Baños termales y
fuentes principales de Cuenca y provincia.
El Solán de Cabras, término de
Beteta, a tres kilómetros del Puente de Vadillos, se encuentra a la orilla
izquierda del río Cuervo, en un profundo y estrecho valle rodeado de elevadísimas
montañas, se hallan los baños en cinco depósitos, tres de ellos descubiertos.
El manantial es rico y abundante en aguas. Para comodidad de los bañistas se
construyó a finales del siglo XVII una grande y cómoda casa con muchas
habitaciones y oratorio.
El manantial es conocido desde el
tiempo de los romanos. Existen testimonios escritos que recuerdan la curación
de la artritis de Julio Graco en el año 182 a. C.
Las propiedades curativas de las
aguas las descubrió un pastor que observó como las cabras enfermas después de
bañarse en ellas curaban de sarna cuando ponían su piel afectada en contacto
con la corriente. Posiblemente sea de este hecho donde proceda el nombre que
tiene el lugar: “sólo para cabras”,
que haya derivado en el nombre actual de “Solán
de Cabras”.
En el siglo XVIII, Pedro Gómez de
Bedoya, sobre el año de 1746, aporta datos que indican que este lugar se había
convertido en el centro de sanación de múltiples enfermedades, por la multitud
de informes que se realizan por parte del doctor José Garcerán, médico del Cabildo
de la Catedral de Cuenca; los de D. Roque Medina y D. Manuel Landero, boticario
de Beteta; de D. Dionisio Fernández Martínez, boticario de Priego, y de D.
Francisco Forner, uno de los médicos que mandó por España al Dr. D. Rodrigo Quiñones
en 1750, a recoger noticias para la obra que publicó Bedoya, D. Juan Pablo
Bedoya con el análisis que hizo D. Diego Crespo, boticario de Priego, el
informe del médico D. Joaquín Jaques y otros análisis hecho de orden del
Gobierno por el químico D. Domingo García Fernández, todos ellos hablan de las
bondades de estas aguas.
Entre los enfermos que vinieron a
curar sus dolencias fue D. Pedro López de Lerena y de Cuenca, conde de Lerena,
quien contribuyo a que en 1755, el rey Carlos III ordenara construir dos baños
y la casa hospedería, que todavía hoy son parte de las instalaciones del
Balneario del Solán. Fue el rey Carlos IV quien declaró las aguas de utilidad
pública en real Decreto de 10 de abril de 1790, declarando el lugar como Real
Sitio.
En el año 1826, el arquitecto
Antonio López Aguado, intervino en las instalaciones de los llamados Baños de
la Reina.
En la corte de Fernando VII, se
creía que la fatal de generación real se debía a la esterilidad de la reina,
así que se tomó la decisión de llevar a la reina al Solán, en el verano de 1826
se alojó Doña María Josefa Amalia de Sajonia, que estuvo desde el 6 de julio al
12 de agosto.
A finales del siglo XIX, principios
del XX, Baldomero San y Sanz fundó la empresa embotelladora, que en el año 1920
adquirió el Balneario. La empresa se constituyó como Sociedad Anónima el 29 de
julio de 1976: “Balneario y Aguas de Solán de Cabras, S.A.” en la que Antonio
del Pozo fue Consejero, Secretario y Presidente del Consejo de Administración e
intervino en la difusión de la marca, en la ampliación de la planta embotelladora
y en el aumento de la producción, haciendo del Solán de Cabras una marca con
referencia en el sector de la Aguas Minerales de España.
El grupo catalán Damn, de acuerdo
con dos de las partes propietarias, los Sanz Gallego y los García Cabanes,
quieren hacerse con la empresa. La familia Del Pozo se opuso y ganó judicialmente,
lo que provoca la salida de Damn del accionariado. Sin embargo los del Pozo si
llegan a un acuerdo con el Grupo Osborne en 2001, nuevo dueño mayoritario del
Solán desde 2002. La división de aguas y zumos de Osborne es adquirido en 2011,
por el grupo andaluz Mahou-San Miguel que se hace con la empresa de Solán de
cabras.
Publicado en Cuenca, 12 de marzo de 2019.
Por: José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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