domingo, 3 de marzo de 2024

San Casimiro (1458-1484) Patrón de Polonia. Festividad del 4 de marzo.

  San Casimiro, lirio de virginal pureza en medio de las frivolidades de la corte, es como dice la oración, un modelo de fortaleza contra las seducciones del mundo.
Nace el 3 de octubre de 1458 en el castillo de Wawel, en Cracovia. Su ánimo lo modeló Isabel de Austria, santa y religiosísima princesa. De ella aprendió la oración, la austeridad de la vida, la mirada sobrenatural y de fe.
Príncipe de Polonia, hijo segundo del rey Casimiro IV y de Isabel de Hungría, tuvo una vida breve y hecha de esperanzas que humanamente no llegaron a cuajar. Es el príncipe de las grandes promesas que se resuelven en nada, el joven a quien una muerte prematura parece convertir en un ejemplo truncado.

En 1471 hubo un intento de que se le coronara rey de Hungría, pero no pudo ser, más tarde fue virrey de Polonia durante la ausencia de su padre, en 1483 le proponen el matrimonio con la hija del emperador Federico II, y ahora es él quien se niega a aceptar, y muere tísico a los veintiséis años. Se le enterró en Vilma y los milagros en torno a su sepultura hacen en 1602 sea nombrado patrón de Polonia.

Todo en Casimiro está solamente esbozado o es infructuoso, todo da la sensación de inacabado, como si la Providencia interrumpiese y frustrase cada uno de sus proyectos o ilusiones. Y sin embargo, la Iglesia, que no atiende a los frutos visibles, a los logros, ni a la duración de las cosas, nos señala su figura como una imagen arquetípica del príncipe cristiano.
San Casimiro
San Casimiro trabajó incansablemente por extender el cristianismo en Polonia y Lituania. Sin duda su intercesión desde el cielo mantiene estas naciones firmes en la fe, a pesar de grandes dificultades.
San Casimiro alecciona sobre el buen uso de las cosas que salen mal. Carreras, nobles ambiciones, objetivos, todo puede torcerse, pero ¿y cuándo lo que se estropea es la propia vida? Entonces es más difícil aceptarlo, porque no queda nada a que agarrarse. El dilema está en la desesperación o en la fe, en no consolarse del éxito inasequible, que ingenuamente identificábamos con nosotros mismos, o en procurar tan solo la calidad del amor de Dios.
A los 120 años de su enterramiento fue abierta su tumba y encontraron su cuerpo incorrupto, como si estuviese recién enterrado. Ni siquiera sus vestiduras se habían dañado. Sobre su pecho encontraron una poesía a la Virgen María, que él había recitado frecuentemente y que mandó que la colocaran sobre su cadáver cuando fuera enterrado: “Cada día alma mía, dí a María su alabanza. En sus fiestas la honrarás y su culto extenderás…”
Fruto maduro para el cielo, san Casimiro murió a los veintiséis años de edad, después de recibir todos los sacramentos de la Iglesia, el 4 de marzo de 1484. Fue sepultado en la iglesia de Welmes, capital de su ducado. Su tumba floreció con los milagros y fue canonizado por san Pío V. Su fiesta la extendió a toda la Iglesia Paulo V. 

Publicado en Cuenca, 4 de marzo de 2020 y el 4 de marzo de 2024.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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