia versión utilizando la historia de Cuenca.
La puerta que comunica la nave
sur de nuestra catedral tiene el nombre de San Lorenzo. Dos son las figuras que
ocupan el ángulo que forma el dintel con las jambas. La escultura del lado
izquierdo representa un niño sentado con las piernas dobladas, la mano derecha
apoyada en la rodilla y la mano izquierda como sujetando el techo. Está mirando
al frente como si estuviera escuchando a la figura de enfrente. Es un anciano
con barba que sentado tiene un libro abierto entre sus manos. Ambas figuras
hacen mención al libro del Apocalipsis, concretamente los capítulos 18 y 20 que
hablan del Juicio Final. Si a esto añadimos el nombre que posee la puerta, San
Lorenzo, que fue elegido por el Papa Sixto II como encargado de custodiar las
reliquias, entre ellas el Santo Grial, ello nos lleva sin más al ángel
sonriente del triforio, portador del Santo Grial que Don Rodrigo de Luz lo
identifica, en su obra “El Misterio de la Catedral de Cuenca” con las profecías
de Nostradamus y ésta con el final de los tiempos.
Ángel sonriente, Triforio de la Catedral de Cuenca.
Foto: José María Rodríguez González
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Una incógnita vuela en el ambiente
con relación a la placa situada en los contrafuertes de la nave Norte junto a
la girola. Es una placa conmemorativa de la conquista de Cuenca.
Su explicación puede ser la
siguiente: Esta placa formaba parte de una lauda que se encontraba en la fachada,
junto a las gradas de entrada a la catedral. En ella está grabada la leyenda:
EL REY DON ALFONSO IX GANÓ A CUENCA, MIÉRCOLES DÍA DE SAN MATEO, A XXI DE
SEPTIEMBRE, AÑO DEL SEÑOR DE MCLXXVII. Habría que contar con otra donde
figuraban los capitanes de la conquista y los linajes de la comarca, como eran:
El Conde Cabra, Azagras, López de Haro, Laras y Ceballos, Cañizares, Chirinos,
Jarabas, Sacedones, Salazares, Carrillo, Abarca, etc.
Es mucha la sorpresa de quienes
leen el texto de la placa conmemorativa y se quedan sorprendidos al observar en
el texto ALFONSO IX, han de saber que en la placa como en muchos textos de la
época fue tomado el orden numérico de los reyes considerando a Alfonso I
Aragón, el Batallador, como emperador de León y rey de toda España, al casarse con Doña Urraca I de León. Al ser
anulado el matrimonio por no llegar a consumarse, tomaría de nuevo la
numeración de Alfonso VIII y no Noveno el rey que ganó a Cuenca en 1177.
Éstas y muchas otras leyendas son
las que ilustrarán la última visita guiada gratuita que se realizará en el mes
de junio, dando como finalizadas por este curso las visitas.
Cuenca, 5 de abril de 2019.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador
histórico.
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