sábado, 29 de septiembre de 2018

El guerrero por excelencia. Festividad de San Miguel Arcángel

Los Ángeles son unas sustancias criadas inteligentes y puramente espirituales.

Celebra hoy la Iglesia una festividad particular, no solo en reverencia el Arcángel San Miguel, sino en honor a todos los Santos Ángeles, y aunque solo se intitula de San Miguel, es porque este bienaventurado espíritu fue siempre reconocido por general de toda la Milicia celestial y particular protector de la Iglesia de Jesucristo, así como lo había sido de la Sinagoga.
San Miguel se representa en pleno combate con el dragón que simboliza al demonio. Otra de las labores que se le atribuye al Arcángel es el de acompañar a las almas de los pecadores en el momento del tránsito para ver si realmente son merecedores del cielo o del infierno en el día del Juicio Final.
San Miguel. Siglo XIII
Catedral de Cuenca

La Iglesia Católica lo considera Patrón y Protector de la Iglesia Universal. También es considerado el Santo Patrón de la infantería y del ejército.
La figura del San Miguel Arcángel es altamente representada en la iconografía de la Catedral conquense habiendo esculturas y pinturas desde el siglo XIII hasta el siglo XVIII.

Es interesante el hacer una visita guiada por la representación de esta Arcángel para apreciar las diferencias existentes en su representación en cada siglo. Al celebrarse el 2 de octubre la festividad del ángel custodio en la visita guiada que realizo los primeros sábados de mes, en octubre además de la hablar sobre el arte grutesco realizaremos un paseo por la figura del Arcángel San Miguel.
San Miguel es el Arcángel que más veces se ha materializado como la aparición del monte Gárgano, provincia de la Pulla, en tiempo del Papa Jelasio I, por el año 493, es el más célebre y cuya memoria consagró la Iglesia por una fiesta particular en el día 8 de mayo. Bonifacio III erigió en Roma una Iglesia en honor a San Miguel sobre la eminencia de la mole o del sepulcro de Adriano, que por esta razón se llama “Monte”, y hoy el “Castillo de Santo Ángel”. También hay en Francia un famoso monasterio, llamado “Monte San Miguel”, erigido en medio del mar, sobre un islote o peñón, en consecuencia de haberse aparecido San Miguel a San Auberto, Obispo de Avranches, en el año 709. En el año 1496 instituyó Luis II de Amboisa, la Orden Militar de San Miguel cuyo gran maestre es el rey; y ordenó que los caballeros llevaran siempre pendiente del cuello un collar de oro, compuesto de conchitas enlazadas unas con otras con una medalla del Arcángel San Miguel.
San Miguel - Siglo XVI
Catedral de Cuenca
Esta fiesta dedicada en honor de San Miguel, conservó siempre el título de Dedicación, por sus apariciones, particularmente la del Monte Gárgano, donde se encontró una especie de bóveda, en figura de Iglesia, abierta en una roca, y el mismo San Miguel dio a entender que sería de su agrado el que se le dedicase.

Cuenca, 29 de octubre de 2018.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

jueves, 27 de septiembre de 2018

VISITAS GUIADAS GRATUITAS LOS PRIMEROS SÁBADOS DE MES EN LA CATEDRAL DE CUENCA


NOTA INFORMATIVA
Comunicar que la visita de este primer sábado de octubre no se realizará al no poder estas en esta fecha disponible el investigador José María Rodríguez González.

La próxima visita guiada gratuita se realizará el sábado 3 de noviembre de 2018, a las 11 de la mañana en la Catedral de Cuenca.

Se tratará en esa visita sobre EL ARTE GRUTESCO Y LA CATEQUETICA EN LA REJERIA DEL SIGLO XVI. Más información en esta misma página unos días antes de la visita.

Cuenca, 27 de septiembre de 2018

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Investidura del nuevo Caballero del Muy Ilustre Cabildo de Caballeros de Cuenca.


Ayer el Muy Ilustre Cabildo de Caballeros de Cuenca invistió Caballero al Excmo. y Rvdmo. Mons. Andrés Carrascosa Coso, Arzobispo Titular de Elo y Nuncio Apostólico en Ecuador.

Fue la Capilla del Espíritu Santo de la Santa Iglesia Catedral Basílica de Cuenca la que acogió el acto. Presidió la ceremonia religiosa Su Excelencia Reverendísima Mons. José María Yanguas Sanz, Obispo de Cuenca. Actuaron de padrinos del Arzobispo, Sr. D. Juan Álvarez de Toledo y Bandeira y el M.I. Rvdo. Sr. D. Miguel Ángel Albares Albares, Caballero y Prior respectivamente del M.I. Cabildo de Caballeros de Cuenca.


El Muy Ilustre Cabildo de Caballeros de Cuenca, fue reconocido por el Reyes: Alfonso VIII, Sancho IV, Alfonso X y sus sucesores. Fue instituido bajo la advocación del Espíritu Santo y con el Apóstol Santiago como santo patrón en el siglo XII, en la reconquista de la ciudad por el Rey Alfonso VIII de Castilla, junto con otros dos cabidos, el Catedralicio o de clérigos y el de “Guisados de Caballo”, formado por las milicias de caballería villana o parda. Su función, entre otras, es la defensa de la fe católica, y su ámbito de actuación territorial se limita a Cuenca y su provincia. Es Semana Santa es la que organiza y escolta la procesión del Santo Entierro en la noche del Viernes Santo. En Cuenca.

Este Ilustre Cabildo está compuesto por Caballeros Hijosdalgo, descendientes de los Nobles linajes conquenses, sin oficio de armas establecido en Cuenca.

Enhorabuena al nuevo Caballero del Muy Ilustre  Cabildo de Caballeros de Cuenca.

Currículum del nuevo Caballero:

Nació en Cuenca el 16 de diciembre de 1955, sexto hijo del médico D. Eduardo Carrascosa del Amo y Dª Trinidad Coso Langa. Tras los estudios primarios en Cañada del Hoyo y Alcázar del Rey, ingresó en el Seminario Menor “Santiago Apóstol” de Uclés, completando el bachillerato en el Instituto Alfonso VIII de Cuenca. En el Seminario Conciliar de San Julián de Cuenca estudió filosofía y teología, realizando después un curso anual de espiritualidad sacerdotal en Frascati (Roma), Italia

Enviado por la diócesis de Cuenca al Colegio Español de Roma para especializarse en estudios bíblicos, fue ordenado sacerdote en Cuenca el 2 de julio de 1980. Consiguió la Licenciatura en Teología Bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana en 1981, siendo llamado para entrar al servicio del Papa en la diplomacia pontificia. Para ello ingresó en la Pontificia Academia Eclesiástica, donde transcurrió cuatro años realizando los estudios diplomáticos, perfeccionando el conocimiento de varias lenguas modernas y consiguiendo la Licenciatura en Derecho Canónico y el Doctorado en Derecho Internacional en la Pontificia Universidad de Santo Tomás (Angélicum).

