domingo, 26 de julio de 2020

San Joaquín y santa Ana. Festividad del 26 de julio.

   De los padres de la Virgen no nos han dejado nada los escritos del N.T. Lo poco que conocemos sobre ellos lo debemos a varios libros apócrifos, como el Protoevangelio de Santiago, el Seudomateo y el Evangelio de María, que dan siempre un número de verdad e historia, aunque en muchas cosas sean legendarias.        
 
  El padre de santa Ana se llamaba Mathan y era natural de Belén; su esposo era galileo y se llamaba Joaquín. La Iglesia ha recibido y consagrado el nombre de Ana y Joaquín, y es también muy universal y antigua la tradición sobre la esterilidad de ambos esposos y su ancianidad, cuando Dios los bendijo con el nacimiento de la Virgen María.
   El culto de Santa Ana y de San Joaquín es muy antiguo entre los orientales sobre todo, como nos lo revelan San Gregorio y Niza y San Epifanio, los himnos griegos y las homilías de los Santos Padres, que alaban extraordinariamente a la bienaventurada madre de la Virgen.
Justiniano hizo construir en Constantinopla una iglesia en honra de Santa Ana en el año 550. El 636, fecha de la toma de Jerusalén por los musulmanes, existía ya una basílica en honra de la madre de         María, hoy espléndidamente restaurada, junto a la probática piscina, y donde la tradición localiza el lugar del nacimiento de la Madre de Dios.
   Los sirios veneran a Santa Ana con el nombre de Dina el 25 de julio. Pero generalmente los orientales tienden a poner la fiesta de los padres de María cerca de la Navidad o de su Asunción a los cielos.
    En Occidente su culto no llega más allá del siglo VIII. En un nicho de la basílica de Santa María Antigua, en el foro romano, hay una pintura del siglo VIII que representa tres madres con sus hijos: Santa Ana con la Virgen, Santa Isabel con San Juan y María con el Niño Jesús. La fiesta litúrgica de Santa Ana empieza a aparecer bien avanzada la Edad Media. Entra definitivamente en el Misal Romano en 1584, bajo Gregorio XIII.
   El nombre de Ana en hebrero es Jannah o Juana y significa gracia. Joaquín, vale tanto como Yavé, prepara o fortalece. Ambos nombres denotan por tanto, su misión divina: preparar en Israel la realización de las promesas mesiánicas, siendo los inmediatos progenitores de la Madre del Salvador.
   Cuenca. 26 de julio de 2020.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES CONSULTADAS:
-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.


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