sábado, 22 de julio de 2023

San Apolinar, festividad del 23 de julio.

Primer Obispo de Rávena (Italia)

La devoción a este Santo en toda la Edad Media fue extraordinaria en el norte de Italia  y en la ciudad de Roma. Se hizo discípulo del Señor y compañero de San Pedro en su viaje a Italia. De él recibió la consagración episcopal y la sede de Rávena. Las maravillas que obra se multiplican, como corresponde a uno que ha visto y tratado con el Señor. Apenas llega a Rávena devuelve la vista a un joven ciego. Luego es la mujer de un tribuno la agraciada en una enfermedad larga y desesperada. Un patricio de la pequeña aldea de Classe, suburbio de Rávena, había perdido el habla y es repentinamente curado y librado también del demonio.


Las maravillas fueron seguidas de innumerables conversiones. Todo el conjunto exasperó a los gentiles y pronto se enteró Nerón. Un delegado suyo en >Rávena mandó prender al Santo obispo. Le exhortó a que ofreciera incienso a los ídolos; como se negara, lo mandó azotar cruelmente. Después, sobre las heridas, hizo echar agua hirviendo, golpear con piedra la boca y los dientes y que lo abandonasen en la cárcel para que muriera de hambre. Un ángel del Señor lo confortó y le diño de comer delante de sus propios centinelas.
Cuando Mesalino, el pretor de Rávena, vió que no podía acabar con la vida del invicto mártir, mandó preparar un nave y la envió a Gracia. La nave se partió en dos mitades al golpe de una furiosa tempestad. Murieron todos menos San Apolinar, tres eclesiásticos que lo acompañaban y tres soldados que le pidieron el bautismo.

Arribaron a la provincia de Misia, donde predicaron el Evangelio con poco fruto. Los milagros seguían por todas partes al Santo. Uno de los principales del país curó de su lepra. Las riberas del Danubio y Grecia oyeron su voz y vieron también sus maravillas, hasta que fue nuevamente azotado y embardo para Italia por los servidores de los ídolos.
Entró solemnemente en su diócesis de Rávena y continuó predicando y obrando milagros hasta que un día, durante la Misa fue sorprendido por los paganos y cruelmente arrastrado. Quisieron obligarle a incensar una estatua de Apolo, que cayó al suelo y se hizo polvo en solo levantar el Santo sus manos y sus ojos al cielo. Esto le valió el ser llevado al juez de la ciudad para que lo sentenciase a muerte. Tauro, que así se llamaba el juez, le ofreció ponerlo en libertad  su curaba a un hijo ciego que tenía. El Santo lo curó inmediatamente en nombre de Jesucristo.

Tauro agradecido, lo puso en libertad y le ofreció una finca suya, a poca distancia de la ciudad, para que viviera en ella oculto y continuara su labor apostólica. Así siguió el Santo por cuatro años.
Los paganos lo acusaron ante Vespasiano, quien con este motivo publicó un decreto mandando desterrar a todos los que halasen contra los templos y los ídolos paganos. Siguió la persecución contra Apolinar hasta que un día, al salir de la ciudad, fue atacado por los gentiles, que le golpearon y dejaron en el suelo como muerto. Fue recogido por los cristianos y con sus atenciones pudo vivir aún siete días. Murió el 23 de julio del año 79. Según la frase de San Pedro Damiano, murió como hostia viva de Cristo sufriendo un martirio de veintinueve años seguidos. Esto es lo que nos cuentan los documentos más antiguos.
Basílica de San Apolinar en Classe.
El primer obispo de Rávena fue San Apolinar. Fue enterrado en Classe, cerca de Rávena. En torno al sepulcro del Santo se formó en seguida un cementerio cristiano y un pequeño oratorio. Un banquero llamado Juliano, levantó más tarde una espléndida basílica que fue consagrada en el año 549.

Cuenca, 23 de julio de 2019.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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