Todo ello se repartía anualmente por acuerdo del Cabildo. Otro
de sus cargos era asistir diariamente a la distribución de pan que se hacía en
una de las puertas principales de la Catedral, a cuantos mendigos de Cuenca y
forasteros se presentaban.
En los primeros días
de septiembre se celebró un triduo en honor a San Julián, eso es un hecho
palpable que se viene celebrando al solicitar al Papa Julio III (1550-1555) el
cambio de fecha de la celebración de la festividad de San Julián del 28 de enero al 5 de septiembre. Veamos cómo
sucedieron los hechos.
Dice el escrito que lo atestigua
el cambio de fecha: “Decimos que en esta ciudad se instituyó una cofradía de
los caballeros y gente más noble y principal de ella, la cual preserva con
mucha devoción del glorioso Santo festejando su día que es el 28 de enero con
gran demostración de alegría corriendo toros y jugando cucañas después de
asistir a una solemne procesión y asistiendo a los divinos oficios con sermón
lo cual hicieron desde muchos años, pero viendo que con la aspereza del tiempo
por ser tierra tan fría no podían cumplir con su deseo y devoción suplicaron al
Papa Julio III trasladase la dicha fiesta al 5 de septiembre. Lo cual concedió
dejando, además que se celebrara como se celebra con mucha solemnidad, el día
de su tránsito, el 28 de enero”.
En el Pontificado de D. Juan
Cabeza de Vaca puso el canónigo Martín González los cimientos del Arca de la Limosna o Arca de San Julián, obra pía que, con la
generosidad del Canónigo Sr. Lorenzana y de otros prebendados y munificencia de
los Sres. Obispos llegó a contar con una renta de más de mil fanegas de trigo,
de una porción considerable de centeno y cebada y unos mil ducados en metálico.
Todo ello se repartía anualmente por acuerdo del Cabildo a quien pertenecía a
la administración y al gobierno de la diócesis, entre conventos de monjas
pobres de Cuenca, por especial decreto apostólico, y entre pobres vergonzantes
de ambos sexos y de todo estado. Según lo exigía la necesidad y lo dictaba la
discreción, a unos se les asignaba un número determinado de fanegas de
cereales, o se les daba por una vez cierta cantidad y a otros se les señalaba
para toda la semana cierto número de panes, que recibían los sábados por la
mañana. El Cabildo titulado limosnero,
de nombramiento del Cabildo, corría con la cobranza y proponía a su comité la
distribución. Otro de sus cargos era asistir diariamente a la distribución de
pan que se hacía en una de las puertas principales de la Catedral, a cuantos
mendigos de Cuenca y forasteros se presentaban.
Los beneficios que derramó en los
menesterosos esta piadosa fundación hasta ocupar sus bienes el Estado, son incalculables.
Fue llamada Arca de San Julián, en imitación
de la caridad de San Julián fue establecida.
Cuenca, 7 de septiembre de 2018.
©José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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