Se decía de Eloy que era un trabajador de lo perdurable, convirtiendo en belleza superior el oro y la pedrería.
Además de orfebre fue en su vida nombrado consejero de reyes, fue elogiado por obispo, haciéndose famoso por su honradez, su piedad, su caridad y su afán limosnero. En la monarquía ruda y bárbara de aquellos siglos oscuros Eloy es una centelleante estampa dignísima e insólita.
San Eloy |
Sólo le atrae lo que no desaparece, lo que se consume, y se dedica a realzarlo. Es el artesano de la santidad en tiempos turbulentos en los que reinaba la violencia.
La nobleza de los materiales que manejaba debió de tentarle a idolatría: el oro afinado y convertido en la hermosura de joyas, las piedras preciosas engarzadas hasta refulgir como simulacros de inmortalidad, todo un mundo sólido y resplandeciente, valiosísimo, con aires de ser imperecedero, ¿no fue para él tentación de complacencia, la del artista deslumbrado por lo que sale de sus manos?
Pero el exigente y fiel san Eloy supo guardar, para usar las palabras de Juan Pablo II, “la proporción adecuada entre la belleza de las obra y la belleza del alma”. Hizo bien su trabajo, como orfebre fue el mejor que cualquier otro, sin regatear esfuerzos, pero no oro, cantos rodados y no gemas, aristocráticamente despreocupado de todo lo que no fuese la voluntad de Dios.
Es el Patrón de orfebres, plateros, metalúrgicos y también herradores.
Publicado en Cuenca, 1 de diciembre de 2020 y actualizado en 1 de cidiembre de 2023.
Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Croiset. Madrid. 1846.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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