Institución de la
Eucaristía y del sacerdocio
¿Por qué el Jueves Santo se celebra la última cena de Jesús?
Repasemos los libros de la liturgia y encontraremos la razón y el por qué:
Llegaba ya a su fin el día catorce del mes de Nisán. Era la
tarde del jueves, pero según el modo de contar el tiempo de los judíos, había
ya empezado el viernes, primer día de los ácimos.
Era el momento de cumplir con los ritos simbólicos de la
Pascual.
El Cenáculo estaba dispuesto para recibir a Jesús y a sus
discípulos. Todos llegaron al anochecer. Venían de Betania. Se sentaron a la mesa los doce alrededor del Maestro, y
empezaron a cenar.
Ninguno de los ritos ordenador omitió Aquel que un día dijo
a Juan Bautista: “Menester es que cumplas todas las prescripciones de la Ley”. Tras la primera parte de la cena en que se comía el cordero
pascual con pan sin levadura y lechugas silvestres, seguía la otra que era
menos ordenada y estaba separada de la primera por la ablución de las manos.
En esta segunda parte de la cena instituyó Jesús el más
augusto de los Sacramentos, la Eucaristía, y la más sublime por las dignidades,
el sacerdocio.
No traeremos aquí todos los pormenores del relato
evangélico, pero si recordaremos los hechos principales.
“Mis amados apóstoles
–dijo el Señor-, con vivas ansias deseé
comer esta Pascua con vosotros, antes de que padezca”.
En el momento en que el ritual ordenaba a los convidados que
se lavasen las manos, Jesús, el Hijo de Dios, a punto de pasar de este mundo al
Padre, sabiendo ya que Judas le había vendido, quiso dar a los suyos a quienes
tanto amaba, nuevo y supremo testimonio de su amor. Tomó un paño y se lo ciñó a
la cintura, vertió agua en un lebrillo y arrodillándose ante sus apóstoles,
empozó a lavarles los pies.
Simón Pedro
no pudo aguantarlo. Cuando Jesús le llegó a él, exclamó: “Tú, Señor, tú lavarme a mí los pies?”
-No entiendes ahora lo que hago- le
respondió Jesús con mansedumbre-; más
adelante lo sabrás-
-Jamás toleraré- respondió Pedro- que Tú me laves los pies.
-Si note lavo los pies, no tendrás parte
conmigo.
-¡Oh! Si es así, Señor, lávame no solamente
los pies, sino las manos y la cabeza.
-No es necesario- insistió Jesús-. El que acaba de lavarse limpio está;
sólo necesita lavarse los pies, para limpiar las manchas del viaje. Vosotros, limpios estáis, bien que no todos.
Sentándose
Jesús de nuevo a la mesa, absorto de todas las grandes cosas que iba a
ejecutar.
Afligido
estaba visiblemente por la inminente traición de Judas: “En verdad, en verdad os digo, que uno de vosotros me hará traición, y
ese tal come conmigo”.
Los
discípulos horrorizados se miraban unos a otros, dudando de quién hablaría. “Quién es?, dijo Pedro al oído de San
Juan. Y Juan, recostándose más sobre el pecho de Jesús, le preguntó: “Señor. ¿Quién es?”
-Es aquel a quien Yo daré ahora pan mojado.
No oyeron
los demás apóstoles estas palabras dichas por Jesús en voz baja. Por lo que
siguieron preguntando: “Señor, ¿seré yo
por ventura?” También Judas le preguntó: ”Señor,
¿soy yo acaso?” “Tú lo has dicho”, le
respondió Jesús, como para obligarle a que reparase mientras en la gravedad de
su pecado. Esta respuesta de Jesús la oyó solamente el traidor y la entendió,
pero se obstinó en su culpa.
Teniendo muy
presente a su espíritu la inicua traición de Judas, instituyó Jesús el Sacramento
por el que se dió en comida a todos los fieles hasta la consumación de los
siglos.
Tomó el pan con
sus santas y venerables manos, lo partió y dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y comed: esto es mi Cuerpo”.
Tomando asimismo el cáliz, dio gracias, y se los dió diciendo: ”Bebed todos de él: porque ésta es mi Sangre,
Sangre del nuevo Testamento, la cual será derramada por muchos para remisión de
sus pecados”. Y añadió: ”Haced esto en
memoria mía”.
Tales fueron
con admirable sencillez e inefable grandeza, la primera comunión y la primera
ordenación. La fe y la pureza de corazón tan admirables de los once apóstoles
fieles, consolaron algo al Divino Maestro de la infame traición de Judas.
En Cuenca la
Hermandad de la Santa Cena es de reciente refundación y digo refundación porque
se tiene noticias de la existencia de un paso que fue esculpido por Marco Pérez
en madera de nogal sin policromar y que desfilaba el Jueves Santo,
desaparecido, tal vez quemado en la Guerra Civil. La fundación definitiva de la
Hermandad fue en el año de 1985. Sus estatutos fueron aprobados por Don José
Guerra Campos el 27 de enero de 1987. El nuevo paso es obra del escultor
valenciano Vicent Cortina, siendo entregado en el año de 1983.
Publicado Jueves
Santo. Cuenca, 29 de marzo de 2018
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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