1º La Isabela.
De las muchas fuentes
beneficiosas para la salud y su trasformación en balnearios hablaré estos días.
Comenzaré por el de Sacedón que fue muy concurrido y usado por las Casas Reales
españolas.
El conocimiento de su existencia
parte de la época musulmana e incluso de la época romana. Encontramos vestigios
de su existencia en el manuscrito árabe atribuido a Agmet Ben Abdala, médico de
Toledo, traducido por D. Mariano Piza y Frangeschi, haciendo referencia por el
año 1054 de la era cristiana en que escribió Agmet Ben Abdala, existían
inscripciones que decían: “Julio Graco romano, padeció cinco años dolores
artríticos y logró curarse con esta aguas en el año 522 de la fundación de
Roma” (182 años antes de Cristo) Otra inscripción decía: “Vibio Sereno, procónsul
en España por el Imperio Romano, se curó felizmente de un humos herpético que
padecía, con los baños y aguas de la ciudad de Contrebia, en el año 738 de la
fundación de Roma” (16 años antes de Cristo); y otra que decía: “Alí Ben Abdal,
Ragman el Jahachari, en el año 528 de la Xaschra (agira) se libertó de una
hidropasía”.
De las virtudes medicinales de
estas aguas han escrito D. Fernando Infante en su Teatro de la Salud, Aguas de Sacedón: el Dr. Alfonso Simón Montero
en su Espejo cristalino de las aguas de
España; D. Juan Gayan y Santoya y el Dr. D. Miguel Ballesteros.
Estas aguas tienen su nacimiento
junto al río Guadiela, cerca del despoblado de Santaver a una legua larga de
Sacedón, así cuenta Muñoz Soliva.
El Sr. Marqués de Monte-alegre,
no hallando comodidad al bañarse en ellas, hizo varias obras en baños y
habitaciones, y con motivo de bañarse la reina Doña Isabel de Braganza en 1817,
pasaron a llamarse Baños de la Isabela.
La Reina aconsejó a su esposo, D. Fernando VII, fundase este Real Sitio y se
empezó a hacer la nueva población con las seis manzanas de casas que tenía la
plaza. Continuó la obra en octubre de 1824, terminándose el 25 de enero de
1826, por una Real Orden se le tituló Real
Sitio de Isabela. En el año de 1860 vino a los baños Doña Fernanda de
Borbón, duquesa de Monpensier.
Esto fue así porque el Infante D.
Antonio Pascual de Borbón, se interesó por estas aguas y va con frecuencia a
Sacedón para someterse a las curas de agua del balneario, animando a su
sobrino, el rey Fernando VII, que acudiría por primera vez en el año 1814 con
la intención de ser tratado de gota que le aquejaba desde que tenía 29 años. En
la hemeroteca de la época, concretamente en la Gaceta de Madrid, en el
periódico del 30 de julio de 1816, comenta la noticia del buen estado de salud
del que gozaba Fernando VII y su tío D. Antonio, gracias a las aguas de los baños
de Sacedón. Disfrutando la Reina del lugar convenció a su esposo, Fernando, para que
hiciera un palacio rodeado de jardines, fuentes y huertos y un poblado para
ochenta colonos que cuidaran y dieran vida al lugar.
En la desamortización
de Madoz, se enajenó, pasando al Ministerio de la Gobernación, en 1865 y en
1869 se puso a la venta.
En la posguerra, la Confederación
Hidrográfica del Tajo aprobó el proyecto del embalse de Buendía en diciembre de
1941, iniciándose las obras en 1946. Los últimos habitantes del lugar
estuvieron viviendo hasta el año 1950, que tuvieron que abandonar el lugar.
En el mes de julio de 1958,
concretamente el 15 de julio se inauguro el pantano y toda la Isabela quedó
definitivamente cubierta por las aguas. Estas grandes obras públicas no
tuvieron en cuenta el conjunto histórico artístico del lugar. En la actualidad
las ruinas de la Isabela emergen de las aguas y están expuestas al aire por lo
que son fácilmente visitables por grupos de excursionistas y amantes de estos
lugares históricos.
Fue publicado en Cuenca, 11 de marzo de 2019.
Por: José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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