Hay dos
imágenes de la Inmaculada. Una trazada por mano divina y otra por el pincel
humano. La divina es escrita; la humana pintada. Ambas universales. La divina
es obra del Espíritu Santo, con mediación de un Ángel de una mujer, recogida
por un escritor médico que se llama San Lucas. La humana se inspira en la
divina y es la de Murillo, que, aunque española y local, ha adquirido
proporciones de universalidad.
Inmaculada Concepción de Murillo 1665 |
En la definición
de este dogma fue España la adelantada, paladín esforzado en la defensa de la
verdad de la Virgen y el pueblo conquense ha sido y es eminentemente mariano.
Este sentimiento mariano en el pueblo fue anterior a la definición del dogma y
cooperaron sus personajes más grandes en el Concilio de Trento. Fue Menéndez
Pelayo quien dijo que este Concilio que fue: “tan español, como ecuménico”.
Para convencernos de que la aseveración no es hiperbólica, sobra con decir los
nombres de los nuestros que estuvieron presentes, famosos teólogos tridentinos
como: Soto, Solís, Torres, Salmerón, el conquense Melchor Cano, el Arzobispo
Guerrero y sobre todo, el del Cardenal Pacheco, aquel que en Trento hizo de su
verbo ardiente, tanto que algunos se atrevieron a llamar a este Concilio “el Concilio del Cardenal Pacheco”. En él
estuvo a punto de hacerse realidad, aquel dogma de la Inmaculada Concepción de
la Virgen, que se definió más tarde el 8 de diciembre de 1854. El sentimiento
estaba grabado en la España viva del pueblo mucho antes de la definición del
dogma, era sentimiento y anhelo, esperanza y verdad de los conquenses que se
anticiparon y cooperaron a la definición del dogma de la Inmaculada Concepción
como lo refleja la catequética de la rejería del siglo XVI en la Catedral
Conquense.
Constantemente
estuvo Cuenca al lado de ésta Verdad, como así lo prueban los tratados de
nuestros eminentes teólogos. Ejemplo de ello es el tratado de La Concepción de Nuestra Señora, de Fray
Ambrosio de Montesinos, de Huete, que compuso también un Breviario de la
Inmaculada para los religiosos de su Orden, era franciscano. “Defensa de la Inmaculada Concepción”,
del Padre Fernando Chirino de Salazar, Jesuita; el del licenciado Don Baltasar
Parreño, cura de Sacedón, titulado “De la
limpia concepción de Nuestra Señora”; el escrito por Fray Melchor de
Huélamo, de Tarancón, sobre “Discursos
predicables sobre la Salve”, franciscano de San Clemente. Los escritos del
famoso Padre Luis Molina y Gabriel Vázquez; Padre Andrés Marcos Burriel, de
Buenache de Alarcón; Fray Francisco Herráez, de Albendea; Don Jacobo Capistrano
de Moya, de Hontecillas y cura de Fuente de Pedro Naharro. Alguno de estos
eminentes citados en esta incompleta lista de escritores inmaculista
conquenses, porque ellos recogieron en sus escritos el pensamiento inmaculista
conquense, aún antes del Concilio de Trento,
y que apoyaba y preparaba la definición de la Virgen María y honor de
España y de Cuenca.
Ahí está, cómo
la habíamos de predecir el “Vito” de Horcajo de Santiago, con sabor y ambiente
inmaculista que se remonta a siglos desconocidos, pero que sin duda es
anterior, no solo a la definición de 1854, sino a la época del mismo Concilio
tridentino. Con esta preparación, Cuenca hace acto de presencia en la Asamblea
ecuménica de Trento por sus grandes teólogos al que asistieron, como
anteriormente cite sus nombre y valga la redundancia, nombro con más detalle
ahora: Don Diego Ramírez de Villaescusa de Haro, Canónigo de León y Cuenca y
más tarde nuestro Fray Francisco de Zamora. El Taranconero Fray Melchor Cano.
También Don Pedro Guerrero, que había sido canónigo de Cuenca. También asistió
nuestro Fray Martín de Portalrubio, canciller de la Orden de San Juan de
Jerusalén a quien llama Don Roque Pirro “Ilustre
por su ciencia y por su prudencia” y por último lugar, no por ello de
inferior valía, estuvo estuvieron los ilustres conquenses: el Cardenal
Francisco de Mendoza y Bobadilla; Don Alfonso Merchante de Valerio, hombre
eminente hijo de los marqueses de Cañete y enterrado en la capilla del Espíritu
Santo de nuestra Catedral.
Como vemos
mucho contribuyo la diócesis conquense, con sus gentes preparadas, a esta
festividad que hoy celebramos.
¡Viva
la Inmaculada Concepción!
Cuenca, 8 de
diciembre de 2019.
José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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