Tras su ingreso en la diplomacia pontificia, en 1985, fue destinado como Secretario a la Nunciatura Apostólica de Monrovia, que cubría Liberia, Sierra Leona, Guinea Conakry y Gambia. Durante medio año fue secretario de la Nunciatura Apostólica de Copenhague, acreditado ante los Gobiernos de Dinamarca, Suecia, Noruega, Islandia y Finlandia. Fue entonces llamado al Vaticano, a la Secretaría de Estado de Su Santidad –Sección para las Relaciones con los Estados-, donde trabajó durante siete años. Seguidamente fue Consejero de la Misión de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra (Suiza), de la Nunciatura Apostólica en Brasil y de la Nunciatura Apostólica en Canadá.

Además de su lengua materna, habla inglés, francés, italiano, portugués y alemán. Ha representado a la Santa Sede en numerosas Conferencias y foros internacionales. El Santo Padre Juan Pablo II le nombró “Capellán de Su Santidad” en 1990 y “Prelado de Honor de Su Santidad” en 1998. Es autor del libro “La Santa Sede y la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa”, editado en Cuenca en 1990 y reeditado en la Ciudad del Vaticano en 1991. Ha compaginado siempre sus tareas diplomáticas con actividades pastorales, dedicadas sobre todo a los jóvenes.

Fue nombrado por Su Santidad el Papa Juan Pablo II el 31 de julio de 2004 Nuncio Apostólico en la República del Congo y el 26 agosto 2004 Nuncio Apostólico también en Gabón. Recibió la Ordenación episcopal en la Basílica de S. Pedro del Vaticano el 7 de octubre de 2004 de manos de Su Eminencia el Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado de Su Santidad.. Presentó Cartas Credenciales al Presidente de la República del Congo, Denis Sassou-Nguesso, el 17 de noviembre de 2004 en Brazzaville y al Presidente del Gabón, El Hadj Omar Bongo Ondimba, el 15 de marzo de 2005 en Libreville. El 10 de julio de 2008 le fue impuesta, por el Embajador de España, Excmo. Sr. D. Miguel Fernández-Palacios, la Encomienda de la Orden de Isabel la católica que le había sido concedida por Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I a petición del Ministro de Asuntos Exteriores “por la cercanía demostrada a los misioneros, en particular los españoles”.

Cuenca, 26 de septiembre de 2018.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO:







sábado, 22 de septiembre de 2018

San Lino primer Obispo de Roma, segundo Papa


De su pontificado partió que las mujeres entraran a la iglesia con la cabeza cubierta.

Mucho conocemos de San Pedro y San Pablo. Nuestra catedral está sembrada por doquier de sus rostros con los atributos de su martirio. Hay santos que no están representados pero que su vida resulta interesante como puede ser la de San Lino. Hoy os contaré su historia en honor y recordatorio del tío de mi mujer que así se llamaba.
San Lino

Me enteré de su existencia una mañana de domingo acompañando a mi querido abuelo Sabino a Misa dominical. Si me dejáis os contaré como fue. 

El verano rendía sus últimos coletazos en los postreros días de septiembre, las mañanas amanecían frescas y las calles empinadas de Santa Coloma, Caballeros y Alfonso VIII se hacían menos pesadas en la subida. Esa mañana  nos acompañó mi abuela Florencia y fue a buscar el velo negro bordado con primor era algo digno que llamaba la atención por las filigranas que formaban sus bordados florales.

Mi abuelo se fijo en el velo que se puso mi abuela al cuello para luego alzarlo al entrar en la Catedral y sin más me preguntó. –Josemari ¿sabes por qué se ponen las mujeres el velo para entrar en las iglesias y quien fue el que lo mando hacer así? –Ni se me ocurre abuelo. Fue San Lino, hoy celebramos su fiesta. Mira Josemari, Lino fue el primer obispo de Roma, quien sucedió al mismo San Pedro en el año 66 de nuestro Señor. Era natural de Volterra de la Toscana de Italia, hijo de un señor llamado Herculano y de aquella misma Claudia a quien elogia San Pedro en la Epístola que escribió a Timoteo nueve o diez meses antes de su muerte (2º Tm. 4, 21), lo que hace creer que toda esta familia había abrazado el cristianismo. Así fuimos subiendo lentamente a la capilla de la Virgen del Sagrario donde se celebraba la Santa Misa.

Terminada la misa mi abuela partió para casa para hacer la comida mientras nosotros nos quedamos buscando los retratos de San Pablo pero no encontramos a ningún San Lino por ninguna parte. – Como ves no todos los santos están en el interior del Templo pero si tenemos que llevarlos en el corazón y recordar sus ejemplares vidas para imitarlos y llegar a la perfección en la fe del Señor. –La impaciencia me abrumaba y le dije: ¡pero me vas a contar la historia de San Lino o seguimos buscándolo! No te impacientes Josemari ahora si ha templado la mañana nos sentamos en Mangana y te sigo contando. Según íbamos de la mano y subiendo para Mangana me siguió contando: “Quiso aprovechar San Pedro de la tranquilidad que gozaba la Iglesia en el tiempo del emperador Claudio y los diez primeros años de Nerón, para asistir al concilio de Jerusalén y hacer muchos viajes apostólicos, como lo hizo hacia el año 48 d Cristo; y para no dejar sin pastor a su rebaño, ordenó obispo a nuestro Lino, dejándolo como vicario de Roma junto con San Clemente, en el tiempo que San Pedro permaneció fuera de Roma.

