Tres son los
sucesos interesantes que ocurrieron en esta ciudad de Cuenca un 16 de marzo; el
primero fue en el año 1408, siendo promovido a la mitra de Cuenca el XVII
Obispo de esta diócesis, D. Diego de Anaya Maldonado de Salamanca. El segundo
suceso acaeció en el año 1604, se hundió a las cinco de la mañana, un trozo de
lienzo de muralla que hacía pared con la casa del mayorazgo de D. Alonso de Mendoza
en el barrio del Alcázar, este lado daba a la vertiente del río Júcar. Se
derrumbó haciendo gran estruendo lo que alarmó a los vecinos de todo el casco
antiguo, cuando se disipó la cantidad de polvo que provocó el hundimiento,
quedaron al descubierto gran cantidad de huesos, como si aquel espacio hubiera
sido aprovechado como osario.
Es de destacar
la tercera efemérides que no se dio en esta ciudad pero si en uno de sus hijos
como fue Alonso García Ramón que un 16 de marzo de 1607 funda en Monterrey la factoría
que había de ser el fundamento de la actual ciudad de Los Ángeles. Fue un gran hombre, bueno y fiel a España, que
calumniado vilmente murió pobre después de haber prestado excelentes servicios
a España.
El primer
motivo que nos trae hoy es el nombramiento de nuestro XVII Obispo de Cuenca, D.
Diego de Anaya, era natural de Salamanca, hijo de Pedro Álvarez de Anaya y doña
Aldonza Maldonado; tuvo varios obispados: el de Tuy desde el año 1383 hasta
1390; el de Orense, desde 1390 hasta 1392 y el de Salamanca hasta 1408.
Fue maestro
del rey D. Enrique III y de su hermano el Infante D. Fernando rey de Aragón.
Siendo obispo de Salamanca en el año de 1390 asistió a una solemne Junta en
Alcalá de Henares, con asistencia del rey D. Enrique y los Prelados de ambas
castillas, para quitar la obediencia a Benedicto XIII y determinar el modo de
gobernar las iglesias durante el cisma. El 16 de marzo de 1408 fue promovido a
la iglesia de Cuenca y en el año 1414 fue enviado al Concilio de Constanza con
Martín Fernández de Córdova.
Fue uno de los
nombrados en el Concilio para elegir Pontífice y acabar con tan dilatado cisma,
y resultó elegido el Cardenal Oton Colona, que tomó el nombre de Martino V.
Se instituyó
en su Pontificado en esta Santa Iglesia las Abadías de Santiago y del Asey.
Estuvo en Cuenca hasta el año 1417, y el 7 de marzo del año de 1419, asistió
como Arzobispo de Sevilla a las Cortes que celebró el Rey D. Juan II en el
Alcázar de Madrid, como se expresa en la crónica de dicho Rey.
Este sabio
Prelado, digno rival de D. Gil Álvarez de Albornoz se cuenta un hecho en el que
viendo en el Concilio de Constanza que alternaba su socio Martín Fernández con
el embajador de Borgoña sobre el asiento preferente que había tomado y no quería
dejar, el Obispo de Cuenca, viendo que no solo era Prelado sino también
Presidente del Consejo de Castilla, se dirigió al sitio de la polémica, asió de
un brazo al embajador de Borgoña y le arrancó del asiento en cuestión, y
encarándose con Martín Fernández, le dijo: Yo, como clérigo, he hecho lo que
debía: Vos, como caballero, haced lo que yo no puedo, si es necesario, por el
honor de Castilla.
Murió en
Cantillana año de 1437; su cuerpo fue trasladado a la Iglesia Catedral de
Salamanca a una capilla que había edificado, y se le puso el epitafio siguiente:
Aquí yace el Reverendísimo e Ilustre, y
muy magnifico Señor D. Diego de Anaya, Arzobispo de Sevilla, fundador del
insigne Colegio de San Bartolomé, fallecido año de 1437: dejó por su heredero a
dicho Colegio mayor de san Bartolomé de Salamanca que había fundado siendo
obispo de Cuenca en el año 1410.
Publicado en Cuenca, 16 de
marzo de 2020.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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