Cuentos populares del
mundo (Checoslovaquia).
Hace muchísimos años, en muchísimos años, en un
pueblecito de Checoslovaquia vivían Iván y María, un matrimonio que, si
hubieran tenido un hijo, se habría sentido completamente felices.
Pero los mejores médicos les habían dicho que jamás
podrían tenerlos. ¡Qué tristeza! El pobre Iván veía cómo María estaba siempre
suspirando y permanecía horas y horas ante la ventana viendo cómo jugaban en la
calle los niños del lugar.
En vano se esforzaba el buen Iván en mostrarse
obsequioso y amable con su esposa; María continuaba seria e inconsolable.
Únicamente sonreía cuando venía a visitarla Anita,
una preciosa niña de ojos negros u largas trenzas que vivía cerca de ellos.
Entonces, María jugaba ilusionada con la niña y la colmaba de dulces y de
regalos.
¡Oh, cuánto había deseado María tener una niña como
Anita! Pero cuando Iván le había sugerido el adoptar a alguna huerfanita, María
no quiso admitir tal idea.
Y llegaron las primeras nieves del invierno. En la
calle, los niños jugaban con la nieve y Anita había comenzado a construir ella
sola una gran muleca de nueve.
Viendo que María no apartaba sus ojos de Anita,
Iván digo a su esposa: -¿Quieres que bajemos a ayudarla?
María aceptó ilusionada y, momentos después, los
dos esposos trabajaban con Anita
moldeando la blanca muñeca de nieve.
¡Con cuánto cariño trabajó María! Formó
amorosamente aquel cuerpo de nieve, con sus piernas, sus brazos y su cabeza.
Más, cuando pasó sus dedos por la cara sintió en su
mano un cálido aliento. Miró sorprendida a la muñeca de nieve y ésta le sonrió.
-¡Iván, Iván! –Exclamó María-. ¡El cielo nos ha
enviado una niña! ‘Mira, mira cómo se mueve! ¡La llamaremos Copo de Nieve!
¡Y era verdad: Copo de Nieve se movía hablaba y
reía como cualquier otra niña!
¡Qué júbilo, qué gozo! María e Iván abrazaron
ilusionados a Copo de Nieve y la llevaron a casa. Y desde aquel día, los dos esposos vivieron felices,
pero su hogar resultaba mucho más alegre en compañía de Copo de Nieve, con sus
cantos y caricias travesuras, siempre tan graciosa y tan cariñosa.
Todos los niños del pueblo querían jugar con ella y
, mientras duró el invierno, Copo de Nieve fue la alegría de su hogar y de
todos sus amiguitos.
Pero cuando llegó la primavera y el sol empezó a
brillar con fuerza, haciendo brotar las flores en los campos, Iván y María
observaron un gran cambio en la niña: Copo de Nieve ya no deseaba jugar con los
otros niños ni ir con ellos al campo a recoger amapolas y flores silvestres.
Permanecía todo el día encerrada en casa, asomándose a la ventana y
contemplando con tristeza cómo jugaban sus amiguitos.
Únicamente salía a pasear al anochecer o cuando el
frío del amanecer no había sido mitigado por los primeros rayos de sol.
Entonces Copo de Nieve vagaba sola por el húmedo y frío bosque.
Sólo un día la vieron sonreír y palmotear de
alegría; fue una tarde en que una tormenta enfrió el ambiente primaveral y una
fuerte lluvia repiqueteaba en los cristales de la ventana. Pero cuando renació
la calma y el sol volvió a brillar, Copo de Nieve volvió a quedar silenciosa,
contemplando con infinita tristeza cómo, con el calor, se evaporaba el agua de
la hierba y de la tierra.
Y Llegó la noche de San Juan. Los niños del pueblo
acostumbraban a celebrar la llegada del verano con grandes hogueras, bailando y
saltando alrededor del fuego en un gran claro del bosque.
La noche era casi fría y como otras veces, un grupo
de niños y niñas vinieron a buscar a Copo de Nieve para la fiesta y la niña
aceptó muy contenta. Copo de Nieve se adornó la cabeza con una guirnalda de
flores y después de despedirse cariñosamente de Iván y María, se alejó con sus
amiguitos cantando y riendo alegremente.
Súbitamente, oyeron un grito largo y doloroso;
quedaron todos en silencio y vieron cómo un halo tenue se elevaba sobre las
llamas y desaparecía después lentamente. Fue entonces cuando se dieron cuenta
de que Copo de Nieve ya no estaba entre ellos.
Iván y María la buscaron por todas partes, hasta
que se convencieron de que Copo de Nieve
no volvería jamás.
Los dos esposos no podían olvidar lo felices que
habían sido aquel invierno con la deliciosa Copo de Nieve y adoptaron una
huerfanita, que pronto volvió a llenar su hogar de cariño.
Cuenca, 30 de mayo de 2020.
José María Rodríguez González. Profesor e
investigador histórico.
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FUENTES CONSULTADAS:
-Nuestros cuentos. Publicaciones FHER. Bilbao.1987.
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