Cierto día viendo la necesidad que había de mandar a alguien de confianza a las Gaulas para dar luz a los cristianos de esa zona, guiado por el Espíritu Santo llegó  a Besanzón, capital de Franco-Condado, San Lino. Antes de llegar a la ciudad encontró a un tribuno de la plebe y éste le miró desconfiado, preguntándole de donde era y que religión procesaba. Nuestro querido Lino le puso al día de cuanto era la fe cristiana, y Onosio, que así se llamaba el tribuno, por curiosidad, ligereza o burla, por haber antes oído hablar de Jesucristo, brindó al Santo el ir a su casa, prendado de su modestia, dulzura y santidad pidió el bautismo y cedió su casa que San Lino hizo de ella una pequeña Iglesia con el título de la Resurrección del Salvador y en honor de la Madre de Dios y de San Esteban. Crecían las conversiones en toda la ciudad de Besanzón, cuando iban los paganos a ofrecer a sus dioses un gran número de sacrificios, horrorizado San Lino de tal barbaridad se plantó en medio de la plaza y digo: ¿Qué vais a hacer engañados y miserables hijos míos? A ofrecer vais sacrificios; ¿pero a quien? A unos ídolos que no valen el incienso que quemáis, y son inferiores a las víctimas que les ofrecéis. ¿Qué señales de divinidad encontráis en unos troncos inanimados, o en unas piedras insensibles, que deben todo al ser dioses a la azuela, el escoplo y al martillo, incapaces de defenderse a sí mismos de los estragos del fuego, y de ponerse a cubierto contra los golpes de una ruina? Cesad de rendir adoración a viles criaturas. No hay otro Dios que el único Dios Creador del Cielo y de la tierra…”. Al terminar de hablar San Lino un rayo fulminante bajo de las nubes echando por tierra una de las columnas del templo y reduciendo a polvo el ídolo que sostenía. Atemorizado y aturdido el pueblo, todos iban a abandonar el lugar cuando los sacerdotes de los ídolos exaltaron a la plebe  descargando sobre San Lino una lluvia de golpes  y le echaron de la ciudad. La Iglesia de Besanzón debe su conversión a San Lino y siempre lo han venerado como su primer obispo y apóstol.

De aquí partió a Roma donde llegó el tiempo donde seria martirizado por el año 68 siendo elegido por unanimidad para digno sucesor de San Pedro por su ardiente celo en la propagación de la fe y la caridad universal que le constituía padre de los pobres.

-Todo esto está muy bien, abuelo, pero ¿Qué pasa con eso del velo? Bien, te explico: San Lino iba de casa en casa instruyendo a los catecúmenos, esforzando a los confesores, y animando a los fieles con sus palabras, limosnas y ejemplo. Consagró muchos obispos y ordenó muchos ministros del altar. Mandó que las mujeres no entrasen en las iglesias con la cabeza descubierta, como antes lo habían mandado San Pedro y San Pablo, que habían prescrito no apareciesen jamás en ella sin la decencia y honestidad del velo. Dejó escrita la historia de lo que sucedió entre San Pedro y Simón Mago y dos libros sobre el martirio de los Apóstoles, ya que había sido testigo ocular de la muerte de San Marcos y San Lucas.

Toda Roma admiraba a San Lino por el esplendor de sus virtudes y milagros, siendo tan poderoso su nombre que solo invocarlo bastaba para que enmudecieran los demonios. Con la señal de la Cruz los expelía de los cuerpos que habían poseído. No solo resucitaba a los muertos a los ojos de toda la ciudad, sino que hasta los paganos le respetaban. Saturnino, varón consular, viendo a su hija poseída del demonio, acudió a San Lino, que con la señal de la Cruz la dejó libre de aquel infernal huésped.

Fue martirizado cortándole la cabeza en el año 78 de Jesucristo siento enterrado en el Vaticano cerca del Apóstol San Pedro.

Ese día aprendí por que se llevaban las mujeres velos en las iglesias pero también aprendí una cosa importante, que tenemos enemigos invisibles como son los demonios que por medio de nuestras malas inclinaciones nos arrastran a la pérdida del buen sendero que nos lleva a alcanzar la Eternidad. Pidamos a San Lino que nos ayude a mantenernos en el camino recto de la fe.

Cuenca, 23 de septiembre de 2018.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.



FUENTE DOCUMENTAL:

Año Cristiano y fastos del cristianismo, según el P. Croiset. Madrid. 1846

martes, 18 de septiembre de 2018

San Mateo una persona diferente, de recaudador de impuestos a Apostol y Evangelista.


San Mateo, Apóstol y evangelista
Esta festividad la conocemos por coincidir con la toma de Cuenca por Alfonso VIII, pero hoy quiero hablar de la persona que celebramos. San Mateo.

Nació en Galilea y judío de religión, pero de profesión publicano, esto es, recaudador o administrador de los tributos que los romanos imponían a todos las provincias sujetas a su dominación. Creían que como israelitas y pueblo escogido de Dios, estaban exentos de pagar tributo y ni contribuir a las naciones extranjeras.
San Mateo. Catedral de Cuenca

Los otros evangelistas le llamaban Leví, hijo de Alfeo, pero cuyo nombre era menos conocido pero él en su Evangelio se llama así mismo Mateo, por no disimular su nombre ordinario. Los judíos tenían a los publicanos por pecadores públicos y por su profesión por hombres sin religión ni conciencia, que tiranizaban a todo el género humano. Residía en Cafarnaúm, que era la ciudad de mayor comercio que había en el país, sobre la costa del mar de Tiberiades. Tenía su oficina fuera de la ciudad, en un paraje inmediato al mar de Galilea, y como Jesús estuvo predicando en aquella provincia pasaba muy cerca en ocasiones de su oficina, un día que pasó Jesús en su puerta, le miró a la cara fijamente y le dijo que lo dejara todo y le siguiera. En el mismo momento se levantó de su mesa y dejando todo le siguió. Para que ninguno dudase del amor que le profesaba, le convidó a un gran banquete, en que le manifestó su perfecta adhesión y profundo reconocimiento.
Era grande el número de los convidados; el mayor número de ellos eran publicados del oficio de Mateo, gente libre y desacreditada, lo que desagradó a los escribas y fariseos, que murmuraron a Jesús, porque comía con los pecadores. Y Jesús les dijo, que si la asistencia del médico no era necesaria a los sanos, sino a los enfermos, no debía parecer extraño que socorriese particularmente a aquellos cuyas almas estaban en mayor peligro de parecer que aunque había venido al mundo para salvar a todos los hombres, su principal intención era trabajar en la conversión de los pecadores, pues a Dios agrada más la caridad compasiva que las miserias del prójimo, que todos los sacrificios del mundo. Cautivó a Mateo este discurso y  conversando con Él se declaró su discípulo. No se volvió a apartar de Jesús, acompañándole por todas las ciudades, pueblos y lugares, donde fue a anunciar el reino de los Cielos.

San Marcos y San Lucas lo nombran el séptimo entre los Apóstoles pero él se nombra a sí mismo el octavo, después de Santo Tomé, y siempre se llama Mateo el publicano, por humildad y agradecimiento.
Acabada la obra de nuestra redención, quiso el Salvador del mundo quedarse cuarenta días en compañía de los Apóstoles, para instruirlos en todos los misterios de la Fe. Después de su Ascensión a los Cielos y la venida del Espíritu Santo, predicó San Mateo la fe con los demás Apóstoles en Jerusalén, donde se permaneció aun cerca de tres años, y antes de salir a predicar a otras naciones, le inspiró Dios y le rogaron los judíos convertidos, que los dejase una historia de todo lo que había visto y oído en las conversiones, predicaciones y viajes del Salvador.

