Las
enfermedades contagiosas en que se ha visto inmersa la sociedad han sido muchas
y de distintos virus y procedencia. La más antigua de la que tenemos noticias
escritas, con relación a la ciudad de Cuenca, procede del siglo XII,
coincidiendo con la llegada de San Julián (1196), segundo obispo de Cuenca. El
historiador Muñoz y Soliva hace el siguiente relato de los hechos: por los ruegos de vuestro Obispo tiene
Dios a bien que cese esta plaga. Enmendaos vosotros de vuestros pecados.”
(1*)
La peste y san Julián. Obra de Bartolomé Matarana siglo XVI. |
Sobre el origen de las enfermedades
contagiosas que se dieron en el Medievo se alude, entre otras, a los efluvios
de la descomposición de materia orgánica que había en el aire que se respiraba.
También se imaginaba que la peste tenía un origen astrológico, como eclipses,
alineación de planetas o por el paso de algún cometa, también de origen
geológico por emanaciones de origen volcánico por las que eran liberados gases
tóxicos. Ante la falta de conocimientos científicos fueron considerados
fenómenos sobrenaturales atribuidos a la cólera divina por los pecados de la
humanidad.
La peste negra
a mediados del siglo XIV se extendió por los países del mediterráneo y el resto
de Europa en pocos años. El foco inicial se produjo en Caffa (actual Feodosia),
en la península de Crinea, a orillas del mar Negro. Esta ciudad estuvo asediada por el ejército
mongol, posible foco de la infección en el año 1346. Como anécdota se cuenta en
las crónicas que los muertos por la pandemia de la peste negra entre las filas
mongólicas eran arrojados con catapultas al interior de la población de Caffa,
pero sería más probable que la infección penetrara a través de las ratas
infectadas. De aquí pasó a Italia por los mercaderes genoveses y desde aquí se
extendió a todo el continente. La población de la región italiana de la Toscana
perdió una población entre el 50 y el 60 por ciento de sus habitantes. En la
península Ibérica, se produjo una disminución de población entre el 60 y 65 por
ciento. Se calculó que en la región de Navarra y Cataluña se sintió la pérdida
entre el 50 y el 70 por ciento. En Europa la población se redujo de 80 millones
a sólo 30 entre los años de 1347 al 1353.
Otra de las
pandemias importantes fue la peste neumónica o pulmonar que al contagiarse por
el aire el contagio era muy rápido. Cuando la bacteria afecta a los pulmones y
a la sangre la muerte se produce de forma segura y en un plazo de horas. Dada
la rápida muerte de los portadores, el contagio por esta vía se producía en un
tiempo breve y su expansión fue más lenta.
Los
historiadores sugieren que la peste bubónica fue de las que más afectó a las
poblaciones. La transmisión se producía a través de barcos y personas que
transportaban los agentes portadores, como eran las ratas y las pulgas
infectadas, éstas eran transportadas en las mismas mercancías y por las mismas
personas que traían esos productos propagando la peste por doquier. Las grandes
ciudades comerciales eran los principales focos de infección, de éstas eran
transmitidas a los pueblos y núcleos más pequeños. La Catedral de Cuenca guarda
un recuerdo de esta peste bubónica que asoló Cuenca en el año 1285. Es el
retablo de la ermita de Santa Ana, trasladado aquí en el siglo XVIII al
hundirse la ermita de Santa Ana. En aquella época acudieron los habitantes de
Cuenca a su mediación para que los efectos nefastos cesaran. El actual retablo
y la pintura en lienzo sobre tabla, está fechada en el año 1400 y es de estilo
gótico.
En el reinado
de los reyes Católicos se dio otra peste en el año 1492, este hecho no es muy
conocido, afectó a Cuenca, Ocaña, Alcalá de Henares y Sevilla. Y en el año 1717
se volvió a producir otra pandemia, en ambos casos el pueblo de Cuenca recurrió
a la protección de la Virgen de las Nieves, organizándose una procesión por las
calles de la ciudad, remitiendo el mal que acosaba a sus habitantes, por ello
se juró guardar un día festivo al año, coincidiendo con su festividad y se
levantó un altar en conmemoración de los hechos del que se puede disfrutar hoy
en día en la Catedral de Cuenca.
Por último
diré que en 1508 y 1509 se juró por esta ciudad de Cuenca celebrar todos los
años la festividad de san Roque: “La
peste hacía grandes estragos, y se decretó que los ayuntamientos se celebrasen (reuniones o plenos) fuera de su recinto. El primero se celebró en Albaladejito y otros en
Chillarón, Cólliga y otras aldeas” (2*), según costa en su archivo. Desde
entonces, cada 16 de agosto, Cuenca cumple con la tradición de sacar en
procesión, por sus calles la imagen de san Roque. En 1709 en Cuenca, a causa de la peste, de las malas cosechas por las plagas de langostas, hubo mucha hambre, esto hizo que su población menguara a unos 5726 habitantes, de los cerca de 18.000 que había a mediados del siglo XVIII, ocasionándose una reducción de población del 68 por ciento.
Retablo de la Virgen de las Nieves.
Catedral de Cuenca. Testigo de las pestes de 1492 y 1717.
|
Ahora en
nuestro siglo XXI, donde todo parece que está controlado se vuelve a dar una
pandemia mundial por un extraño patógeno llamado coronavirus COVID-19. Fue el
31 de diciembre cuando se detectó el primer caso de la enfermedad en Wuhan. La
denominación de los virus va cambiando, el Covid-19 es diferente a la que se
utilizó en anteriores brotes de coronavirus, podemos recordar el SARS o el MERS
(Síndrome Respiratorio de Oriente Medio). Mientras que se busca una vacuna
contra este virus no queda más remedio que luchar contra él utilizando las
armas disponibles para combatirlo o ¿habrá que retomar las creencias de
nuestros antepasados y recurrir a la vía divina?
Publicado en Cuenca, 12 de marzo
de 2020.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
_________________
Fuentes:
-Noticias,
los Ilmos. Señores Obispos que han regido la Diócesis de Cuenca, Trifon Muñoz y
Soliva. 1860. g.21
-Historia
de la Ciudad de Cuenca. Trifon Muñoz y Soliva. Libro II. 1867. Pag.572.
No hay comentarios:
Publicar un comentario