Santa Rosa de
Lima (1586-1617)
La Virgen Rosa
fue la primera flor de santidad de la América del Sur, dice el breviario,
porque, efectivamente, su canonización en 1671 elevó por vez primera a los
altares a alguien nacido en tierras americanas. Aunque de padres españoles, Isabel
de Flores y de Oliva era limeña, nacida en el virreinato del Perú.
Su familia no
estaba en buena posición y ella contribuía al sostenimiento de la casa haciendo
de jardinera y bordadora; se negó a casarse, a los veinte años ingresó en la
orden tercera de Santo Domingo y sin dejar de trabajar, se entregó a una vida
de duras penitencias.
Solía
retirarse a una especie de eremitorio que se había hecho en el jardín de sus
padres, poniéndose como modelo a la santa dominica Catalina de Siena y sus
experiencias místicas despertaron el recelo de las autoridades eclesiásticas,
gracias a lo cual tenemos un interrogatorio que permite asomarse a su vida
interior.
Se le
atribuyen poéticos prodigios que nimban su figura de un halo de irrealidad; se
dice que las flores volvían su cáliz hacia ella cando pasaba, que un ruiseñor
cantaba ante su ventana durante la cuaresma, pero lo cierto es que, de puertas
para afuera, todo en ella fue mucho más sencillo y normal; seguía haciendo de
jardinera, cuidaba pobres y enfermos, sobre todo indios y esclavos…
Era una
joven -porque nunca dejó de serlo, murió
a los treinta y un años- muy hermosa, sin que sus mortificaciones se
traslucieran en absoluto, alegre y activísima. La patrona de América del Sur no
debía de responder a ese arquetipo y con una belleza cérea, casi de otro mundo.
La vemos más bien morena por el sol y con fuertes y arañadas manos de
jardinera.
Se le atribuye un milagro en su biografía que sucedió
en 1615, dice que buques corsarios neerlandeses decidieron atacar la ciudad de
Lima, aproximándose al puerto de El Callao en días previos a la fiesta de la
Magdalena. La noticia corrió por Lima alterando los ánimos de los ciudadanos.
Ante esto Rosa reunió a las mujeres de Lima en la iglesia de Ntra. Sña. del
Rosario para orar por la salvación de Lima. Apenas llegada la noticia del desembarco,
Rosa subió al altar y cortándose los vestidos y cosiendo los hábitos puso su
cuerpo para defender a Cristo en el Sagrario. Los ánimos del vecindario eran
alarmantes, llegando a huir muchos de Lima hacia lugares distintos.
Misteriosamente el capitán de la flora
falleció en su camarote días después, y ello supuso la retirada de sus
naves, sin atacar el Callo. En Lima todos atribuyeron el milagro a Rosa y por
ello en sus imágenes
se le representa portando a la Ciudad sostenida por un ancla.
Cuenca, 23 de agosto de 2019.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
Cuenca, 23 de agosto de 2019.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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