Antes de que salieran los apóstoles a predicar fuera de Jerusalén San Mateo escribió su Evangelio, que quiere decir: buena y alegre nueva; por ser una explicación de la que los Ángeles anunciaron en el nacimiento del Salvador, y no contener otra cosa que lo que el mismo Jesucristo llamó Evangelio, esto es, su doctrina pura y su predicación, acompañada de sus milagros, de los que San Mateo había sido fiel testigo. Y para completar la historia regular de su vida, añadió lo que había oído a la Virgen María del nacimiento de Jesús, con todo lo que sucedió hasta su bautismo. San Agustín dice que lo que de San Mateo quiso hacer es dejarnos escrito la vida del Salvador entre los hombres, como San Juan parece que solo se inclinó a manifestarnos la divinidad del  Hijo de Dios.
El primero en escribir  el Evangelio fue San Mateo, en lengua hebrea mezclada de la siriaca y caldea, que era la vulgar de los judíos que vivían en Palestina. De este Evangelio se sacaron varias copias que algunos de los apóstoles se llevaron al partir a sus misiones. La traducción griega, que se hizo luego para los fieles de las provincias que no sabían otra lengua, es tan autorizada como su original. Cuando se descubrió el cuerpo de San Bernabé en la isla de Chipre, por el año 488, se halló sobre su pecho el Evangelio de San Mateo, que el mismo San Bernabé había copiado. Estaba escrito en madera de Chipre, entonces muy rara, y el emperador Cenon, recubriéndolo de oro lo mandó guardar entre sus pertenencias.

La mayor parte de los judíos convertidos tomaron muchas cosas del judaísmo y formaron la secta de los nazarenos, que con el tiempo degeneró en la de los ebionitas, y habiendo añadido muchas historias apócrifas al Evangelio de San Mateo, quedó desacreditado el texto original; y solo se conservó la versión griega, que nunca sufrió alteración.
Algunos opinan que San Mateo predicó en Persia y que estuvo difundiendo a la fe a los partos, medos y a los de Carnania, pero la opinión más común es que evangelizó en Etiopía. San Clemente Alejandrino, dice de él, que hacía una vida muy penitente, se mantenía comiendo raíces, lechugas y legumbres. Se decía que en Nadaber (Etiopía) fue recibido con mucha alegría por el eunuco de la reina Candaces, que había bautizado San Felipe, y que encontrando a dos magos (Zaroes y Arfaxat) que engañaban con sus prodigios a aquellas gentes, destapó al pueblo los sortilegios de éstos. Estos dolidos por lo que hizo quisieron vengarse de San Mateo, para ello hicieron venir con sus artes mágicas dos dragones, que llenaron de terror toda la ciudad; pero San Mateo, haciendo sobre ellos la señal de la Cruz, los amansó como corderos, y los envió a sus cavernas; con este milagro tranquilizó a los habitantes y formaron un alto concepto del cristianismo.

Pero se acabaron de convertir con otro milagro más considerable. Murió Ejipa, una de las hijas del rey, y llamó a los dos magos para que la resucitaran, pero no lo consiguieron por más que invocaron a sus deidades. Fue llamado San Mateo y apenas invocó el nombre de Jesucristo, se puso en pie la infanta viva y sana. A vista de este prodigio se convirtieron el rey, toda la familia real, la corte y casi todo el pueblo.

Predicó San Mateo un sermón sobre la excelencia de las vírgenes y oído por la princesa Ifijenia, hija primogénita del rey, le consagró a Dios su virginidad, y siguiéndola otras muchas doncellas; esto sentó mal a los hombres del pueblo. Esta acción costó la vida a San Mateo. Muerto el rey, se apoderó del reino su hermano Hirtaco, que para asegurarse la corona, creyó que era preciso casarse con su sobrina Ifijenia, que era muy bella. Negándose a los deseos de su tío, fue llamado San Mateo a presencia del rey para que, en su presencia, persuadiera a la princesa a consentir el matrimonio, pero lo que hizo fue confirmar su negativa. Indignado Hirtaco se retiró, mandando que lo mataran.

Un día celebrando la Misa, aún no había acabado de celebrar el divino sacrificio, cuando en el mismo altar fue consagrada a su Dios aquella preciosa víctima, coronando a golpes de hacha su glorioso martirio.

San Hipólito le llama hostia y víctima de la virginidad y protector de las vírgenes. El cuerpo de San Mateo se conservó largo tiempo en la ciudad de Nadaber, donde padeció el martirio, hasta el año de1080 que fue trasladado a Salerno, en el reino de Nápoles, de donde su cabeza fue llevada a Francia y se conserva con gran veneración en la Catedral de Beauvais y también algunas reliquias suyas en la de Chartres.

Cuenca, 21 de septiembre de 2018.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

FUENTE DOCUMENTAL:

Año Cristiano y fastos del cristianismo. Madrid. 1846

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Espacio de Sombras, pintura de José María Albareda en Aguirre


El pintor de lo expresivo y de la abstracción del paisaje, José María Albareda.

Ayer se inauguró en el Centro Cultural Aguirre de Cuenca, abriendo el ciclo de EXCELENCIAS, por este curso, con el pintor conquense José María Albareda. Bajo el título “Espacio con Sombras” presenta su obra llena de sentimientos donde refleja con sus pinceladas el color ocre de los campos de la Mancha, de las cepas y de la abstracción del color del producto de sus viñas.

Con su pintura induce a una operación mental mediante la cual nos hace ver las propiedades de objetos en sus bodegones, las cepas en sus extensiones manchegas y  la serenidad en sus retratados.


Albareda ha sabido emplear la abstracción, que de un tiempo a esta parte, se ha vuelto en un medio preciso en la pintura y un instrumento indispensable en el conocimiento y en el razonamiento para dar viveza y agarre a sus trabajos, dejando un buen sabor de boca en la contemplación de cada una de sus obras expuestas.

Es un referente para que estos días, del 12 de septiembre al 15 de octubre de 2018 nos pasemos a disfrutar de una obra magnífica, digna de una Excelencia.

Cuenca, 13 de septiembre de 2018

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico









Defensa de la ciudad de Cuenca, siglo XV. 2ª parte.


El despliegue de fuerzas de Diego Hurtado de Mendoza y la defensa del Obispo.

En la primera parte nos quedamos cuando Diego Hurtado deja el castillo. Dice el P. Escudero en la vida de San Julián que cuando dejaron los Hurtados de Mendoza el castillo, éste fue demolido.

Para mayor claridad de todo lo sucedido transcribiré parte del capítulo 3º del año 1449 el cronista de Juan II dice lo siguiente:

En este año llegaron al castillo de la ciudad de Cuenca, que tenía Diego Hurtado de Mendoza, Juan Hurtado de Mendoza é Lope de Mendoza, hijos de dicho Diego Hurtado, é Gómez Manrique, que era casado con su hija, con cierta gente de á pie é de á caballo, é poco después de ellos  llegó ende D. Alonso, hijo del Rey de Navarra, el cual traía mucha gente y peones, entre los cuales venían por capitanes Mosén Rebolledo, é D. Pedro de Urrea, é Martín Danza, é Mosén Juan de Bardaxi, é Mosén García y el Justicia de Aragón, y D. Fernando de Roxas, é D. Diego de Sandoval, hijos del Conde de Castro. Estos capitanes se aposentaron con los que primero habían llegado, é habían llegado, é repartiéronse en esta manera: D. Alonso, é Gómez Manrique é  los hijos de Diego Hurtado, é Mosén Rebolledo con la más gente de armas de ballesteros y lanceros, se aposentaron cerca del castillo; é los otros capitales con toda la otra parte de la ciudad, en la iglesia de Santiago, é tomaron la torre de San Antón, que es un la puerta de dicha ciudad; que sería toda esta gente hasta seis mil hombres de pelca, entre los cuales venían muchos moros del reino de Valencia. E luego, los que estaban aposentados en la parte baja de la ciudad, vinieron á combatir la puerta de Valencia, que tenía un regidor de aquella ciudad que se llamaba Fernán Alonso Cherino, el cual era ido por la ciudad á hacer saber al Maestre que estaba en Uclés, como eran certificado que D. Alonso, hijo del Rey de Navarra, venia con gran gente á tomar aquella ciudad, é á le suplicar que si esto así fuese quisiese venir á les socorrer, y en tanto que Fernán Alonso allá estaba quedó el cargo de la guarda de la puerta á un hijo suyo llamado Alonso Cherino, el cual hizo un palenque, cuanto diez ó doce pasos de la puerta, é allí esperó el combate con trece hombres que tenía, é como quiera que él é los suyos fueron feridos, siempre defendió el palenque. E con toda la resistencia que él é los suyos hacían, un hombre de armas de los aragoneses saltó dentro del palenque, el cual fue allí muerto por la mano de dicho Alonso Cherino, é dende adelante ninguno asó pasar el palenque. E como el Obispo fue dicho que se combatía en la puerta de Valencia, vino á muy gran prisa con gente á la socorrer, é como halló las puertas abiertas de la ciudad, y Alonso Chirino á los que con él estaban peleando en el palenque, ovo muy grande enojo de Alonso Cherino, é hízole dejar el palenque é retraer á la ciudad, é cerrar las puertas porque la defensa muy más segura que desde el palenque donde Alonso peleaba; é como todo el enojo que le Obispo ovo de Alonso Cherino, por sé haber habido así valientemente como se ovo, le renunció diez mil maravedís de merced, é gelos hizo asentar en los libros del Rey. Y en tanto que esto se hacía D. Alonso é los otros capitanes que con él venían, que á la parte del castillo se habían aposentado, combatieron así valientemente el atajo que estaba hecho entre el castillo y la ciudad, que llearon a la iglesia de San Pedro, que es junto con dicho atajo, en la cual pusieron fuego por cinco partes, é pusieron cerca de la iglesia el estandarte de D. Alonso, é pusieron fuego al palenque, é con una lombarda que habían traído de Cañete, tiraban á la iglesia, é la gente que en la iglesia de San Pedro estaba defendíanla valientemente y eran los principales que en ella se hallaron Lope de Salazar é Juan de Salazar, su hermano, é duró este combate cuatro horas ó más.

Diego Hurtado de Mendoza
E como el Obispo supo se combatía la iglesia de San Pedro, fue allá á muy gran priesa, con toda la gente que pudo, é de tal manera pelearon, que por al gracia de Dios la ciudad se defendió é D. Alonso é los otros capitanes que con él venían, así por la gran resistencia que en la ciudad hallaron como por la mueva que supieron de la venida del Maestre de Santiago, volviéronse en Aragón mas de prisa que á la venida, é perdieron asaz gente de la que traían é muchos caballos é acémilas é muchas otras cosas; é como quiera que de la ciudad fueron muchos los heridos, no murieron que dos”.

Luego que el Obispo Lope Barrientos, echó de la ciudad a Diego Hurtado, alcaide de su fortaleza, con orden y favor del Rey de Castilla y por consejo del Condestable D. Álvaro de Luna, el 24 de enero de 1448 el alcaide de Albarracín, con  gente de a pie y de a caballo entró en el Obispado de Cuenca y tomaron el castillo de Los Hurtados, de quien era alcaide Pedro Ruiz de Priego, que quedó prisionero, y a quien después dio libertad, recobrando el castillo y haciendo prisionero al alcaide de Albarracín con gente de Cuenca y de Moya, Juan Hurtad de Mendoza, hijo de Diego Hurtado.
Fray Lope Barrientos

Los motivos de estos disturbios los revela Zurita en los anales en la página 54, donde dice: “Siendo Diego Hurtado de Mendoza y su hijo Juan enemigos declarados del Obispo Lope Barrientos, ofreció aquel dar al Rey de Aragón la ciudad de Cuenca, prometiendo a su vez a Diego Hurtado, los reyes de Aragón y de Navarra, darle tantos vasallos en Aragón como tenía en Castilla, en el caso que fracasara la empresa y por su parcialidad perdiese su estado y ayudarle, si salía bien, a recobrar la villa de Valdeolivas y la mitad de Salmerón, para sí y sus descendientes”.

Al efecto, mandaron dichos reyes cuatrocientos hombres de guerra, a quienes siguió D. Alonso de Aragón, hijo del Rey de Navarra, y Gómez Manrique en 5 de febrero de 1449 con la gente de Teruel y de Daroca, y a pesar de sus muy recios combates tuvieron que retirarse sin lograr su intento, por el valor con que defendió a Cuenca el Obispo D. Lope Barrientos.

Así sucedió y así lo cuento según Fernán Pérez de Guzmán, cronista del Rey Juan II.

Cuenca, 12 de setiembre de 2018.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.





FUENTES DOCUMENTALES:

-Historia de Espala. Mariana. Lib. 22, cap.9;

-El legajo 23, núm 14, año 1449, del archivo de esta ciudad.

