viernes, 9 de agosto de 2019

San Lorenzo, diácono y mártir.

Nació Lorenzo hacia la mitad del tercer siglo, en Huesca, ciudad de España, en el reino de Aragón. Su padre se llamó Oroncio y su madre Paciencia; ambos celosos y fervorosos cristianos. En su juventud viajo a Roma a estudiar y no tardaron en descubrir el mérito y la elevada virtud de aquel extranjero joven siendo del agrado del pontífice San Sixto que acababa de ser sublimado a la silla de san Pedro, le confirió las órdenes sagradas  y con ellos la dignidad de arcediano, empleo que le constituía el primero de los diáconos de la iglesia romana.
San Lorenzo. Grabado de 1851
El arcediano o primero de los diáconos era el personaje más importante después del Papa, el administrador general de todos los bienes de la Iglesia. Por el hecho de ocupar este cargo se le miraba ya como inmediato sucesor del pontífice. El martirio le impidió llegar al papado, pero le dio otra gloria mayor, la del testimonio sangriento a favor de la fe de Cristo.

El papa Sixto II había martirizado con cuatro de sus diáconos, el día 6 de agosto el año 258, reinando Valeriano. Se encontraba precisamente celebrando los sagrados misterios en el cementerio de Calixto.
Después de hacer decapitar al Pontífice, el emperador Valeriano le exigió a Lorenzo que le entregase las riquezas de que disponía la comunidad romana y al cabo de unos días Lorenzo le presentó a un torrente de necesitados diciéndole: Estos son los tesoros de la Iglesia.

Fue martirizado a fuego lento en una parrilla y desafiando a los verdugos les dijo: “assum est versa et manduca”, ya está asado, dale la vuelta y come.
Se le nombra, junto con San Sixto, en el canon de la misa y es venerado en toda Europa como un mártir arquetípico. Es patrón de los pobres, de los bibliotecarios y libreros y naturalmente protector de los que están más expuestos a los peligros del fuego, como los bomberos.

Se conserva en Roma, además de la mayor parte de su cuerpo, todos los instrumentos con que fue martirizado. Se muestra una parte de la parrilla en que fue tostado y una gran piedra de mármol, teñida aun de su sangre, sobre la cual tendieron su cuerpo después que consumó el martirio.  En la iglesia de San Martín de León se expone a la pública veneración parte de su brazo, cubierto aun de la piel tostada.

Cuenca, 10 de agosto de 2019.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario