viernes, 2 de febrero de 2024

San Blas, festividad del 3 de febrero.

San Blas, Obispo y Mártir.
   Este Santo Obispo, martirizado en Sabaste en tiempo de Licinio, no entró en el calendario romano hasta el siglo XI, por la gran devoción que desde entonces se le tomó. En su honor se levantaron hasta 35 iglesias en toda Roma. Las Actas de su vida y martirio son anteriores al siglo IX. Aunque tardías, tienen un fondo de verdad e historicidad que no puede despreciarse.

Sebaste, una ciudad de Armenia fue la cuna de San Blas, a finales del siglo III. Sus padres eran acomodados y le facilitaron los estudios, especializándose en medicina. Esta profesión le dio motivos para conocer más de cerca las enfermedades y miseria humana, llegando a reflexionar sobre la caducidad de la vida y la necesidad de hacer méritos que consolidara los bienes eternos.
San Blas
   Pensaba retirarse al desierto, cuando murió el Obispo de Sebaste, y fue elegido para sucederle, con universal aplauso de toda la ciudad. La nueva dignidad sólo sirvió para que resaltase con nuevo lustre su virtud, obligándole a entablar una vida más santa.

Era tan ardiente el deseo de perfeccionamiento que tenía que se retiró a una gruta que había en lo alto del monte Argéo, que estaba a poca distancia de la ciudad.

No llegaron a pasar tres días cuando manifestó Dios el mérito de su acción que le otorgó el Don de hacer milagros y no sólo venían hombres de todas parte para que curase sus dolencias de cuerpo y alma, sino que hasta las mismas fieras salían de sus cavernas y venían en manadas a que el Santo Obispo las bendijera y las sanara de los males que les afligían.

Hacia el año 315 vino a Sabaste, el llamado Agrícola, gobernador del Emperador de Capadocia y de la menor Armeni, por mandato del Emperador Lucinio, con orden de exterminar a todos los cristianos.

Nada más llegar a la ciudad mandó que fueran echando a las fieras todos los cristianos que se hallasen en las prisiones. Para ejecutar esta orden salieron a los bosques a cazar leones y tigres. En esta misión se hallaban cuando encontraron en lo alto del monte Argéo la cueva donde estaba retirado San Blas. Los soldados hallaron, a la puerta de la gruta, una multitud de fieras y viendo al Santo dentro, que estaba haciendo oración, en medio de todas ellas con la mayor tranquilidad del mundo. Admirados del suceso dieron cuenta al Gobernador de lo que habían visto. El Gobernador dio orden que lo llevara a su presencia.

Se corrió la voz de que era conducido San Blas a la ciudad de Sebaste, eso hizo que se inundara de gente los caminos para que les diera su bendición y les curara de sus males. Una pobre mujer afligida y desconsolada, se puso en medio de la muchedumbre y llena de confianza se arrojó a los pies del Santo, presentándole a su hijo que estaba agonizando por una espina que se la había atravesado en la garganta, y sin remedio humano se ahogaba. Compadecido San Blas, levantó los ojos y las manos al cielo, haciendo esta fervorosa oración: “Dignaos, Señor mío, padre de las misericordias, y Dios de todo consuelo, dignaos oír la humilde petición de vuestro siervo, y restituid a este niño la salud, para que conozca todo el mundo que solo vos sois el Señor de la muerte y de la vida; y pues vos sois el dueño soberano de todos, misericordiosamente liberar para con todos cuantos invocan vuestro santo nombre, humildemente os suplico, que todos los que en adelante recurrieran a mí para conseguir de vos, por la intercesión de vuestro siervo, la curación de semejantes dolencias, experimenten el efecto de su confianza, y sean benignamente oídos, y favorablemente despachados”. Apenas acabó el Santo su oración, cuando el muchacho arrojó la espina, y quedó del todo sano.
Milagro de San Blas.

Este es el origen de la particular devoción que se tiene con San Blas en todos los males de garganta; y los prodigios que cada día se experimentan, acreditan la eficacia de su poderosa protección.

Prosiguiendo el relato: Llevaron al San Blas en presencia del Gobernador Agrícola y éste le pidió que adorase a los dioses inmorales y el Santo respondió: “No hay más que un sólo Dios inmortal, todo poderoso y eterno y ese es el Dios que yo adoro”. Irritado Agrícola, lo mandó azotar y que lo encerraran en la cárcel.

Días después mandó que lo ahogaran en la laguna. Siendo llevado a la laguna para ahogarlo, haciendo la señal de la cruz comenzó a caminar sobre las aguas sin hundirse, como si fueran por tierra firme. Llegó a la mitad de la laguna y sentándose serenamente sobre ella, invitó a los infieles a que hicieran lo mismo, hubo algunos que quisieron hacer la prueba y perecieron ahogados. Al mismo tiempo oyó San Blas una vos que le convidaba a salir de la laguna para recibir la corona del martirio. Así lo hizo y apenas toco tierra cuando el Gobernador centelleando en cólera mandó que le cortaran la cabeza. Esto sucedió en el año del Señor de 316.

Cuenca, 3 de febrero de 2021 y revisado el 3 de fevbrero de 2024.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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