-Zurita. Anales de Aragón. Lib. 15. Cap. 53 y 54

-Crónica de Juan II

martes, 11 de septiembre de 2018

Guerrillas en la Plaza del Trabuco, siglo XV. 1ª parte.


Desavenencias entre El Obispo Fr. Lope Barrientos y Diego Hurtado de Mendoza.

La historia de la Plaza del Trabuco es conocida por mucha gente, pero tal vez falte profundizar en los hechos para que quede claro, porque en los escritos de Rizo está consignado con demasiada inexactitud, es por ello que he acudido a la crónica del rey D. Juan II, ordenada por Fernán Pérez de Guzmán, en el capítulo primero de la crónica de 1447, donde se desarrolla con más claridad todo lo acontecido en la ciudad de Cuenca.


El Obispo Fray Lope Barrientos fue uno de los obispos más activos para esta ciudad, a él le debemos la ampliación de la girola de la Catedral y toda la icnografía marginalista que poseen los arcos apuntados. También mandó edificar el hospital de San Sebastián, que estuvo donde hoy estas las ruinas del convento de las monjas Bernardas y también construyó una ermita a San Sebastián a extramuros de la ciudad, en la cuesta sobre el campo de San Francisco, donde hoy está situada la Diputación.

Fue un fiel servidor del Rey D. Juan II y en Cuenca tuvo algunas disidencias con Diego Hurtado de Mendoza, alcaide de su fortaleza, que trataré de esclarecer.

La crónica hace mención de cómo el Rey D. Juan mandó al Obispo D. Lope Barrientos para que facultara la permanencia de Cuenca en el Reino de Castilla.

Estando Lópe Barrientos establecido en Cuenca habló con personas de confianza de Diego Hurtado, diciéndoles que secretamente dijesen a Diego que la voluntad del Rey era que saliese voluntariamente de esta ciudad, de otra manera sería con un el Mandamiento del Rey que disponía del Obispo.
Después ello se le certificó al Obispo que Diego había enviado llamar a gente de armas para evitar tal hecho. Ante esta situación Lope Barrientos puso guardia en las puertas de la ciudad y mando hacer barricadas entre la ciudad y el castillo, de manera que quedase cortado el paso de acceso a la ciudad desde el castillo y no pudiera los unos socorrer a los otros, así pasó un tiempo hasta que el día de Santiago de 1447 se le informó al Obispo que la noche anterior había entrado en el castillo Juan Hurtado de Mendoza, hijo de Diego Hurtado, con 400 hombres a pie por la parte del foso y que pensaba entrar por la fuerza en la ciudad y apoderarse de ella.

El Obispo no se quedo quiero ante esta temeridad y mandó armar a toda su gente lo más secretamente posible. Al día siguiente, se puso a decir Misa y estando en la ella le fue informado que gente del castillo entraba en la ciudad y prendiendo fuego a la puerta de entrada a la ciudad que limitaba con el castillo, llamada Puerta del Mercado, así mismo habían incendiado dos casa que estaban junto a la barricada que él mandara hacer, enviando un mensajero a los que defendían la entrada, les pidió que resistieran que él luego subiría a socorrerlos y tomando consigo 20 hombres de armas de los suyos, fue a reforzar a los que estaban en la barriada peleando con los del castillo que habían penetrado.


Visto que se había repelido la agresión se estableció seis días de tregua para ver si entre ellos se pactaba alguna concordia. El Obispo envió requerimiento a Diego Hurtado que para evitar más derramamiento de sangre debería salir de la ciudad y para ello hizo presentar a Diego la carta que el Rey Juan II había enviado mandando que saliera de la ciudad.

Ni por esas quiso irse de la ciudad, más antes de cumplirse la tregua mandó armar a los suyos saliendo a pelear con la gente del Obispo por la parte del castillo, duró la pelea más de tres horas. Al fin, la gente del Obispo incendió una casa cercana a la de Diego Hurtado, con tan mala suerte que se quemó la casa y el Ayuntamiento de la ciudad y otras 50 pares de casas y con ellas la casa palacio de Diego Hurtado.

Diego viendo en peligro su vida mando aviso al Obispo aceptando salir de la ciudad para retirarse a su villa de Cañete con su mujer e sus hijos. Así hizo dejando treinta hombres de armas en el castillo. Los que quedaron, con otros tantos que envió Diego hicieron mucho mal a la ciudad. Dice la crónica que tan crueles fueron que se asemejaba a las batallas entre monos y cristianos. Esta situación duró más de un año. Visto esta situación por el Rey, y pensando que todo se perdería acordó un trato con D. Diego Hurtado, dándole a cambio del castillo el paraje llamado la Cañada del Hoyo, a tres leguas de Cuenca, en donde hay una fortaleza antigua con ochenta o noventa vasallos, y así fue como entregó el castillo de Cuenca al Rey.

Cuenca, 11 de septiembre de 2018.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Los conventos de monjas que hubo en Cuenca entre los siglos XIV y XVIII

Los conventos de monjas
Entre los siglos XIV y XVIII en Cuenca (3ª parte)

Esta tercera parte reflejaré los conventos que se fundaron en Cuenca, de los que se tiene documentación acreditativa.
El de Benedictinas, con advocación de Ntra. Sra. de la Concepción, titulado de San Benito, es de la filiación del Obispo. Se fundó por el año 1446, por encargo y comisión que el fundador D. Pedro Arias Bahamonde, Canónigo que fue de Cuenca, Deán de Orense, Arcediano de dicha iglesia y luego Obispo de Mondoñedo, dio  a D. Nuño Álvarez de Fuente Escalada, Chantre y Canónigo de Cuenca, quien dispuso y efectuó la fundación. Solicitó que el Sr. D. Lope de Barrientos, Obispo de Cuenca, le uniera ciertas prestameras para manutención y tener capellán que le dijese misa, y esta unión la aprobó el Papa Nicolás V en el año de 1452. Antes fue casa de beaterio, y las doce beatas que en él había profesaron en un mismo día siendo la abadesa María de Almendros.

El convento de la Concepción Francisca, su advocación Ntra. Sra. de la Concepción, es el único que había fuera de las murallas de la ciudad, en sus arrabales. Su fundador fue Álvaro Pérez de Montemayor, Canónigo de Toledo, que otros llaman con más propiedad Álvaro Sánchez de Teruel. La escritura de contrato para esta fundación la hizo en Toledo el 26 de abril de 1504, y se efectuó en el mismo año, sirviendo de iglesia la ermita de la Santísima Trinidad. Vino a fundar este Monasterio Dª Isabel de Álvarez, abadesa que fue de Santa Clara de Alcocer, con otras religiosas de aquel convento. A los tres años se volvieron a Toledo con otras tres religiosas, y fue su abadesa treinta años, hasta el año 1557 en que murió con fama de santidad.

