Hay santos que no nos suenan a
nada por su desconocimiento, pero no por ello dejaron de ser mártires por la
causa de Jesucristo. Eso nos pasa con Procopio. En Casarea de Palestina, San
Procopio, en tiempos del emperador Diocleciano fue conducido desde la ciudad de
Scitópolis a Cesarea, donde, por manifestar su fe fue inmediatamente decapitado
por el juez Fabiano en el año 303.
Conozcamos algo más de este mártir.
Como testigo próximo y veraz, Eusebio de Cesárea nos cuenta lo poco que se sabe
de este humilde mártir. Nació en Jerusalén, vivió en Scitópolis, donde era
lector exorcista y traductor de las Escrituras, y que era hombre muy espiritual
y mortificado que sólo vivía de pan y agua.
Cuando rmprzó la persecución de
Diocreciano, junto con otros cristianos fue conducido a Cesárea, y allí el
gobernador Flavio le ordenó que sacrificase a los dioses. Al negarse Procopio
(citando unos versos de Homero que podían aplicarse a su fe), se le hizo
decapitar.
La tradición cristiana no se
conformó con esto, y en torno a él se tejió una absurda leyenda que le supone
personaje principal y pagano con la misión de perseguir al cristianismo, y no lejos
de Antioquía se le atribuye una visión semejante a la de San Pablo en el camino
a Damasco.
Una vez convertido, su historia
se despeña de disparate en disparate, con prodigios bélicos que consigue con la
ayuda de una cruz que es casi un amuleto y otros aparatosos milagros, hasta que
muere entre terribles torturas en circunstancias completamente inverosímiles.
Nuestro Procopio, el verdadero y
sus claras y sólidas virtudes, no bastaron a la sed de maravillas que ya
entonces había en la Iglesia, pero hay que quedarse con la sencillez del santo
auténtico, no con el fantoche que parece un supermán a lo divino, con el
clérigo que sólo hizo lo que debía hacer, entre otras cosas morir, eso sí,
citando a Homero, como quien se permite humorísticamente un adorno heredado del
paganismo porque le sobra fe ante el verdugo.
Cuenca, 8 de julio de 2019.
José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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