La imagen es la escritura que
despierta los sentidos.
Sin duda alguna, uno de los textos más elocuentes
sobre el valor de la imagen en el siglo XII es el conocido de san Bernardo
cuando, en 1124, arremetió en su polémica contra el lujo escultórico
cluniacense.
Dejando al
margen la intención de la polémica, que no trae nada más que enfrentamientos,
nos encontramos un hecho paradigmático en la historia de cómo los cluniacenses
reaccionaron de forma diametralmente opuesta a los cistercienses ante una misma
imagen. Valorando estos hechos diré que mientras los cistercienses necesitaban
de apoyos visuales para el desarrollo de sus oraciones, los cluniacenses ven en
ellas distracción y evasión en su recogimiento.
Si buscamos en
los anales de la historia nos encontramos con una carta escrita por el Papa
Gregorio Magno a Sereno, obispo de Marsella, por causa de haber destruido las
imágenes de su diócesis; le recrimina al obispo porque al destrozar las imágenes
ha privado a los fieles, especialmente a los incultos, de las enseñanzas que el
pueblo podrá recibir visualmente, puesto que “una cosa es adorar y otra conocer a través de la historia pintada, qué
es lo que hay que adorar. Porque lo que la Sagrada Escritura proporciona a los
que saben leer, es lo que la pintura proporciona a los analfabetos que saben
mirar”.
Sátiros. Reja del Coro. Siglo XVI. Catedral de Cuenca. |
Para cerrar
esta introducción antes de proseguir con las criaturas de las que hablamos
ayer, describiéndolas iconológicamente manifestaré las tres causas que señaló
santo Tomás de Aquino para justificar la presencia de las imágenes en los
templos.
La primera es
ya conocida sobre la instrucción al pueblo, que al no saber leer queda
ilustrado con sólo verlas. La segunda razón es que no le basta con oír hablar
de los misterios de la fe, los recuerda mejor si ha visto una ilustración tanto
de la palabra de Dios como de la vida de los santos; así pues, las imágenes
proporcionan un efecto semejante al de las lecturas y finalmente, la tercera
razón es que las imágenes nos recuerdan tanto el amor de Dios como los ejemplos
de los santos, y en consecuencia el hombre asimila mejor lo que oye si lo apoya
con un soporte visual.
Espero que
tras estas explicaciones comprendamos mejor el poder catequético que desempeña
este conjunto de imágenes en el arte del Medievo e incluso en nuestro tiempo
una vez que se le explica a la gente el cometido que tienen estas bellas
imágenes que inundan tantos los muros, como las rejas del siglo XVI de la
Catedral de Cuenca, como así es también
en el resto de catedrales del mundo.
Publicado Cuenca, 31 de
marzo de 2020.
Por José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico
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