El de  San Lorenzo Justiniano, con advocación de San Pedro Apóstol, fue fundado por D. Alonso Ruiz, Canónigo de Cuenca, por el año 1509. En este año, dicen las constituciones de dicho convento que se presentó la comisión del General de la Orden, Francisco de Padua, Prior del Monasterio Santi Salvatoris de urbe, que residía en Roma, y que no pudiendo venir a visitarlo personalmente, cediendo su horno al Deán y Cabildo de esta Catedral de Cuenca, para que fueran sus patronos. La bula de aprobación se despachó en Roma por Leonardo, presbítero, Cardenal de Santa Susana, en virtud de comisión Papal, sellada con el sello de la Penitenciaría 25 de junio en el año tercero del Pontificado del Papa León X y en ella se hace expresión de que llevaban ya seis años de clausura y que era las fundadoras Juana y Aldonza de Arnero.

El de las Angélicas, de la Orden de San Francisco, su advocación Ntra. Sra. de Guadalupe  y de la Concepción, estaba bajo la protección del Cabildo de la Catedral de Cuenca. Su fundador fue D. Constantino Castillo, Comendador de la Mota y Canónigo de Cuenca, quien en su testamento otorgó el 4 de septiembre de 1561, dejó encargado para a conclusión de la fundación y ordenar los estatutos a su testamentario y sobrino D. Juan Antonio Castillo, Deán y Canónigo de esta Catedral.

Las primeras fundadoras fueron del convento de la Concepción Franciscana de esta ciudad. El monasterio se construyó en las casas de morada del mismo D. Constantino Castillo, sirviendo a Las religiosas de iglesia parroquial la de San Nicolás, por concordia y permiso de su Cura, Beneficiado y Mayordomo, aprobada por el Provisor eclesiástico, Sede vacante, el 10 de septiembre de 1589. Desde las expresadas casas se diño comunicación con la tribuna para que les sirviera de coro, y lo demás para enterramientos; lo que duró hasta el año de 1619 en que se mudaron a la nueva iglesia.

El convento de las Bernardas, su titular la Concepción de Bernarda, era de la filiación de los Obispos de Cuenca. Su primera fundación fue en Moya, en el arrabal de Santo Domingo, donde no hay memoria del tiempo en que se fundó. Se mudaron las religiosas a Cuenca por el año de 1558, en tiempo del Obispo D. Pedro de Castro. Vinieron seis y la más antigua de ellas Inés Osorio, había tomado hábito en Moya el año de 1538. Fundaron el nuevo convento en la casa-hospicio de San Sebastián, en el 7 de enero del año 1571. El Obispo de Cuenca D. Fr. Bernardo de Fresneda dotó al convento de unos juros y se adjudicó el patronato de esto monasterio, dejándolo en herencia a un hermano suyo con el derecho de la presentación de dos plazas de religiosas de su linaje, o fuera de él si no hubiese quien las pretenda de las primeras.

El de las Carmelitas Descalzas de Santa Teresa, su titular San José, estaba bajo la dirección de los religiosos de su orden. Su primera fundación fue en Huete en el año 1588, y se trasladaron a cuenca en 1603. Fue la fundadora la madre Isabel de San José, hija de D. Alonso de Ribera Coello y Sandoval y de su mujer Doña Juana de Hinestrosa y Guzmán de la casa de los Condes de la Ventosa, señores de Villarejo de la Peñuela. Residían estos señores en la villa de Molcalvillo de este Obispado, donde nació su hija Dª Isabel el 7 de maro de 1562 y otro hermano  llamado D. Alonso, que también fue Carmelita Descalzo y dos veces General de la Orden. Vinieron a fundar a Huete desde el convento de Burgos , Ana de la Cruz y Mariana de San Ángelo; del convento de Malagón  María de Jesús, del convento de Salamanca, Ana de San Antonio y del convento de Toledo, Águeda de San José y Catalina de la Cruz. Entraron las fundadoras en Huete el 6 de agosto de 1588 y ese mismo día tomó el hábito doña Isabel, a los diez años la hicieron Priora. En 1603 pasó a Cuenca con todas sus religiosas a la nueva fundación, donde murió el 26 de enero de 1648.

He de destacar que para su fundación del convento e iglesia contribuyeron algunos devotos con limosnas, como: D. Gerónimo de Aguilar, con 4.000 ducados, el Rey Felipe IV, en su estancia en Cuenca, año 1642, dió 3.000 ducados. Bendijo la iglesia el Obispo de Cuenca D. Enrique Pimentel, el 3 de Abril de 1646.

Cuenca, 9 de septiembre de 2018.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.




sábado, 8 de septiembre de 2018

Los conventos de varones entre los siglos XIV y XVIII en Cuenca (2ª parte)


Durante este estos siglos hubo 47 casas de comunidades religiosos y 1357 religiosos.

En esta segunda parte reflejaré los conventos y colegios que se fundaron en Cuenca, de los que se tiene documentación acreditativa.
Al primero que hare mención es el de los Trinitarios Calzados, situado en los arrabales, con la advocación de Ntra. Sra. del Remedio, fue fundada en el año de 1385. Se les cedió a los religiosos por el Obispo una iglesia titulas de San Jorge para su establecimiento, hasta que se construye el convento.

El de los Mercenarios Calzados, con advocación de Ntra. Sra. de las Mercedes, estuvo situado en los extramuros en el sitio llamado de Fuen Santa, hasta el año 1684 que habiendo obtenido los religiosos unas casas de los Marqueses de Cañete en el Alcázar en la ciudad, fundaron el ellas la nueva iglesia y convento.
El convento de San Francisco de Padres observantes, sitiado en los arrabales de la ciudad, fue de los Caballeros Templarios  que vinieron a la conquista de Cuenca, en cuyos arrabales les concedió Alfonso VIII esa casa. Cuando se extinguió la Orden en 1313, pasó a los conventuales de San Francisco, y de estos a los observantes en el año de 1500, según hace referencia Fray Francisco Gonzaga. Esta iglesia de San Francisco fue restaurada por D. Juan Pérez de Cabrera, murió en 1519.

