Hoy nos ha sobresaltado la
noticia de la muerte del vidriero Henri
De Chanet, como firmó él su obra en el vítreo de la capilla Honda de la
Catedral de Cuenca.
Nación un 3 de julio de 1930 en
Meguinez (Marruecos). A los 12 años comenzó a pintar animado por su madre y en
su etapa adulta se dedicó a dos cosas para ganarse la vida, a la vidriera y a
la pintura.
Su obra podemos apreciarla en la
Fundación Antonio Pérez, donde se pueden ver obras con perros, calaveras y
flores. Sus palabras sobre ellas eran: Perros grandes porque son los más
dóciles; calaveras en blanco y negro para dar la impresión que la muerte invade
todo y flores por honor a una amiga.
Vítreo de la Capilla de la Virgen del Sagrario
Catedral de Cuenca
Foto de José María Rodríguez González.
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El veía su pintura como un
espejo, su trabajo era su justificación. Él siempre aseveraba: “debo dejar al espectador la libertad de
recibir y resolver a su manera los interrogantes expresados por mis obras”.
Los vítreos que nos ha dejado en
la Catedral conquense reflejan en ellos la Glorificación a través de las formas
y el color.
Sus vítreos se reparten por la
capilla de los Caballeros, donde tiene cuatro, once en la girola, dos en la
capilla de Santiago, uno en la capilla de la Asunción; dos en la capilla de la
Virgen del Socorro; dos en la capilla Honda y ocho en la capilla de la Virgen
del Sagrario.
La muerte de un artista no
existe, queda su obra por la cual siempre será recordado y siempre estará su
luz filtrada por los vítreos de la capilla más hermosa de la Catedral, la de la
Virgen del Sagrario.
Descanse en paz, maestro. Tu obra
permanecerá en el tiempo.
Cuenca, 9 de enero de 2019.
José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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