El nuevo santoral reúne en este día, 29 de septiembre, la celebración de los tres arcángeles, llamados los tres canónicos.
Miguel, caudillo de los ejércitos,
capitán del Cielo, es en el Apocalipsis el vencedor del Dragón, de Satanás; el
arcángel guerrero que se enfrenta al amotinado Lucifer al grito de ¡Quien como
Dios!, que es su nombre y que dice fidelidad. Prototipo del siervo leal y
poderoso que ha de sostener con su fuerza.
San Miguel |
Arcángel
protector y defensor justiciero de los hombres en las tradiciones medievales
del Juicio Final, donde se asegura de que las almas den su peso de fe,
esperanza y amor en las balanzas, frente a las muecas del maligno.
San Juan nos
lo pinta como protector de la Iglesia, lo mismo que lo había sido antes de la
sinagoga. Al principio de la historia de Israel. Desde el comienzo de la
Iglesia Satanás se esfuerza por combatir a los cristianos, pero San Miguel,
pero San Miguel lo derrotó. Su nombre Mi-Ca-El. Quien como Dios, es nombre de
combate y de victoria. Dios lo ha puesto como protector constante de sus
escogidos en la tierra.
La tradición
eclesiástica atribuye a San Miguel la victoria de Constantino, el cual le
edificó una iglesia en su nueva capital de Constantinopla. Más tarde Justiniano
le levantó otra frente a la ciudad sobre el promontorio de Asia. En Occidente,
la protección del Arcángel se hizo sentir en el siglo V en Italia, y por eso
los Papas le dedican una y muchas iglesias. La fiesta de hoy recuerda la
Dedicación de una de ellas. En los antiguos martirologios se conoce con el
nombre de Natale basilicae Angeli in
Salaria. Era a verdadera y primitiva solemnidad romana en honor de príncipe
de as milicias angélicas.
La Epístola de
San Juan nos presenta a San Miguel disputando al ángel malo el cuerpo de el
cuerpo de Moisés en el monte Nebo, y en la vieja leyenda de la Asunción de
María le vemos recogiendo el alma virginal de la Madre de Dios. Por eso San
Miguel es invocado por la Iglesia en el paso definitivo del tiempo a la
eternidad, contra la muerte súbita, por los agonizantes, para lograr una muerte
santa en gracia de Dios.
La solidez de
San Miguel por las almas del Purgatorio ha inspirado la vieja costumbre de
construir en los cementerios o cerca de ellos, una capilla en su honor.
Los artistas
de la Edad Media lo representaban en la puerta principal de la catedral, a los
pies del trono del Soberano Juez, con una balanza donde pesa las almas,
realizando así el tremendo misterio de separar los escogidos de los réprobos.
Rafael es el buen acompañante del hijo
de Tobías, a quien conduce, sabio, cariñoso y firme, por entre las asechanzas
del mal, hasta un feliz matrimonio y la curación del propio Tobías. Es el
arcángel de los novios y casados, cómplice del amor que es una chispa del gran
incendio divino que busca abrasarnos a todos en caridad.
San Rafael |
En cuanto a Gabriel, es el conmovido mensajero de
la Anunciación, y sólo podemos imaginarle tal como le pinta Fra Angélico, de
rodillas, según dicen: rubio, aureola de belleza, con alas de mariposa celeste,
rindiéndose ante la doncella que acaba de decir Hágase y comunicando el gran
misterio de la Salvación.
San Gabriel |
Los tres nos
valgan, capitán, guía y nuncio, para hacer la voluntad de Dios, que es la
sabiduría. En la batalla, en el camino incierto y en la oscuridad del debate
interior ellos están presentes.
Cuenca, 29 de septiembre
de 2019.
José María Rodríguez
González. Profesor e investigador histórico.
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