Como recuerda una canción popular
y bullanguera, su fiesta se acompaña con estrépito, el santo de Pamplona trae
algazara y jubilosas celebraciones, mientras los eruditos discuten aún sobre el
lugar de su nacimiento y el tiempo en que vivió. ¿Pamplona o del sur de
Francia, murió en 303 o mucho antes?
No hay pruebas concluyentes a
favor de ninguna teoría, pero la tradición se supone de Pamplona (nacido tal
vez donde hoy se levanta la iglesia de San Lorenzo), e incluso da los nombres
de sus padres, Firmo y Eugenia, que vivían en una ciudad pagana por completo.
El obispo de Tolosa del
Lenguadoc, San Saturnino, envió a Pamplona a un apóstol cuyo nombre era
Honesto, y algo más tarde el propio San
Saturnino visitó la ciudad navarra y bautizó allí a los primeros cristianos
con el agua de un pozo cuyo emplazamiento está señalado en una calle
pamplonesa.
Fermín, recién bautizado, se
instaló en la Tolosa francesa, donde se le ordenó y finalmente se le consagró primer
obispo de Pamplona. Luego se dedicó a evangelizar las Galias, estuvo en
Beauvais, en la Picardía y en los Países Bajos, y fue decapitado en Amiens, Siglo
más tarde se descubrieron sus restos y parte de sus reliquias fueron llevadas a
Pamplona, donde desde finales del siglo XVI su fiesta se celebra el 7 de julio.
En Amiens –ciudad que también le
tiene por patrón- y en el resto de la Iglesia universal es conmemorado el 25 de
septiembre, pero en Pamplona San Fermín no es un día de otoño sino de comienzos
de verano, una fiesta estival en la que el ruidoso folclore contribuye a la
gloria del primer obispo navarro que fue a morir por la fe tan lejos de su
patria.
Cuenca, 6 de junio de 2019.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
Cuenca, 6 de junio de 2019.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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