El Convento de los Dominicos, estaba situado a extramuros, en la parte oriental, su titular fue San Pedro Apóstol. Su fundador fue el canónigo D. Juan del Pozo, por el año de 1523, en que se iniciaron las obras. En medio del crucero de la iglesia está su sepulcro con su epitafio de en bajo relieve de piedra blanca, en la que dice: “aquí está sepultado el indigno canónigo Juan del Pozo, primer fundador de esta iglesia y monasterio; pide y ruega por reverencia a Ntro. Sr. Dios le supliquen haya misericordia de su ánima. El 5 de noviembre de 1539 murió.
Los arquitectos de la iglesia y el convento de San Pablo fueron los hermanos: Juan y Pedro  de Albiz. He de considerar por su relevancia que el altar mayor de esta iglesia lo fue antes de la Catedral y se quitó cuando se puso el de jaspe. Incluye una multitud de esculturas de madera policromada e la vida de la Virgen María. Se decía en la crónica, que para su construcción se empleó toda la madera de los árboles del paraje de Mira-bueno y lomas del Socorro hasta la fuente el Canto.

EL de Franciscanos Descalzos con advocación de San Lorenzo Mártir, estaba situado a extramuros, en la parte Norte y al pié de los elevados peñascos. Para su fundación dejó en 1581 una casa y huerta, la iglesia fue fundada por D. Gerónimo Venero y Leiba, natural de Valencia, Abad de la Asey y Canónigo de esta Catedral, después fue Obispo de Monreal en Sicilia.
Los Agustinos Descalzos con advocación de Ntra. Sra. del Socorro y San Agustín, fue fundada en el año d1585. El Obispo D. Gómez Zapata dio la ermita de Ntra. Sra. del Socorro, que en el año 1567 había fundado D. Gerónimo Cabanillas, del hábito de Santiago y Corregidor de Cuenca. En los archivos de la fundación que existían se expresa que antes hubo en Cuenca convento de Agustinos Claustrales, con advocación de Santa Cruz, que se reformó y acabó en los primeros amos del siglo XVI.

El Convento de los Carmelitas Descalzos, con la advocación del Santo Ángel de la Guarda, lo fundó el Obispo D. Andrés Pacheco, en la isla del Júcar, extramuros de la ciudad, contigua al puente que había cerca del molino de la Noguera y casa de placer de D. Lucas Aguirre. Se puso la primera piedra por D. Pacheco en 30 de noviembre de 1615. El 25 de marzo dejaron los religiosos dicho convento y se mudaron al medio de la ciudad, donde fundaron el nuevo; trasladando también su iglesia el cuerpo y lucillo del fundador.
El Colegio de la Compañía de Jesús, creado cerca de la Parroquia de San Pedro, fundado en 1556 por los Canónigos D. Pedro del Pozo y D. Pedro Marquina. Este último en la escritura de fundación que otorgó en Cuenca a 13 de diciembre de 1561 ante Martín de Pedrosa, notario mayor apostólico que en caso de dejar la Casa Colegio esta Compañía se empleasen sus rentas en fundar un hospital general.

Esta Casa Colegio, desde la supresión de la Orden por el Rey Carlos III, sirvió de escuela, de casa de expósitos y de cuartel. Es importante resaltar que con la librería de este Colegio y las de cuatro más de Jesuitas que había en esta diócesis, y la del Excmo. Sr. D. Alfonso Clemente Arostegui se fundó la Biblioteca pública del Seminario de San Julián.
La Congregación del Oratorio de San Felipe Neri fue fundada el 14 de septiembre de 1738 por los Señores D. Álvaro Carbajal y Lancaster, Arcediano de Moya y Canónigo de Cuenca y su hermano D. Isidro, también Canónigo.

Si hacemos un recuento de las casas de comunidades religiosas que hubo en esta provincia, podría afirmar que se contabilizaron 47 y fueron habitadas por 1356 religiosos en el año 1787.

Cuenca, 6 de septiembre de 2018.
José María Rodríguez González. Profesor y investigador histórico.

viernes, 7 de septiembre de 2018

El arca de la limosna de San Julián


Todo ello se repartía anualmente por acuerdo del Cabildo. Otro de sus cargos era asistir diariamente a la distribución de pan que se hacía en una de las puertas principales de la Catedral, a cuantos mendigos de Cuenca y forasteros se presentaban.

En los primeros días de septiembre se celebró un triduo en honor a San Julián, eso es un hecho palpable que se viene celebrando al solicitar al Papa Julio III (1550-1555) el cambio de fecha de la celebración de la festividad de San Julián del 28  de enero al 5 de septiembre. Veamos cómo sucedieron los hechos.

Dice el escrito que lo atestigua el cambio de fecha: “Decimos que en esta ciudad se instituyó una cofradía de los caballeros y gente más noble y principal de ella, la cual preserva con mucha devoción del glorioso Santo festejando su día que es el 28 de enero con gran demostración de alegría corriendo toros y jugando cucañas después de asistir a una solemne procesión y asistiendo a los divinos oficios con sermón lo cual hicieron desde muchos años, pero viendo que con la aspereza del tiempo por ser tierra tan fría no podían cumplir con su deseo y devoción suplicaron al Papa Julio III trasladase la dicha fiesta al 5 de septiembre. Lo cual concedió dejando, además que se celebrara como se celebra con mucha solemnidad, el día de su tránsito, el 28 de enero”.


En el Pontificado de D. Juan Cabeza de Vaca puso el canónigo Martín González los cimientos del Arca de la Limosna o Arca de San Julián, obra pía que, con la generosidad del Canónigo Sr. Lorenzana y de otros prebendados y munificencia de los Sres. Obispos llegó a contar con una renta de más de mil fanegas de trigo, de una porción considerable de centeno y cebada y unos mil ducados en metálico. Todo ello se repartía anualmente por acuerdo del Cabildo a quien pertenecía a la administración y al gobierno de la diócesis, entre conventos de monjas pobres de Cuenca, por especial decreto apostólico, y entre pobres vergonzantes de ambos sexos y de todo estado. Según lo exigía la necesidad y lo dictaba la discreción, a unos se les asignaba un número determinado de fanegas de cereales, o se les daba por una vez cierta cantidad y a otros se les señalaba para toda la semana cierto número de panes, que recibían los sábados por la mañana. El Cabildo titulado limosnero, de nombramiento del Cabildo, corría con la cobranza y proponía a su comité la distribución. Otro de sus cargos era asistir diariamente a la distribución de pan que se hacía en una de las puertas principales de la Catedral, a cuantos mendigos de Cuenca y forasteros se presentaban.


Los beneficios que derramó en los menesterosos esta piadosa fundación hasta ocupar sus bienes el Estado, son incalculables. Fue llamada Arca de San Julián, en imitación de la caridad de San Julián fue establecida.

Cuenca, 7 de septiembre de 2018.

©José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.