jueves, 22 de febrero de 2024

San Policarpo de Esmirna (70-155). Festividad del 23 de febrero.

   Fue uno de los obispo de la Iglesia primitiva. Considerado como padre apostólico. Fue obispo de la ciudad de Esmirna, se piensa que fue consagrado por el mismo san Juan. Existen pocos datos acerca de su vida, aunque se sabe acerca de su muerte que fue quemado en una hoguera en el año 155 de la era cristiana, durante el gobierno del emperador Antonio Pío.
Martirio de san Policarpo de Esmirna.

Era un anciano lleno de virtud, saber y experiencia envuelto en una particular veneración por haber sido discípulo del propio san Juan Evangelista; en pleno siglo II había, pues, conocido a uno de los apóstoles del Señor, nadie podía dejar de recordarlo, y se llamaba “padre de los cristianos” incluso entre los que no lo eran. San Jerónimo, más enfáticamente, le nombra como “Príncipe de Asia”.

Fue un gran obispo de Esmirna, y su nombre griego, que en castellano puede traducirse por “fruto abundante”, parecía en él más adecuado que en cualquier otro por sus obras de caridad. Ya octogenario emprendió un vieja a Roma para hablar con el papa Aniceto y consultarle cuestiones de liturgia, y su regreso tuvo que enfrentarse con la persecución.

Según san Eusebio, tres días antes de que le prendieran tuvo una visión en la que su almohada era consumida por el fuego, y entonces anunció a los que estaban con él: “Me  quemarán vivo” (siglos más tarde en recuerdo de esta almohada san Policarpo era invocado contra el dolor de oídos).

Descubierto en su escondite, no lejos de la ciudad, fue conducido a Esmirna, y allí las autoridades le pidieron que blasfemara, que maldijera a Cristo. Ante su negativa, se le ató a un palo entre leña en medio de un estadio al que había acudido la multitud para ver cómo moría un obispo de aquella secta.

Al encendér la hoguera, las llamas, sin tocarle, le rodearon “como una vela de navío hinchada por el viento”, y hubo que darle muerte con una espada. Dicen que de su cuerpo brotó tanta sangre que apagó el fuego, y que el cadáver, sin la menor quemadura, tenía el mismo color que el pan cocido y desprendía un perfume a incienso y mirra.

Publicado en Cuenca, 23 de febrero de 2020. Actualizado el 23 de febrero de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.


No hay comentarios:

Publicar un comentario