miércoles, 31 de marzo de 2021

LA ÚLTIMA CENA. Jueves Santo

 Institución de la Eucaristía y del sacerdocio
¿Por qué el Jueves Santo se celebra la última cena de Jesús? Repasemos los libros de la liturgia y encontraremos la razón y el por qué:
    Llegaba ya a su fin el día catorce del mes de Nisán. Era la tarde del jueves, pero según el modo de contar el tiempo de los judíos, había ya empezado el viernes, primer día de los ácimos.

    Era el momento de cumplir con los ritos simbólicos de la Pascual.

    El Cenáculo estaba dispuesto para recibir a Jesús y a sus discípulos. Todos llegaron al anochecer. Venían de Betania. Se sentaron  a la mesa los doce alrededor del Maestro, y empezaron a cenar.
    Ninguno de los ritos ordenador omitió Aquel que un día dijo a Juan Bautista: “Menester es que cumplas todas las prescripciones de la Ley”.
    Tras la primera parte de la cena en que se comía el cordero pascual con pan sin levadura y lechugas silvestres, seguía la otra que era menos ordenada y estaba separada de la primera por la ablución de las manos.
    En esta segunda parte de la cena instituyó Jesús el más augusto de los Sacramentos, la Eucaristía, y la más sublime por las dignidades, el sacerdocio.
No traeremos aquí todos los pormenores del relato evangélico, pero si recordaremos los hechos principales.
    Mis amados apóstoles –dijo el Señor-, con vivas ansias deseé comer esta Pascua con vosotros, antes de que padezca”.
    En el momento en que el ritual ordenaba a los convidados que se lavasen las manos, Jesús, el Hijo de Dios, a punto de pasar de este mundo al Padre, sabiendo ya que Judas le había vendido, quiso dar a los suyos a quienes tanto amaba, nuevo y supremo testimonio de su amor. Tomó un paño y se lo ciñó a la cintura, vertió agua en un lebrillo y arrodillándose ante sus apóstoles, empozó a lavarles los pies.
Simón Pedro no pudo aguantarlo. Cuando Jesús le llegó a él, exclamó: “Tú, Señor, tú lavarme a mí los pies?
-No entiendes ahora lo que hago- le respondió Jesús con mansedumbre-; más adelante lo sabrás-
-Jamás toleraré- respondió Pedro- que Tú me laves los pies.
-Si note lavo los pies, no tendrás parte conmigo.
-¡Oh! Si es así, Señor, lávame no solamente los pies, sino las manos y la cabeza.
-No es necesario- insistió Jesús-. El que acaba de lavarse limpio está; sólo necesita lavarse los pies, para limpiar las manchas del viaje. Vosotros, limpios estáis, bien que no todos.
Sentándose Jesús de nuevo a la mesa, absorto de todas las grandes cosas que iba a ejecutar.
Afligido estaba visiblemente por la inminente traición de Judas: “En verdad, en verdad os digo, que uno de vosotros me hará traición, y ese tal come conmigo”.
    Los discípulos horrorizados se miraban unos a otros, dudando de quién hablaría. “Quién es?, dijo Pedro al oído de San Juan. Y Juan, recostándose más sobre el pecho de Jesús, le preguntó: “Señor. ¿Quién es?”
    -Es aquel a quien Yo daré ahora pan mojado.
    No oyeron los demás apóstoles estas palabras dichas por Jesús en voz baja. Por lo que siguieron preguntando: “Señor, ¿seré yo por ventura?” También Judas le preguntó: ”Señor,  ¿soy yo acaso?” “Tú lo has dicho”, le respondió Jesús, como para obligarle a que reparase mientras en la gravedad de su pecado. Esta respuesta de Jesús la oyó solamente el traidor y la entendió, pero se obstinó en su culpa.
    Teniendo muy presente a su espíritu la inicua traición de Judas, instituyó Jesús el Sacramento por el que se dió en comida a todos los fieles hasta la consumación de los siglos.
    Tomó el pan con sus santas y venerables manos, lo partió y dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y comed: esto es mi Cuerpo”. Tomando asimismo el cáliz, dio gracias, y se los dió diciendo: ”Bebed todos de él: porque ésta es mi Sangre, Sangre del nuevo Testamento, la cual será derramada por muchos para remisión de sus pecados”. Y añadió: ”Haced esto en memoria mía”.
Tales fueron con admirable sencillez e inefable grandeza, la primera comunión y la primera ordenación. La fe y la pureza de corazón tan admirables de los once apóstoles fieles, consolaron algo al Divino Maestro de la infame traición de Judas.

    En Cuenca la Hermandad de la Santa Cena es de reciente refundación y digo refundación porque se tiene noticias de la existencia de un paso que fue esculpido por Marco Pérez en madera de nogal sin policromar y que desfilaba el Jueves Santo, desaparecido, tal vez quemado en la Guerra Civil. La fundación definitiva de la Hermandad fue en el año de 1985. Sus estatutos fueron aprobados por Don José Guerra Campos el 27 de enero de 1987. El nuevo paso es obra del escultor valenciano Vicent Cortina, siendo entregado en el año de 1983.



Publicado Jueves Santo. Cuenca, 29 de marzo de 2018



Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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